Líbano-sur-Seine, 23 julio 2005
No sin cierto encanto y candor informativo, Tara Mulholland describe el ascenso del graffiti desde las calles del desierto urbano hasta las galerías y subastas de arte, reales o presumidas. En verdad, la historia cívica, artística, política, subversiva o infantil del grafiti o graffiti, es mucho más compleja [wiki. es.; wiki, en]. Pero esa evolución coincide con las nuevas utilizaciones del cartel callejero, convertido en panfleto, libelo, firmado.
Rue Condé, 5 dic. 06. Foto by JPQ
Marc-Edouard Nabe se ha pagado 10.000 (¿?) carteles que ha pegado en las paredes de las calles mejor frecuentadas, para difundir un texto al lanzallamas contra Christine Angot [.. y Littell se folla a Angot] y eminentes personalidades femeninas de la más selecta sociedad literaria francesa.
Nabe quizá no alcance la violencia pavorosa de Quevedo o Góngora. Pero me llama la atención tal recaída del libelo en la vía pública, firmado, incluso con un irónico ©. En Caína, el inquietante poder de las mafias filantrópicas impone una sepulcral Ley del silencio.
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