Hoy hace veinticinco años que GK murió en un trágico accidente. Yo estaba allí. Cuantos años, ya, de idas y venidas a Mónaco / Monte Carlo, persiguiendo las doradas huellas de muy distintas leyendas…
Los años GK, Mónaco, 11 juio 2007. Foto JPQ
Grace Kelly consiguió lo más difícil: hacer realidad un reino inexistente. Hacer realidad lo que había desaparecido, si es que alguna vez existió, y devolver a los sueños, las ilusiones, las “realidades imaginarias”, una realidad bien material, histórica, social, basada en una “economía de la ilusión”.
Durante la 2ª Guerra mundial, Mónaco estuvo al borde del abismo de su desaparición histórica, en tanto que diminuto reino fundado por la dinastía de los Grimaldi. Bajo la tutela de Génova a partir del siglo XII. Con una cierta independencia tutelada, finalmente soberana, a partir de 1512. Sometida a España (1524 – 1641) y Francia (1793 – 1814), antes de intentar buscar su destino propio a lo largo de los siglos XIX y XX. Uno de los más grandes poetas castellanos de todos los tiempos, Garcilaso, murió entre Niza y Mónaco, durante una escaramuza militar.
Tras salvar su existencia histórica de manera poco menos que milagrosa, la inmediata posguerra fue otra etapa de la más alta incertidumbre. El joven Rainiero, futuro esposo de Grace, heredó un reino próximo a la bancarrota. Onassis llegó a ser el temible propietario de los primeros fundamentos económicos del reino, la hotelería y la sociedad que rige los destinos del casino, entre otros negocios.
Con habilidad florentina, o genovesa, en su caso, Rainiero terminó por liberarse de la tutela económica del armador griego. Y se embarcó en los grandes proyectos urbanísticos que transformaron el rostro histórico de Mónaco – Monte Carlo. Hasta ahí, el negocio inmobiliario y la fiscalidad no era nada suficientes para convertir Mónaco en un reino encantado. Hay incontables urbanizaciones de lujo en todo el Mediterráneo. Y la fiscalidad no asegura por sí sola el futuro de ningún reino digno de ese nombre.
OLIVIA Y OTROS ENCANTOS
La historia del encuentro y mutua revelación, entre Rainiero y Grace es una leyenda indisociable de Olivia de Havilland y el semanario Paris-Match, que hicieron un sofisticado trabajo “celestinesco”. Sin embargo, tampoco es suficiente la orquestación publicitaria de un noviazgo y matrimonio feliz para conseguir la dudosa resurrección de ningún reino. Queda la pista de una célebre carta íntima de Grace a Olivia, refiriéndose a Rainiero: “Es encantador, encantador..”.
El amor incluso pasional entre un hombre y una mujer tampoco asegura ningún triunfo material. Las pasiones pasan. Y queda el desencanto. Grace Kelly enterró su vida pasada. Dijo adiós a Hollywood. Para consagrarse a la reconstrucción de un diminuto reino encantado, con el rigor y la determinación de los conquistadores y constructores de imperios.
Reconstruyó una diminuta corte familiar, con su rango, su protocolo, sus dogmas, sus creencias, su historia. Hizo suya la magna tradición de las grandes fiestas cosmopolitas, embarcando en el proyecto a sus viejos amigos de su arturiana corte cinematográfica, de Cary Grant a sir Alfred Hitchcock. Devolvió a su nueva familia el orgullo del magisterio en cuestiones como las artes del lujo. Al mismo tiempo que hacía el elogio de la elegancia patricia (enraizada en su pertenencia la aristocracia del dinero nuevo y viejo de la Costa este; sin olvidar su formación de modelo y deportista de alto nivel) y se comprometía en las tareas de la beneficencia internacional y la ayuda humanitaria.
La Reina de Inglaterra, que algo sabe de reinos bien reales, terminó por dejarse seducir por la nueva reina de un reino de nuevo cuño. La imaginería popular consagró a la princesa Grace como un icono de su tiempo, entre la leyenda y la seducción. La invención y construcción en curso del Mónaco del siglo XXI echa sus cimientos en esa trama de sueños, ilusiones, leyendas y una determinación de hierro.
- Mónaco en este Infierno.
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