Los caballeros de la aventura maravillosa…
“¿Puede sobrevivir una civilización que ignora la Noche de San Juan..?”, me decía ayer noche, vagabundeando entre las mesas de libros del Marché de la Poésie de la plaza de Saint-Sulpice, recordando con nostalgia infinita el embrujo de aquellas noches de San Juan en la Calle del Hospital; a sabiendas que París lo tiene casi todo, menos hogueras de San Juan.
Con el primer café de la mañana, hacia el alba, descubro, maravillado, que los ángeles que ayer evocaba, escribiendo de Julio González, toman muy distintas formas, para manifestarse de manera súbita, repentina, tocándolo todo con su gracia.
Desde Madrid, Gloria me envía como recuerdo y saludo el recorte de una foto de Luis Cernuda, entre Rosa Chacel y Concha de Albornoz.
Desde Vilanova, Sani me hace llegar una fabulosa colección de fotos de ¡ballenas..! que no sé si son la fauna marina que más pulula por las costas catalanas, cuyos faros ha historiado con tanto cariño Marc Soler.
Desde Lorca, José Luis me anuncia un libro sobre Eliodoro Puche, poeta lorquino que estuvo en una cárcel murciana, por los mismos años que mi padre. Cuando yo era niño, mi madre leía en voz alta a Eliodoro; y las hogueras de San Juan, por aquellos años, anunciaban algo gozoso que había comenzado con las fiestas de mayo, en los altares con ofrendas de flores a santas y vírgenes llevadas por las calles en procesión nocturna, que yo seguía, embriagado, persiguiendo los perfumes de la primavera, las niñas y las adolescentes en flor.
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Recuerdo a Kipling, The Knights of the Joyous Venture, Canción de arpa para las mujeres danesas. Los caballeros de la aventura maravillosa…
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Mis blancos brazos ya no han de abrazarte;
solo algas de diez dedos han de amarte
y la tierna marea acariciarte
Paraules says
Oye, ¿y en Lorca eras de la cofradía de los Blancos o de los Azules? Según recuerdo de nuestros vecinos amigos de Lorca, no es una pregunta menor. Menudo disgusto, la familia, cuando la niña mayor trajo un novio de los Blancos.
Por cierto, celebrábamos juntos todos los años la Noche de San Juan. Maravillosa infancia.
Y no, una civilización se muere si olvida algo así, que es como olvidar la infancia.
Lola
JP Quiñonero says
Lola,
Ayayay… en realidad, yo soy de Totana, que está a 11 km. de Lorca, la gran potencia comarcal. En Totana, de niño, pertenecía a una cofradía cuyos miembros intentaron meter a un Jesucristo en la cruz en la taberna principal del pueblo. Intervino la Guardia civil, y encerró a dos o tres insurrectos. La prensa local pidió ¡al papa! la excomunión de todos los miembros de la cofradía, entre los yo me encontraba.
Que alegría, leerte. Don Antonio, en Collioure, también recordaba los azules de su infancia sevillana, que él reconocía en un mar de tierras catalanas,
Q.-