RueMonceau, número 31. Foto JPQ.
Pasa el tiempo, se suceden las generaciones, caen los gobiernos, los Estados, los Imperios… queda la Sonate de Vinteuil.
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Como recordarán los lectores de la Recherche, la Sonate de Vinteuil y la Vista de Delf de Vermeer ocupan en la obra de Proust un puesto esencial: metáforas, parábolas de la obra de arte, cuyo destino último es la refutación de la historia, epifanías de un mundo nuevo, realidades del espíritu que viven y nos iluminan después de la muerte, a la manera de la Égloga de Garcilaso.
De ahí mi alegría, muy profunda, al descubrir que, en verdad, sigue en pie, apenas modificado por el tiempo, en su fisonomía externa, el hotelito particular donde Marcel Proust escuchó la interpretación de las partituras musicales que le ayudaron a imaginar la Sonate de Vinteuil.
Ese hotelito, en el número 31 de la rue Monceau -que es mi nueva calle, muy provisional-, perteneció a una artista hoy olvidada, Madeleine Lemaire (1845-1928), pintora, acuarelista, mujer de mundo, uno de los modelos de Madame Verdurin.
Su salón fue famoso por sus veladas artísticas. Isadora Duncan interpretó ante ese auditorio, muy gran mundo, pasablemente esnob, Orfeo y Eurídice de Glück, acompañada al piano de Massenet. Allí se descubrió como pianista Reynaldo Hahn… “Yo era el caballo y él el jinete”, escribiría Proust, que inmortalizó aquellas veladas con un artículo publicado en Le Figaro, el 11 de mayo de 1903, titulado La cour aux lilas et l’atelier aux roses, del que recuerdo estos párrafos:
“Les personnes qui, pour se rendre de l’avenue de Messine à la rue de Courcelles ou au boulevard Haussmann, prennent la rue appelée Monceau, du nom d’un de ces grands seigneurs de l’ancien régime dont les parcs privés sont devenus nos jardins publics, […] pour se diriger vers l’avenue de Friedland, ne manquent pas d’être frappées d’une de ces particularités archaïques, d’une de ces survivances […] qui font la joie des artistes et le désespoir des ingénieurs. Vers le moment, en effet, où la rue de Monceau s’approche de la rue de Courcelles, l’œil est agréablement chatouillé, et la circulation rendue assez difficile par une sorte de petit hôtel, de dimensions peu élevées, qui, au mépris de toutes les règles de la voirie, s’avance d’un pied et demi sur le trottoir de la rue qu’il rend à peine assez large pour se garer des voitures fort nombreuses à cet endroit, et avec une sorte de coquette insolence, dépasse l’alignement […] Malgré les petites dimensions de l’hôtel qui comprend un bâtiment à deux étages donnant immédiatement sur la rue, et un grand hall vitré, sis au milieu de lilas arborescents qui embaument dès le mois d’avril à faire arrêter les passants, on sent tout de suite que son propriétaire doit être une de ces personnes étrangement puissantes devant le caprice ou les habitudes de qui tous les pouvoirs doivent fléchir. […] Cet hôtel sur la rue est la demeure, et ce hall situé dans un jardin, l’atelier, d’une personne étrangement puissante en effet […] dont le nom signé au bas d’une aquarelle est plus recherché que celui d’aucun autre peintre, et l’invitation plus précieuse que celle d’aucune autre maîtresse de maison : j’ai nommé Madeleine Lemaire. […] C’est dans son atelier que Mme Lemaire commença par réunir quelques-uns de ses confrères et de ses amis. […] Eux seuls eurent d’abord la permission de pénétrer dans l’atelier, de venir voir une rose prendre sur une toile, peu à peu – et si vite – les nunances pâles ou pourprées de la vie […]. Tout Paris voulut pénétrer dans l’atelier et ne réussit pas du premier coup à en forcer l’entrée. Mais dès qu’une soirée était sur le point d’avoir lieu, chaque ami de la maîtresse de maison venant en ambassade afin d’obtenir une invitation pour un de ses amis, Mme Lemaire en est arrivée à ce que tous les mardis de mai, la circulation des voitures est à peu près impossible dans les rue Monceau, Rembrandt, Courcelles, et qu’un certain nombre de ses invités restent inévitablement dans le jardin, sous les lilas fleurissants, dans l’impossibilité où ils sont de tenir tous dans l’atelier si vaste pourtant, où la soirée vient de commencer”. [ .. ].
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- Proust y el texto subvertido.
- Proust, Brassaï, eros, memoria, fotografía y…
- Todo Proust y su Recherche en tv.
- Fotografía y París en este Infierno.
J. Moreno says
Tras una estancia de 43 días de holganza absoluta, vuelvo al nordeste de la península a recobrar el contacto con la situación social del presente.
Y veo que seguimos en caída libre hacia el abismo moral, económico y……
Me pondré al día de tus comentarios no leídos…..
JP Quiñonero says
J.Moreno,
Hombre… ¡qué bien vives…!!!
Q.-
José Julio Perlado says
¡Recuerdos, tantos recuerdos…! ¡Descubrir el otro París de Proust con sus personajes y quienes fueron modelos para sus personajes…!
Gracias, Juan Pedro, por esta evocación.
JP Quiñonero says
José Julio,
Gracias a ti, hombre, gracias a ti, por tu mirada siempre generosa y limpia…
Q.-
Enrique MF says
Q: ¡Qué bueno tenerte de cicerone, aunque sea de forma virtual, en estos paseos tuyos y nuestros por París! Impagable.
JP Quiñonero says
Enrique,
Anda, anda… aquí me tienes, siempre,
Q.-
Fina says
¡Oh, Quiño!
Qué ilusión conocer parte del escenario donde se inspiró la Sonate de Vinteuil en la Recherche. Leer este artículo, poder ver y venerar esta casa…
Muchas gracias por ayudarme a visualizar un mundo tan hermoso que nos acerca a lo espiritual y divino que pueda haber en el hombre…
JP Quiñonero says
Ay, Fina….
Viví unos años en esa calle, a doscientos o trescientos metros de esa casa, muy próxima al piso donde vivieron los padres de Proust. Calle y barrio de un aburrido oceánico…
…
Qué bien expresas cosas tan generosas y bellas…
Q.-
PS. Pienso que lo divino del hombre es algo interior, espiritual. Agonizando un filósofo alejandrino, citado por su biógrafo, vino a decir: “Preparo lo divino que hay en mi que irá a encontrarse con lo divino que hay en las estrellas”.
Fina says
Sí, Quiño,sí,
También pienso como tú, “que lo divino del hombre es algo interior, espiritual”.
Cuánta belleza en las palabras que vino a decir el filósofo alejandrino agonizante: “Preparo lo divino que hay en mí que irá a encontrarse con lo divino que hay en las estrellas”.
Desearía tener estos pensamientos en mis últimos instantes, mientras escucho el Adagietto de la Sinfonía nº 5 de Mahler, y una voz amada…
En caso de llegar primera, ya buscaré una estrella bien bonita para acomodarnos…y poder seguir con la tertulia en el más allá 🙂
JP Quiñonero says
Fina,
Ánimoooooooooo …
También yo amo mucho las sinfonías de Mahler… dicho esto, desde hace algún tiempo, tengo una cierta “prevención”: por momentos, tiene algo de mórbido, que viene de la Viena de su tiempo, claro está. Tan atractiva, por otra parte. Ultimamente tiendo a “evitarlo” para dejarme “tentar” por el Mozart más juvenil y gozoso, feliz.
En fin, de todo hay en la viña del Señor,
Q.-
Fina says
¡Ay, Quiño!
¡Mozart! Otro de los grandes maestros cuya música me encanta. Comprendo que esté más acorde con tu carácter activo, optimista y festivo…
Gracias, Quiño, no te preocupes, estoy animada.
No veo la muerte como una tragedia, más bien como una liberación…Oye, no me importaría escuchar, en mis últimos instantes, el Adagio del Concierto No. 23 de tu Mozart…o Lacrimosa, aunque quizás sea demasiado magnífica y solemne para mí, prefiero algo más sencillo e íntimo.
Sólo pediría que fuera una música bella, serena, que me infundiera paz, me llegara al alma y me acercase a las estrellas…
No creas que soy una entendida en música clasica. Ocurre que encontré en el camino un gran amigo que se ha convertido en mi Maestro Musical, él me ha introducido en este maravilloso mundo…
Mi amiga Isabel también era experta en música y literatura. Soy muy afortunada por haber recibido el cariño y las enseñanzas de una gran Señora. Que en paz descanse.
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Fina,
Ah… pues Muy Bien.
Tal como está el patio… lo único razonable es “paciencia y barajar”; y tomar las cosas con mucha calma, paciencia y estoicismo.
Tomarse un berrinche por las locuras catástrofes de cada día sospecho que es malísimo para la salud. Oséase… que a vivir lo más musicalmente que se pueda.
A partir de ahí, salir a la calle, pasear con los ojos abiertos, ya es un espectáculo -en mi caso- entre “deportivo” y “cultural”, de lo más agradable, sí,
Q.-
Fina says
¡Oh, Quiño!
Acabo de leer la Recherche…Es una Obra de Arte impresionante, inolvidable, maravillosa, me atreviría a decir que hasta divina. Llega al alma, Quiño, hacía mucho tiempo que no gozaba tanto con una lectura, no quisiera despertar de esta ensoñación.
Mil gracias por darme a conocer este tesoro. Que disfrutes mucho con tus paseos deportivo- culturales. Nosotros también lo hacemos a través de tus comentarios e imágenes.
Bona nit!!!
Fina says
Quiño,
Creo que no viste el último mensaje en el que te hablaba de la Recherche…
Siento haber llegado a su última página…No podré olvidarlo, Proust y sus personajes me acompañarán por siempre jamás…
¡Gracias!
JP Quiñonero says
Fina,
Mea culpa. Perdón.
…
Sí… la Recherche es un libro que te acompaña siempre. Cada vuelta a las mismas páginas te devuelve siempre la misma fragancia feraz, seminal, sí…
Q.-
Fina says
Quiño, por favor…
Nada que disculpar ¡Faltaría más!
Eres el perfecto anfitrión, atendiendo y contestando con suma rapidez y gracia a todos nuestros comentarios.
Que por muchos años puedas seguir siendo al alma y motor de este INFIERNO en el que me siento tan a gusto.
Gràcies i bona nit!
JP Quiñonero says
Fina,
“Genio y figura..” A ver…
Q.-