Imprescindibles para sobrevivir
Trabajo indispensable y quizá capital sobre el debate Heidegger / nazismo: Heidegger à plus forte raison (Fayard), que sale al paso con mucho brío contra un panfleto titulado Heidegger / l’introduction du nazisme dans la philosophie.
Las relaciones Heidegger / nazismo han sido objeto de importantes estudios y numerosas controversias, desde la inmediata posguerra. Creo haber sido el hablar en castellano del ensayo de Víctor Farias, de triste recuerdo. Siguieron otros y otras.
El penúltimo opúsculo, en francés, fue el perpetrado por Faye and Cº, Heidegger / l’introduction du nazisme dans la philosophie, que recuerdo como algo muy bajo. Heidegger à plus forte raison es la respuesta de la más alta escuela académica: una defensa sólida, erudita e implacable, a través de una colección de ensayos, compilados por François Fédier, con trabajos de primera importancia de Máximo Amato, Philippe Arjakovsky, Marcel Conche, Henri Crétella, Françoise Dastur, Pascal David, Hadrien France-Lanord, Matthieu Gallou, Gérard Guest y Alexandre Schild. Se trata de un libro sencillamente indispensable para quienes se interesan por estos negocios, que escapan, con mucho, a la balbuciente retórica propia de la blogografía ilustrada.
Intentando resumir mi punto de vista al respecto, recuerdo que en esto, como en tantas otras cosas, todo se lo debo a George Steiner, cuyo ensayo ¿definitivo? concluye así: Grâce à la présence de Heidegger parmi nous, l’idée que le questionnement est la piété suprême de l’esprit et l’idée étrange que la pensée abstraite est, éminement, l’excellence et le fardeau de l’homme, ont été afirmes. Amen.
● Nuevo escándalo Heidegger / Gallimard.
● Heidegger, sexo, amor y filosofía.
● Mozart, Heidegger y el carácter salvífico o revolucionario del Gran arte.
● Hannah Arendt: Una mujer libre, contra fanáticos socialistas, liberales, comunistas y demás ralea.
Gregorio Luri says
Su famoso del discurso del rectorado está ahí. Y su conducta, tan llena de bajeza, tan despreciable, con su maestro Husserl, también. La biografía de Safranski es clara al respecto.
Y junto a esto su amistad y su amor con Arendt, Jonas, Sartre.
Heidegger es una muralla contra la que estamos condenados a estrellarnos. No se puede esquivar. Y no acabamos de saber cómo superarla. Por eso algunos, simplemente, pretenden ignorarla como si se pudieran dejar a las espaldas plazas de esta magnitud sin conquistar. Él que ha sido el filósofo más grande del siglo XX fue, claramente, poco amigo de la democracia y del liberalismo.
¿Pero cómo podemos sustentar la democracia y el liberalismo si somos menos inteligentes que su gran crítico?
Tras Heidegger, la perplejidad.
Por eso quizás sea posible, de nuevo, ser socrático.
Ferrancab says
La vida de Heidegger me resulta tan incomprensible cómo su filosofia. Y si, ya sé que la culpa es mía, qué se le va a hacer.
JP Quiñonero says
Ferran,
¡Un esfuerzo, hombre..!
Gregorio,
Los trabajos de Fedier and Cº. responden punto por punto a todas las cuestiones de política directa. De hecho, hay un viejo volumen con los textos estrictamente políticos de Heidegger, incluido el discurso del Rectorado, puestos en su sitio.
En el terreno de fondo, GSteiner lo dice infinitamente mejor que yo. Pero prefiero no caer en la tautología de hablar de palabras sobre las que tendríamos que definir en común. Tiro por el camino más corto. El mío:
La única forma de dar un fundamento sólido a nuestro ser, nuestra vida moral y cívica reposa en la devolución a las palabras de un fundamento ético, moral y espiritual. Es decir, despojarlas de toda la ganga que las pudre y envenena, ¿desde cuando?
En ese terreno, el más urgente de todos, para mí, quizá nadie como Heidegger nos ha invitado a releer a los griegos y a Nietzsche (cuya primera tarea pasa por la filología griega), con ese fin liberador y “subversivo” con el orden político establecido. Tarea inconclusa. En el terreno del comentario de los griegos, la poesía, la lengua y la filosofía no veo quien puede compararse con Heidegger.
La libertad y la democracia están gravemente dañadas en una sociedad donde todas las opiniones valen lo mismo y todas se anulan a través de la tiranía de la confusión: la tarea más ética y honda comienza por la etimología y la filología, la crítica de las retóricas endemoniadas donde la razón cívica a diario se descarría.
Hay una lectura de Heidegger desde la “izquierda”: Marcuse… mucho menos radical que Heidegger y los hermanos Jünger en su crítica contra la Técnica. HArendt ha sido quien mejor ha recordado la deuda de Jonas, Sartre, Marcuse, etc., con Heidegger, con este matiz (mío): su crítica de la Técnica y la Economía son mucho más radicales y de “izquierdas”… ¡si los anti globalización y los ecologistas supiesen leer…!
Q.-
Gregorio Luri says
«La única forma de dar un fundamento sólido a nuestro ser, nuestra vida moral y cívica reposa en la devolución a las palabras de un fundamento ético, moral y espiritual. Es decir, despojarlas de toda la ganga que las pudre y envenena, ¿desde cuando?»
¡No sabes hasta qué punto estoy de acuerdo con esto. ¡Pero qué lejos estamos de Heidegger, entonces! A Patocka me remito.
Si la defensa de Heidegger se puede articular (y hay motivos sobrados para ello) defendiendo que su filosofía está muy lejos de la política, ya que la ontología existencia no es política; hay que añadir inmediatamente que tampoco es ética. La ontología existencial no puede fundamentar ninguna ética.
Vamos… digo yo.
¡Vaya cebo que has lanzado, JPQ!
Gregorio Luri says
Don Juan Pedro, con su permiso:
Ferrancab, una manera sencilla de introducirse en Heidegger: la Fábula CCXX del hispanorromano Higinio, «Cura». En ella encuentra Heidegger una preontología existencial que le sirve para presentar el existenciario fundamental, la «Sorge», que no es sino la traducción alemana de la «cura» latina, aún catalana («tenir cura de…») y hasta hace poco castellana.
Lola says
Iba por donde Gregorio. Safranski es un buen biógrafo y, por tanto, tiene que habérselas con el hombre Heidegger, sobre el cual, precisamente, he ido sacando la impresión de que no tenía mucho carácter, que era débil (y secuestrado por su esposa, mediocre y muy típicamente nazi, a quien Arendt maldecía, por cierto). Luego está su pensamiento, que no es ciertamente político; es tan hondo en su pensar lo humano que nos deja perplejos y llenos de interrogantes.
El fundamento de una ética, pr más vueltas que le doy, se me va siempre por los cerros de Úbeda de la trascendencia, hacia la cual no puedo seguirle.
Si se es amante del arte y de la poesía, bueno es comenzar por los ensayos de Heidegger sobre Van Gong, Rilke, Holderlin…
Y si se ama a Nietzsche, hay, desde luego, que leer el Nietzsche de Heidegger. También recomiendo al profesor de la Universidad de Barcelona Martínez Marzoa.
Lola
JP Quiñonero says
Gregorio, Lola,
Para mi sensibilidad, Lola centra bastante bien el problema.
En el terreno de la biografía y las opiniones personales, a esos materiales yo añadiría el volumen de sus escritos políticos, prologado por FFedier. Y los matices del volumen del libro que me atrevo a recomendar, sin fanatismo de ningún tipo: como material de fondo indispensable. A matizar con la sensibilidad de cada cual, claro.
A partir de ahí… en el terreno del pensamiento y la crítica, madre del Señor… a las cosas que cita Lola añadiría las exégesis de Hölderlin, los comentarios sobre los presocráticos y el trabajo de pensar… es ahí donde yo veo materia de “lectura” política: esa tarea de “limpieza”, “roturación”, “cultivo” y “reinvención” de las palabras esenciales me parece de la más alta responsabilidad política… ¡un modelo a imitar!…
La mejor y más responsable crítica, hoy, me parece la crítica de la retórica dominante: ideológica, vacía, endemoniada, imponiendo su vaciedad desalmada a una sociedad privada de principios morales… yo “leo” todo eso en el modelo heideggeriano de exégesis de la lengua griega…
Q.-
maty says
Dado que me siento incapaz de escribir comentario alguno al respecto, os quiero deslumbrar con una fotografía: un amanecer en Marte.
Vista en Astrofotos La foto más votada de Marte
PD: Ni Gregorio Luri es capaz de mejorarlo, digo 😛
Ferrancab says
Gracias por la información Gregorio
Nicolas says
Heidegger Wars, un introducción: Parafraseando a Nietzsche, podría perfectamente decirse que, desde diversos puntos de vista, Martin Heidegger ha sido, desde 1933, un campo de batalla más que un filósofo. La controversia sobre su relación con el NSDAP, el partido nacionalsocialista, y su admiración fanática por Adolf Hitler, aunque parezca reciente, es de vieja data: ya Herbert Marcuse, su antiguo asistente, en una fecha tan temprana como junio de 1934, en las páginas de la revista del “Institüt für Sozialforschung”, el Zentralorgan de la Escuela de Frankfurt, había escrito un punzante ensayo donde la ontología existencial de Heidegger se ubicaba naturalmente en la corriente antiliberal de la nueva derecha alemana. En Italia un consternado Benedetto Croce, que resistía dignamente al fascismo de Mussolini, en septiembre de 1933 concluía consternado: “…Finalmente, he leído por completo el discurso de asunción al rectorado de Heidegger, que es necio y al vez servil. No me admira el éxito que su filosofar tendrá durante un tiempo: lo vacío y lo general siempre tiene éxito, pero no produce nada. Creo que en la política no podrá tener ningún efecto; pero deshonra a la filosofía, y eso es una lástima también para la política, por lo menos, para la futura…”. En Francia ya en 1933 el filósofo personnaliste Arnaud Dandieu había notado la afinidad esencial entre el nacionalsocialismo y el pensamiento de Heidegger en la “Revue d’Allemagne”; Paul Nizan arremetía contra el fino pornógrafo André Malraux por su filosofía oculta reaccionaria en su novela “La Condition Humaine” (1933), Prix Goncourt, derivada ingenua y acríticamente de “Ser y Tiempo”; en 1936 la “Nouvelle Revue Theologique” publicaba una recensión con la firma de Henri Thielemons en la cual se exponía los elementos comunes entre la filosofía de Heidegger y la “métaphysique du Nazisme”; en 1938 el filósofo Jean Wahl, que luego en su condición de judío pasaría por los campos de la muerte, abría su course de filosofía expresando su indignación por la función pública de Heidegger en el IIIº Reich y su uso de la jerga existencial para imponer el “FührerPrinzip”. Georges Bataille, en un libro inconcluso, llamaba directamente por primera vez a Heidegger philosophe du fascism.
Habría que esperar la finalización de la Segunda Guerra Mundial, fines de 1944, gracias al trabajo de difusión paradójico de uno de los epígonos de Husserl y Heidegger en Francia, Jean Paul Sartre, quien en su revista “Les Temps Modernes”, re-lanzó el “Fall-Heidegger” y un poco más tarde, entre 1946 y 1947, publicó el seminal ensayo de Karl Löwith (otro antiguo discípulo), escrito en 1939, “Les implications politiques de la Philosophie de l’Existence chez Heidegger”, en el número 14 del mes de noviembre. Como respuesta, en el número de julio de 1947, le intentaron responder a Löwith, en lo que podría considerarse la primera defensa en regla de los heideggeriannes, dos filósofos, el belga A. de Waelhens, traductor del último Husserl y de Heidegger, y el franco-alemán Eric Weil, un antiguo alumno de Cassirer.
Un segundo momento se inició en 1953, con motivo de la re-edición de las lecciones de 1935: Einführung des Metaphysik, en las cuales las referencias originales a la verdad interna y grandeza del movimiento nacionalsocialista (“…inneren Warheit und Grosse das NS…”) fueron grotescamente intertextualizadas, por el mismo Heidegger, con paréntesis y aclaraciones justificatorias; en el escándalo posterior intervino con perplejidad y asombro un desconocido y joven doctorando en filosofía, Jürgen Habermas. Por primera vez, desde la “èpuration” de 1945, Heidegger se ve obligado a aparecer en público, contestando con una carta al diario Die Zeit, año 18, #39, del 24 de septiembre de 1953, titulada: Wie liest man 1953 Sätze von 1935?, las acusaciones de haber tergiversado la edición original de 1935.
La tercera estación se desató después de la publicación de una sucesión de libros que, poco a poco, profundizaban, tanto analítica como filológicamente, en la relación Heidegger-NS-Staat; en orden de aparición salieron a la luz: el injustamente olvidado libro documental de Guido Schneeberger (1962); un poco después, casi simultáneamente, el clásico ensayo de Theodor Adorno (1964) sobre la jerga de la autenticidad y el de A. Schwan (1965). El impacto sobre la opinión pública en Alemania fue de tal magnitud, superando incluso al escándalo de 1953, que obligó a Heidegger a romper su obligado ostracismo y otorgar a la revista “Der Spiegel” una larga y famosa entrevista meticulosamente planificada en 1966. Simultáneamente, en la revista parisina “Critique”, durante 1966 y 1967, se pone en práctica la primera defensa en línea de los heideggerianos franceses, encabezados por François Fédier, la mano derecha y discípulo del polémico antisemita, l’ambassadeur de Heidegger en France Jean Beaufret, donde se ataca histéricamente y en bloque, a los libros de Schneeberger, Adorno, Schwan e incluso un libro poco conocido, y nunca traducido al francés, de P. Hühnerfeld, In Sachen Heidegger. Versuch über deutsche Genie, editado en 1959. Al artículo de Fédier le contestaron, en el número de julio de 1967, Robert Minder, Jean Pierre Faye y Aimé Patri. Luego el debate sobre el “Fall-Heidegger” poco a poco decae, entra en un período de latencia y dormita casi una década, tanto en Alemania como en Francia.
La cuarta fase de la controversia la inauguran una serie de investigaciones que se inician con las sucesivas y decisivas pesquisas debidas al historiador friburgués Hugo Ott en 1983, el conocido libro de Victor Farías de 1987 y lo cierra las biografías menores del historiador revisionista Ernst Nolte en 1993 y Rüdiger Safranski en 1994. Hay que reconocer que fue gracias al “pathbreaking” del libro de Farías, que incorporó e hizo masivas las revelaciones terminantes de Ott que hasta ese momento solo habían aparecido publicadas en revistas institucionales y boletines locales de Freiburg, inaccesibles para el lector profano. Sería por medio de su trabajo archivista incansable que, por primera vez desde 1945, en el “Fall-Heidegger”, la cantidad de hechos, datos e informaciones se trastocarían en calidad. Este hecho dio como resultado que el carácter de la dedicación y el compromiso político total de Heidegger con el NSDAP primero, y con el NS-Staat después, se transformará en un hecho incontrastable, indiscutible y premisa de cualquier debate serio sobre el caso. La incompleta fuente de datos sobre el período 1930-1945 en la vida de Heidegger, muchas veces planificada, había permitido, antes del “corte epistemológico” de Ott en 1983, tanto a la hagiografía heideggeriana como al mismo Heidegger, salvar decorosamente la ropa sucia de su reputación profesional y clausurar todo intento de interconectar su filosofía con la política nacionalsocialista durante casi 30 años. La defensa del Meister sólo repetía, con variaciones personales, las muletillas, las deformaciones y las pequeñas omisiones del canon establecido por Heidegger en el interview de la revista “Der Spiegel”. Se podría decir, sin exagerar, que es a partir de Ott, y gracias su divulgación masiva vía Farías, que en el debate sobre el compromiso y la profundidad de la relación entre Heidegger y el NSDAP, se ha abierto paso la más importante cuestión filosófica: de cómo y de cuánto está implicada la ontología heideggeriana en la decisión política resuelta por el nacionalsocialismo. ¿Se puede extender este apoyo incondicional al NS-Staat, como acto filosófico, hasta el pensamiento primigenio de Heidegger, incluyendo su magnum opus trunca “Sein und Zeit”?.
La quinta y ¿última? batalla de la guerra ya ha comenzado. En 2005, Emmanuel Faye (el hijo del filósofo Jean-Pierre Faye, gran investigador de la ideología totalitaria) publica “Heidegger, l’introduction du nazisme dans la philosophie” (la introducción del nazismo en la filosofía). El libro cita textos desconocidos de Heidegger de los años veinte y se dedica a demostrar los vínculos del filósofo con pensadores racistas que soportaron después el nazismo como Ludwig Clauss, Erich Rothacker, Eugen Fischer o Alfred Baeumler. El libro hace hincapié en los seminarios del invierno 1933-34: Heidegger, como rector, utiliza sus conceptos filosóficos (entre otros, la diferencia entre el ser y el siendo) para analizar la relación entre el Führer y el pueblo alemán. Casi al filo de su salida a ventas el núcleo duro del heideggerianisme, encabezado por su figura más polémica François Fédier, decidió salir nuevamente en defensa del mítico Heidegger resistente al nazismo con una obra colectiva. Pero algo extraño sucedió. Los diarios Le Monde y Le Figaro están de acuerdo: Gallimard acaba de renunciar a publicar un libro sobre Heidegger después de mandar pruebas a varios periodistas y profesores. “Heidegger à plus forte raison”, proyectado libro colectivo editado por Fédier, llegó a tener reseñas en revistas de filosofía antes del verano. Ahora, Gallimard se llama al silencio y no responde a la prensa después de anunciar a Fédier la cancelación de la publicación. Pero se conoce muy bien el contexto de la génesis de la obra detenida antes de su llegada a las librerías. Es para responder a esta visión de la obra de Heidegger como un capítulo de la historia de la ideología nazi que se formó un Einsatzgruppen de diez personas alrededor de Fédier. Querían (la enésima vez) la tarea mitológica de “limpiar” al filósofo alemán de sus acusaciones, al explicar que sus compromisos imprescindibles para sobrevivir en su oficio no quitaron nada de rigor y amor al saber a su pensamiento. Según rumores, el libro fallido ponía en duda la calidad de las traducciones de Faye del alemán al francés. Es una acusación clásica de los debates sobre el nazismo de Heidegger (como el decir que los que lo relacionan con el nacionalsocialismo nunca lo han leído) pero es también una posibilidad de demanda judicial. Y, en especial en Europa, una posibilidad, indirecta, de otra demanda por “Négationnisme” (palabra francesa que designa el hecho de negar la existencia de la exterminación de los judíos por los nazis, un delito castigado por ley).
El texto que presentamos es una campaña internacional que busca la apertura democrática y sin filtros de los archivos de Heidegger. Se basa en una apelación lanzada originalmente en “Le Monde” el 5 de enero de 2006. Hemos traducido el documento completo, eliminando los pasajes específicos que se refieren al sistema educativo francés. Adjuntamos los links para sumarse y conocer la lista de firmantes. La apelación se encuentra en el sitio web de la nueva revista alemana de filosofía on-line “Theologie.Geschichte” de la universidad de Saarbrück. (Nicolas González Varela).
Completo en el blog
JP Quiñonero says
Nicolas,
En el volumen que suscitó esta anotación, pronto hará un año, había cumplida respuesta a todas tus reservas, incluidas las manipulaciones pasablemente ignorantes de algunos de los personajes que citas,
Q.-
FREDDY says
Muy buena la polémica que ha surgido en este blog. Bien sustentada. Confieso que yo apenas he leído una parte de la obra de Heidegger y tengo algunos comentarios sueltos sobre su relación con la política. Pero pienso que Heidegger acepta su estar inmerso en la gran Tradición alemana , marcada por el gran mito de Wotan. Además los filósofos producen ideas como los artistas obras de arte. ¿He de despreciar el un cuadro de Picasso por lo que el fue? ¿o he de quitar la mirada de sus grabados por el elemento de perversión personal que allí están presentes y lo peor tenerlas a menos?
Luis Rivera says
El problema que supongo se planteará un estudiante de filosofía o una persona que se esfuerza en entrar en ella, es.. ¿Y…?
Héctor says
Quizá en este blog que adjunto se puedan encontrar algunas respuestas a las preguntas planteadas.
A mi entender, ni se puede afirmar que Heidegger era un nazi de tomo y lomo, ni se puede desvincularlo del fascismo entendido en un sentido genérico o tipológico. Pero la respuesta a la pregunta de si Heidegger era un antisemita dispuesto a matar judíos o consentir y alabar que otros lo hicieran es tajantemente «!no!». El simple hecho de que tuviera una amante judía, nada menos que Hannah Arendt, o que su maestro Edmund Husserl fuera también judío, constituyen pruebas de convicción claras de cara a una reductio ad absurdum. Lo cual lo excluye críticas a los judíos o al judaísmo en general e incluso que, ya bajo el régimen de Hitler, Heidegger se mimetizara con el ambiente y aceptara medidas de depuración. Pensemos en todo lo que los progresistas han aceptado de los regímenes comunistas y el trato que recibió Soljenitzin en España por denunciar el gulag, si medimos a la intelectualidad progresista por el mismo rasero que a Heidegger, muchos de los que ahora acusan al filósofo alemán deberían ponerse rojos de vergüenza: nunca condenaron los inmensos crímenes contra la humanidad y genocidios del marxismo-leninismo, nunca pidieron perdón por haber apoyado a este sistema político totalitario y, sin embargo, van por ahí intentando dar «caza» a pensadores de la talla de Heidegger.