Aprovecho que Ségolène me deja un respiro para volver a maravillarme ante el espectáculo fotográfico de una gran metrópoli, en llamas.
El Musée Maillol propone Weegee, Dans la collection Berinson. Quizá no estén todas las obras maestras de Weegee, Arthur H. Fellig (1899-1968). Pero hay muchas.
Weegee no fue un “gran fotógrafo”, ni un “artista”, ni cosas de ese tipo. Él era lo que Newton gustaba decir de sí mismo: A Gun for Hire. Un reportero gráfico excepcional. Con el tiempo, y vista su obra en detalle, su técnica del disparo con flash, a muy corta distancia, ilumina cosas muy íntimas que es muy difícil iluminar: esa luz atroz, por momentos, descubre los rostros más íntimos, crueles y endemoniados. Aquí y allá, ángeles descarriados, camino del matadero, perdidos en un pozo negro, nos hablan de las almas muertas, que somos nosotros.
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