11 julio 2007. “Aterrizamos en Niza dentro de 8 minutos..” Foto JPQ
Juan Francisco me pidió que le escribiese algo sobre Niza y la Costa Azul. Qué de tentaciones…
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POKER, RULETA, SEÑORAS
En el corazón histórico de la Costa Azul, Niza es una encrucijada ideal para el viajero, el paseante, el turista, rico, modesto, acomodado, millonario, incluso pobre de misericordia; ya que se encuentra en un cruce de caminos que pone a su alcance, en cuestiones de minutos o pocas horas, un arte de vivir que se enriquece con las más ricas tradiciones de nuestra civilización.
A Niza se puede llegar en auto-stop, en barco, en avión, en coche, en helicóptero, en tren. Y se encuentran alojamientos al alcance de casi todos los bolsillos, de la hotelería más modesta a los palacios de leyenda, en Niza, Monte Carlo, Cannes, Juan-les-Pins, Antibes. De la modesta pensión en la segunda cornisa, entre Niza y Mónaco, al Hôtel Paris, el Hermitage, o el Negresco, es relativamente fácil poder dormir y despertarse mirando el mar. Y un fin de semana largo, o una semana, son suficientes para conocer los lugares de peregrinaje de la más alta gastronomía, las residencias de media docena de genios del arte del siglo XX, una docena de grandísimos museos, o jugarse unos euros o una fortuna, a la ruleta, el poker, para comprarse un Bentley deportivo con las ganancias presumidas, y hacerse librar en avión especial a cualquier residencia privada, de Badajoz a San Petesburgo.
Sin olvidar el peregrinaje a los lugares donde murieron dos genios españoles, Gracilaso de la Vega y Vicente Blasco Ibáñez, que forman parte indisociable de la Costa Azul más secreta.
En Niza y un radio de acción de cien kilómetros, comunicados por autopistas, avión, tren y helicópteros, hay varios millares de pensiones, hoteles y grandes palacios de lujo. Es necesario reservar con mucha antelación. Pero la aventura de buscar un hotel limpio, barato y desconocido puede tener su encanto. En materia de alojamiento, Niza es indisociable de Mónaco, Menton, Cannes, Antibes y una larga relación de minúsculos pueblos de la costa.
SUAVE ES LA NOCHE
La gastronomía local tiene la misma variedad. Aunque existe una ensalada niçoise (mediterránea). Con ventaja abrumadora para las tradiciones italianas y mediterráneas. Salir a la aventura, esperando descubrir un restaurante italiano bueno, barato y encantador es como tirarse a la selva pertrechado con un caza mariposas. Puede ocurrir de todo. Los gastrónomos no debieran olvidar alguna de las muchas guías de referencia. Entre Niza, Mónaco y Cannes hay una veintena larga de grandísimos restaurantes de lujo. Al precio fuerte.
En materia de diversiones y vida nocturna, quizá fuese sensato diferenciar las muy distintas temporadas. De mayo a octubre, Niza y la Costa Azul deslumbran por un maravilloso arco iris de festivales, de teatro, de músicas (jazz, clásica, etc.), cines, espectáculos, variedades, etc. En febrero, Niza tiene uno de los más legendarios carnavales, de una elegancia suprema. Entre noviembre y febrero, la sobriedad invernal está amenazada con teatros y conciertos. El espectáculo de la Costa Azul está en la calle, con frecuencia.
Dos de los más memorables espectáculos de Niza son gratuitos. El Mercado de las flores es una delicia. El Paseo de los Ingleses ya no es lo que fue: pero sigue siendo de indispensable tránsito, por unas horas, cerrando los ojos, tapándose los oídos, evitando el tufo de la contaminación: es un paso de leyenda, inmortalizado por los Fitzgerald de Suave es la noche.
Y, desde ese paseo, caminando, el paseante, solitario o acompañado, puede dejarse llevar por muchos territorios más o menos míticos. La antigua Niza, indisociable de las mafias italianas, donde alguien quizá recuerde todavía la lengua propia de la ciudad: una variante del occitano propia del Condado de Niza, que también soñó con la independencia y pudo ser italiana, antes de convertirse en una joya francesa. Caminando o en taxi, es posible alcanzar instituciones como el Museo Chagall, el Museo Matisse; o, sencillamente, perderse por los territorios de La Californie, indisociables del recuerdo de Picasso.
MITOS, JOYAS Y ANFETAMINAS
Los príncipes rusos y europeos se refugiaban en un Mónaco desaparecido tiempo ha. Onassis no consiguió apoderarse de Monte Carlo ni de la Costa Azul. Pero los millonarios de la Costa Este norteamericana y los millonarios árabes siguen siendo propietarios de mansiones, palacios, desperdigados entre Cannes, Antibes, Niza y Mónaco. Hitchcock fingía amar Mónaco, a causa de Grace Kelly. Pero su ladrón inmortalizado por Cary Grant era amigo íntimo de viejos resistentes y mafiosos instalados en Niza. Los grandes directores de orquesta se refugian en el Hermitage monegasco. Pero los jazzmen americanos que peregrinan cada verano al festival de Juan-les-Pins prefieren emborracharse con burbon en la Promanade des Anglais de Niza. Cannes tiene su famoso festival. Pero los grandes estudios de cine donde se filmaron películas míticas están / estuvieron en Niza: los estudios de la Victorina. Una leyenda.
Esa fascinación de la ciudad viene de muy lejos. Y a ella han sucumbido personajes tan dispares como Henry Mattisse y Elton John, residentes famosos. Varios de los primeros discos de los Rollyns Stones se grabaron en una mítica residencia, perfumada con ácidos, anfetaminas y otro tipo de basuras de caballo, en algún lugar nada secreto entre Niza y Menton. Picasso tuvo varias residencias en las cercanías. Y la más mítica y poco frecuentada de las residencias picasianas, el castillo de Vauvenargues, en la falda de la montaña de Sainte Victoire, indisociable de Cezanne, está a menos de una hora de Niza. Más cerca está el fabuloso Museo Picasso de Antibes, que debiera reabrir sus puertas dentro de unos meses: una joya de imprescindible visita, en su día.
ESPAÑOLES DESTERRADOS
A dos pasos de Niza, igualmente, don Vicente Blasco Ibáñez hizo construir, en Menton, su mitológica residencia en la Costa Azul, la Villa Emilia, que él hizo reconstruir e iluminar con los maravillosos jardines de Fontana Rosa. Sospecho que pocos españoles saben que una de las más legendarias residencias de la Costa Azul más impenetrable, para los mortales, hoy propiedad de la alcaldía de Menton, fue construida con el dinero, el talento y la imaginación del gran novelista valenciano, que hizo presidir su obra con una estatua de Cervantes.
Es fama, igualmente, que Gacilaso de la Vega, gran soldado y poeta inmortal, murió no lejos de Niza, víctima de la villanía de un adversario que defendía a pedradas un torreón donde no pudo albergarse el escritor castellano, de regreso a la patria, tras una corta estadía en la zona, quizá en Mónaco, donde ya reinaban los Grimaldi, bajo tutela marcial española.
Han pasado algunos años, desde entonces. Pero Niza, Mónaco, la Costa Azul, siguen ejerciendo una fascinación cierta, que tiene muchos otros orígenes. Los perfumes de Grasse. La cercanía de la Provenza de Cezanne. Los naranjos y limoneros de la frontera italiana. Los casinos de la costa. Los puertos y playas privadas de Cap Ferrat. Las noches locas de Saint-Tropez. Las grandes mansiones de difícil acceso, propiedad de lejanas estrellas en el ocaso de sus vidas. Las viejecitas millonarias de los relatos de Somerset Maugham. Las corridas de toros inmortalizadas por Picasso. Las mujeres de Mattisse. Los ángeles, animales y violinistas voladores de Chagall. Incluso es posible descubrir las nuevas y atormentadas formas que toma la inmigración pobre, en los barrios más modestos, donde en otro tiempo reinó la Mafia y hoy proliferan nuevas formas de incertidumbre, que no son propias de Niza, en particular. [Este texto, en dos pdfs, 1 y 2, con fotos de Gonzalo Cruz].
- Pascua de resurrección (1). Ariadna y la fecundación.
- PdR (2). La polución y los santuarios de la Luz.
- PdR (y 3). Los genios de la tierra y la lluvia ácida.
- Mónaco en este Infierno.
PS. Horas después de escrita y publicada esa anotación, Ricardo Bloch me escribe desde Argentina:
Estimado:
No tengo el placer de conocer Niza, pero con tu fotografía letrada es como si hubiese vuelto a estar allí tras recorrerla en su versión británica
http://www.letraslibres.com/index.php?art=11066
Un cordial saludo desde Buenos Aires,
R.
El artículo Días extraños en la Costa Azul, de Will Self, en Letras Libres, de ese link, habla de otra, muy bella y difunta Costa… la de algunos ingleses eminentes (Sommerset Maugham, etc.) Hay muchas otras… una muy próxima es la de los Murphy y otros expatriados norteamericanos (próxima pero distinta a la de los Fitzgerald). Hay otra, la de Stephan Zweig, que se suicidó en las Américas, pero pudo hacerlo en el Casino de Monte Carlo. Sin olvidar otras más próximas… la de la Sagan y su Bonjour. Tristesse… Corto. Volveré.
Ana A. says
Me apunto a un viaje…
Marie says
Vuelva pronto…
maty says
Protestooo… deberías mojarte recomendar algunos hoteles/hostales y restaurantes (baratos/caros).
JP Quiñonero says
Ana, Marie, Maty,
… Ana, Marie: .. gratitudes… ¡también a mi me gustaría poder volver pronto..!
… Mary: .. bueno… no creo ser la persona adecuada para dar tales consejos. Cuando bajo a la Costa por razones profesionales, me pagan el hotel. Y voy a hoteles que no podría pagarme con mi magro sueldo. Recuerdo una semana en el Hôtel de Paris… uauuu … y cuando bajo a título personal, “okupo” la casa de algún amigo… con lo cual, tampoco me gasto un euro…
Q.-
sergi says
He estado en Niza y me ha decepcionado muchiiisimo. Comida mala y cara, ocio nocturno malo y caro. Y playa mala y llena de gente. Lo único bueno es que el agua está limpia.
Muchisiimo mejor quedarse en Barcelona, o algun pueblecito de la costa, vamos le da 1000 vueltas.
PD: Pero que coño son esos cubatas que sirven. Son la mitad que en españa, y encima el refresco no es de botella sino de garrafon. Ay que pena.