Los caminos de Alá son imprevisibles.
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Rue Saint Honoré, 17 septiembre 2014. Foto JPQ.
Cuando el emirato musulmán, muy mal parado en el ranking mundial de los derechos humanos, invierte en equipos de fútbol, hoteles, casinos o las industrias del “glamour”, la cosa es recibida con palmas y olivos insensibles a la aplicación estricta de la legislación religiosa más ortodoxa, lejos de nuestros campos de fútbol.
Cuando un fondo de inversión catarí compra el inmueble donde está instalada la librería más antigua de París, la rentabilidad exigida por los inversores musulmanes provoca escalofríos en la delicada piel sensible de la intelligentsia parisina.
La librería Delamain -frente a la Comédie Française, el gran e histórico teatro nacional- es una institución que funciona desde finales del siglo XVIII.
Por la librería Delamain han pasado, como clientes, muchas generaciones de artistas, escritores, políticos, actores, directores, dramaturgos turistas, durante dos siglos largos.
Los sucesivos gestores de la librería, durante el siglo XIX y el siglo XX, tuvieron la sensatez y la prudencia de “no crecer”. Delamain es una gran librería, físicamente modesta, relativamente, que trabaja con un fondo de calidad, en un sitio privilegiado, entre el Louvre y la Comédie Française.
Un fondo catarí de inversiones compró hace meses los edificios donde se encuentran un gran hotel y la librería Delamain. Los inversores cataríes esperan ganar dinero, claro está. Y su primera reacción ha sido anunciar una subida del alquiler. En unos términos que los seis o siete empleados de la librería consideran catastrófico. Delamain ha podido sobrevivir gracias a la sensatez y prudencia de sus gestores, que se han beneficiado de un alquiler que ellos consideran “razonable”. Ese equilibrio se está resquebrajando. Los cataríes quieren rentabilizar su inversión inmobiliaria, mejorando sus beneficios. La venta de libros no tiene una rentabilidad económica excepcional. Y la librería más antigua de París no escapa a la regla.
Delamain sobrevivió a varias revoluciones, dos guerras mundiales y dos siglos de peripecias culturales. Está amenazada por las exigencias comerciales de un fondo financiero de un Estado donde la lectura y las librerías están sometidas al imperio de la Ley islámica.
Metamorfosis de la(s) librería(s).
Brentano’s, Harry’s Bar y otras leyendas.
Stendhal, desplazado por Dior y los alquileres.
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