Los presupuestos publicitarios del Estado, las Naciones, las Comunidades autónomas, las Comarcas, los Municipios, los Partidos, los Sindicatos, los Museos, las Editoriales, las Fundaciones, etc., son tan sustanciales y tentadores que la “cultura” se convierte lentamente en un apéndice o instrumento de ciertas oligarquías demagógicas, condenando al desierto de lo invisible, inaudible e inexistente la obra de los creadores, poetas, novelistas, dramaturgos, pintores, escultores, etc., que creen posible vivir al margen del desierto iluminado con las luces de neón de los medios de incomunicación de masas.
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Babel. “Estado cultural”: De la oligarquía demagógica a la conversión de la cultura en mercancía publicitaria y De como el Estado destruye la cultura a través de la Comunicación Estatal de Masas.
Estoy totalmente de acuerdo con las ideas de Fumaroli (¿qué libros de él nos recomienda para empezar, Quiñonero?). La política suele acabar con todo aquello que toca. La «cultura subvencionada» es una contradicción en los términos. Es vasallaje, servilismo, o mera corrupción en el mejor de los casos. Es exactamente lo que que pasa actualmente con el NAZIonalismo excluyente.
Ayer pudimos ver todos (en este caso gracias al fútbol) que España existe realmente. ¡Y tanto que existe! No querer verlo es engañarse. Al margen de esos jóvenes educados en la mitología nacionalista y en el odio a España (sobre todo en las ikastolas, pero también un poco en Cataluña), que sólo saben matar, agredir o insultar, estamos otros jóvenes en España que no tenemos complejos de ningún tipo porque sólo hemos vivido en democracia. Si uno abre los ojos, verá que por fin los símbolos nacionales están recuperando su valor normal, natural, despolitizado, como en los demás países del mundo. Bastaba con ver el otro día a Nadal emocionado cuando sonaba el himno y se alzaba la bandera tras conquistar París. Ésa es la España real, viva, nueva, que no nos engañe la casta de los políticos con sus intereses espurios y sus mitologías rancias (cuando no directamente racistas).
Hola, Bufalino,
La verdad es que no comparto en absoluto buena parte de esa terminología. Quienes la pusieron en circulación tienen una grave responsabilidad en la degradación de la convivencia.
Todas las críticas de todos los excesos son bienvenidas. Criminales etarras y pistoleros comunistas (pistoleros verbales, en el caso de algunas organizaciones juveniles) son asesinos y matones navajeros.
Pero hay muchas otras sensibilidades nacionalistas, excluyentes, no excluyentes, dialogantes, no dialogantes, dialogantes con Aznar, dialogantes con Zapatero, etc. Reducir realidades tan complejas con el calificativo Nazi me parece algo parecido a un delito intelectual. Las víctimas del nazismo y el comunismo merecen un Respeto. La trivialización y manipulación de tales palabras puede rayar lo odioso, manipuladas desde los púlpitos periodísticos y audiovisuales.
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Que mucha gente joven, sensible y educada se haya dejado llevar por esa terminología ilustra de pavorosa manera, para mi sensibilidad, la enfermedad espiritual que se transmite con la lengua y la orquestación del odio, a través de los medios de incomunicación de masas.
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No me interesa en absoluto el problema individual y personal de quienes manipulan desde hace años utilizando esa fraseología.
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La realidad y problemas bien inmediatos y urgentes, en Cataluña, en Navarra o en el País vasco, ya me parecen suficientemente graves. El lenguaje y las terminologías del odio echan aceite a un incendio pavoroso. ¿Queda claro que el lenguaje de quienes hablan del fascismo castellano me parece simétricamente odioso?
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Las agresiones físicas contra los adversarios políticos son propias de bandas de matones que algo tienen que ver, efectivamente, con el matonismo fascista y comunista. Nazismo y comunismo fueron doctrinas totalitarias cuya implantación no me parece inmediata, el lunes, en Barcelona. Pueden y deben criticarse todos los Estatutos, habidos y por venir. Comenzando por la imposición de la lengua. Y el dirigismo económico de Estado. También es imprescindible hablar con propiedad y sin descarríos, para no perder la razón en las letrinas de la lengua.
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España merece otra cosa.
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Perdón, Bufalino. No sé si hablando se entiende la gente..
Q.-
PS. Todos los libros de Fumaroli son excelentes.
Lo de «nazionalismo» (siempre referido a los radicales excluyentes, pensaba que estaba claro) era un simple juego de palabras. Con intención, claro, pero sólo un juego (no tan peligroso como lo que se suele oír). Ignoro si alguien más ha utilizado esa expresión y no sé con qué intenciones. Creía que lo mío estaba claro. Exclusión, exterminio, racismo…
Precisamente lo que quería hacer ver es que, aunque otras generaciones vivan inmersas en el guerracivilismo o en sus odios ancestrales, yo creo que mi generación (los de veintitantos años, y supongo que los cercanos también) estamos tan tan lejos de esa mentalidad que es absurdo tener miedo en ese sentido, pese al esfuerzo de los políticos y tertulianos por llevarnos a ese terreno. No sé si para otras generaciones será difícil de entender, pero yo lo veo muy claro y razonable: nosotros el único totalitarismo que hemos vivido es el del nacionalismo (que todos sabemos a quienes matan, extorsionan y por qué razón: por ser simplemente españoles). Lo que no se puede pretender es que no nos rebelemos cívicamente contra la injusticia. Y debemos hablar sin miedo. El colaboracionismo de Vichy también se decía a sí mismo pacifista… No creo que mi forma de expresarme sea agresiva, ni mucho menos. Creo que es bastante razonable. Frente al sentimentalismo absurdo, reivindicaré siempre la racionalidad. Hay que ser libre, valiente y denunciar la opresión. Callar ante las agresiones y las injusticias es una cobardía antidemocrática. Los fantasmas del pasado no deben hacernos caer en el miedo.
Definitivamente, paso de politiqueos y me voy a dedicar a leer (en todos los idiomas que sepa o pueda aprender, cuantos más mejor), a ver películas y a disfrutar del fútbol. La vida es bella…
Ay, es tan fácil malinterpretar cuando se tocan ciertos temas en ciertos contextos… Y esa confusión sí que resulta ofensiva. Cuando el miedo no atenace las inteligencias, se podrá hablar tranquilamente, como en los demás países del mundo. Por supuesto, estoy de acuerdo con lo de los «medios de incomunicación de masas», pero también creo que el miedo es muy peligroso. Hay que liberarse de él (sin agredir al otro, evidentemente; lo aclaro por si acaso). Esa tenaza es puro y duro totalitarismo interiorizado (o «íntimo»). Un saludo afectuoso.
Venga Bufalino..
A mi modo de ver, las palabras no son nunca inocentes. Al contrario, creo que es bueno hablar con franqueza.
Por mi parte, también.
También prefiero la literatura. Y también me horroriza la Violencia. Comenzando por la Violencia verbal.
De ahí me franqueza: alguien tiene que intentar frenar, controlar y denunciar los excesos verbales.
Te deseo lo mejor, también,
Q.-
«La vida és dura. Sort que tenim la Beefeater i la Literatura.»
http://entrellum.blogspot.com/2006/06/la-vida-s-dura.html