“Cuando descubra quién intentó destruir mi familia, lo colgaré en un garfio de carnicería…”
Esa es la frase atribuida a Nicolas Sarkozy, cuando supo que alguien había hecho llegar a su esposa Cecilia fotos y escuchas telefónicas que terminaron por precipitar una grave crisis matrimonial.
Por las mismas fechas, Sarkozy también sufrió el acoso del escándalo Clearstream, acusado de tener sospechosas cuentas bancarias, en Luxemburgo. La larga marcha de las elecciones presidenciales cortó temporalmente las filtraciones de la instrucción. Elegido Sarkozy presidente de la República, la instrucción judicial sigue su curso, implacable. Tenebrosas historias pantanosas…
LA MAQUINARIA JUDICIAL SE PONE EN MARCHA
… El general de división Philippe Rondot, una de las más altas personalidades de los servicios de seguridad franceses, coordinador de todos los servicios de contraespionaje del ministerio de la defensa, entre 1997 y 2005, acusa a Dominique de Villepin, ex primer ministro, de haber “orquestado” una campaña de difamación calumniosa contra Nicolas Sarkozy, presidente de la República.
Los jueces que instruyen el tenebroso escándalo Clearstream habían conseguido reconstruir algunas notas del general Rondot, archivadas en un ordenador personal, incautado por la justicia, hace meses. Según esas notas, el general de división, trabajando como consejero especial de la ministra de la defensa, Michèle Alliot-Marie, el 2004, habría escrito: “Jean-Louis Gergorin me confirma haber recibido instrucciones de Dominique de Villepin”. Gergorin era entonces vicepresidente del consorcio aeronáutico EADS, el primer constructor europeo de aviones de combate, y ha confesado ser el autor de unas cartas dirigidas a un juez de instrucción donde se denunciaba a algunas personalidades políticas, por tener cuentas bancarias personales en Clearstream, en Luxemburgo.
El general Rondot ha confirmado a los jueces Jean-Marie d’Huy y Henri Pons el contenido de esas notas. Villepin, como ministro del interior y asuntos exteriores (2004-2005), habría “ordenado”, “sugerido”, “invitado” a Gergorin y otros personajes, en la sombra, a trasladar a los jueces unos documentos falsificados cuya finalidad última era destruir políticamente a Nicolas Sarkozy, ministro de economía e interior (2004-2005) y rival de Villepin en la larga marcha a la candidatura conservadora a la presidencia de la República.
Tras las acusaciones escritas y verbales del general Rondot, los jueces d’Huy y Henri Pons procedieron a un registro policial del domicilio personal de Villepin, en París, acompañados de un comisario y varios inspectores de la brigada financiera de la policía judicial.
TENEBROSAS HISTORIAS
Se trata de un caso excepcional. Un ex primer ministro, antiguo aspirante a la candidatura a la presidencia de la República, protegido político personal del jefe del Estado (Jacques Chirac), acusado por un general de división, responsable del contraespionaje nacional, durante muchos años, de posibles delitos de “complicidad en denuncias calumniosas”, contra un antiguo enemigo político, hoy presidente de la República.
Dominique de Villepin se considera calumniado y ha pedido ser inculpado, oficialmente, por los jueces instructores, que deberían interrogarlo con relativa rapidez.
El escándalo Clearstream envenenó la vida política francesa, entre el 2004, el 2005 y buena parte del 2006, al ritmo de un “goteo” judicial implacable. Descubrimiento de las listas falsificadas que intentaban manchar a Sarkozy, entre otras muchas personalidades. Descubrimiento de la falsedad de tales documentos. Lanzamiento de la instrucción, con primeras inculpaciones (Gergorin y algún “fontanero”, en la sombra). Primeras revelaciones sobre la posible manipulación dirigida personalmente por Villepin. La campaña electoral de las pasadas presidenciales coincidió con una inconfesable tregua judicial.
Elegido Sarkozy presidente de la República, los jueces relanzan la instrucción. Y las acusaciones del general Rondot amenazan con reinstalar el escándalo en la cúspide del poder presidencial, entre el 2004 y el 2005. El escándalo Clearstream coincidió con los escándalos relacionados con los problemas personales entre Nicolas Sarkozy y su esposa Cecilia.
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