Joyas de Boucheron
Sirviéndose de mujeres maquilladas a tal efecto, la publicidad construye mujeres artificiales, semejantes a muñecas de porcelana. Y esas mujeres artificiales terminan por seducir a los mortales.
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Quien deambula sin rumbo por los mercadillos de barrio (la tarea del flaneur solitario), descubre que las maniquíes abandonadas también se compran y se venden a bajo precio. Son muñecas tatuadas [foto JPQ], como animales marcados o supervivientes de los campos de concentración, condenados a errar y vender su trabajo a bajo precio, sin poder ocultar siempre el tatuaje de las bestias condenadas al matadero.
El puesto de la muñeca en la historia de la sensibilidad contemporánea quizá sea indisociable del puesto de las antiguas divinidades caídas en el lodazal urbano. Recuerdo el tango de Gardel: Rubias de Nueva York… “Deliciosas criaturas perfumadas/ quiero el beso de tus boquitas pintadas,/ frágiles muñecas”. Ramón Gómez de la Serna sostenía maravillosos diálogos secretos con su muñeca preferida. Y yo mismo soñé con una muñeca presta a enamorarse de un caballero andante que le prometía un tesoro fabuloso, incontables riquezas y la ilusión de la libertad: El caballero, la muñeca y el tesoro.
Q, te contaré una anécdota sobre la creación de arquetipos de belleza desde la publicidad.
El banquero más importante de España, ante quien presenté varias campañas, que fueron aceptadas, a lo largo de algunos años en que mi agencia (era yo ejecutivo en ella) trabajó para su banco, quería tener por entonces una supervisión directa de las campoañas de publicidad, que independientemente de esto pasaban por supervisión y autorización del Banco de España, igual que lo hacen ahora.
En un salón hermosísimo, lleno de pinturas de Solana y Zuloaga, presentamos una campaña en que el banco era presentado como un tren que avanzaba seguro dando un magnífico servicio a los viajeros que a él subían. Las azafatas del tren eran todas modelos de agencia contratadas dentro del canon normal de la belleza y buena apariencia en España. Es decir: habían morenas, castañas y pocas rubias.
Nuestro banquero, hombre cordial, inmenso, muy afable ciertamente, guardó silencio al acabar la proyección, y ya se sabe que si el jefe guarda silencio todo su equipo es mudo e invisible. Finalmente, nos miró a los que habiamos presentado la campaña y nos dijo, cito el sentido, que no las palabras:
«La campaña es perfecta y me gusta mucho, pero hay que rodar de nuevo el espot». ¿Porqué?» le preguntamos. «Quiero que las chicas sean rubias, las prefiero rubias.» Y así se hizo.
Luis,
Magnífica y pedagógica historia. Recuerdo aquel título (¿de Anita Loos?): «Los caballeros las prefieren rubias… pero se casan con las morenas«.
Q.-
Item más, la escena que cuenta Luís en el despacho del banquero (que no bancario) es de película de Cary Grant o Rock Hudson por lo menos.
Joaquín,
Es cierto… a mi me recuerda la atmósfera de algunas películas de Billy Wilder, algo entre El apartamento o ¿Qué paso entre tu padre y mi madre..?
Q.-
Joaquín: la pura y asombrosa verdad sobre el comportamiento del poder, que deja de lado toda valoración profesional, simplemente porque puede hacerlo. De ese banquero, que insito en su afabilidad, cordialidad y saber estar, podría contar comportamientos de notable despotismo. Ahí va uno:
En úna reunión en la que en ese salón maravillosos nos encontrábamos el equipo de la Agencia y el equipo del Banco, al banquero le apeteció fumar y echó mano de su paquete de cigarrillos. Buscó con la mirada y no encontró a mano encendedror. Yo, que estaba presentando, por lo tanto de pié y cerca de él, saqué de mi bolsillo el mío y fuí a ofrecerle fuego cuando su mano, altiva y secamente me cortó el movimiento. Miró luego a su hijo, al otro lado de la inmensa mesa y le señaló con un dedo, y este, agil y prontamente, corrió a encender el cigarrillo del Presidente. Os asombraría saber quien es ahora.
¡Ah, el poder!
Q, la realidad es siempre mejor película que la pantalla.
Luis,
¡Te creooooooooo…!
Q.-