La revista de geografía y geopolítica Hérodote, que dirige Yves Lacoste, ha consagrado un número especial a Élisée Reclus (1830-1905), cuya summa monumental, El hombre y la tierra, en su primera edición castellana, comienza con una frase célebre, l’homme est la nature prenant conscience d’elle même, que tantas veces me repitió mi padre. Visión que tiene algo de mística alejandrina, con matices que nada me cuesta relacionar con Spinoza y el budismo.
Leo con mucha emoción los eruditos artículos de Hérodote al mismo tiempo que reaparece en mi nueva casa, por azar, entre los millares de libros en espera de ordenación, con motivo de nuestra mudanza a la rue de Seine, el primer volumen de la monumental Nouvelle Géographie Universelle: la terre et les hommes (París, 1876), una joya rarísima, entre cuyas ilustraciones, preciosas, hay un dibujo / grabado evocando una escena cuya leyenda marcó mi infancia: el desastre del pantano de Puentes, en Lorca.
El volumen de Hérodote incluye un artículo excepcional, por su rareza, de Barbara Loyer, titulado La nation et les peuples qui la composent: une vision géopolitique de l’Espagne, que sorprende por su carácter visionario:
* Reclus describe con minuciosidad científica la diversidad cultural española; y quizá sea el primer geógrafo internacional que analiza tal complejidad con una visión geopolítica.
* Reclus escribe con anterioridad a la formación de las organizaciones políticas que dieron cuerpo doctrinal, de muy diversa naturaleza, a tal diversidad original.
* Reclus tiene una visión positivista de la cultura, y estima que las comunicaciones, la educación y la cultura terminarán por “unificar” ese mosaico cultural. Mis padres creían en esa profecía salvífica. Yo tengo tendencia a temer que Caína siga devorando a sus hijos.
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