Zapatero ha tenido tiempo para negociar su presencia en un desayuno religioso conservador, junto a Obama, el National Prayer Breakfast, pero no ha tenido la ocurrencia de decir algo sobre Haití, en tanto que primer ministro del Estado que ejerce la presidencia rotativa de la UE.

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Madre del Señor…

En verdad, la comunidad internacional han escuchado el pavoroso silencio institucional de toda Europa ante la insondable tragedia de Haití.

Silencio que deja al descubierto las miserias del funcionamiento burocrático y la inquietante falta de imaginación, sensibilidad e iniciativa de los dirigentes de turno.

El presidente europeo (Herman van Rompuy), el primer ministro del país que ejerce la presidencia rotativa (JLR Zapatero) y el presidente de la Comisión, no han considerado oportuno hacer ninguna declaración institucional ni tomar ninguna iniciativa de urgencia…

Sin duda, la aplicación estricta del Tratado de Lisboa les permite refugiarse en su ominoso silencio. Obama, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y la directora general de la Unesco, Irina Bokova, reaccionaron de inmediato, con gestos humanitarios. Nicolas Sarkozy apenas tardó veinticuatro horas en proponer una conferencia internacional de donantes…

Tan invisible e inaudible como los presidentes Van Rompuy y Zapatero, la alta representante de la UE para asuntos exteriores y de seguridad, Lady Ashton, presidirá el lunes un consejo de emergencia humanitaria… donde, sin duda, comenzará a articularse la ayuda europea hacia Haití.

Sin embargo, tal comportamiento burocrático deja al descubierto graves lacras: una penosa incapacidad de iniciativa en la doble presidencia, invisible e inaudible; y una sumisión estricta a unas normas burocráticas perfectamente inservibles en momentos de crisis aguda.

Gobiernos, pueblos y organizaciones no gubernamentales europeas reaccionaron con una rapidez y vigor moral del que no ha dejado huella unos presidentes con otras agendas, calendarios y preocupaciones inmediatas.

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