Múnich de Steven Spielberg deja en suspenso muchas preguntas de carácter histórico y filosófico.
Nadie como los grandes intelectuales judíos, ciudadanos de Israel, han censurado con la más intachable energía cívica, moral, ciertos comportamientos criminales del Mossad y Tsahal. Pienso en David Grossmann y Amos Oz. ¿Dónde están los intelectuales árabes -laicos o musulmanes- que se atreven a censurar el Terror indiscriminado de Hamás?
Entre los intelectuales europeos, Jean Daniel ha sido el primer en subrayar como los pavorosos dilemas morales que plantea esa película, y su historia central, nos recuerdan la doble actualidad de Los Endemoniados y Los hermanos Karamazov de Dostoievski.
Mucho más cerca, en Madrid,
-¿Dónde están los intelectuales que se han atrevido a denunciar la degradación moral de los dirigentes socialistas, de Felipe González a José Barrionuevo, que participaron en la creación del GAL? ¿Temen los escritores que sus dudas morales no puedan publicarse en las editoriales y periódicos que confieren “autoridad moral”, o presuntamente tal?
-Puesto que la actualidad cinematográfica y teatral nos habla del Terror, el Crimen y el Holocausto, ¿por qué escritores y grandes medios no se interesan al puesto concreto que jugó Jorge Semprún en Buchenwald, que bien plantea dudas morales de insondable oscuridad? [Testimonio de Stéphane Hessel sobre el trabajo de Jorge Semprún en Buchenwald] ¿Tienen miedo de una invisible y honda censura que viene de lejos y pudiera rechazar sus manuscritos, con muy otros pretextos, allí donde tales preguntas pudieran considerarse inconvenientes para la buena marcha de los negocios de la Casa..?
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