Debilidad culpable: me dejo arrastrar por la crónica de sociedad, vieja tentación del antiguo reportero que cubría presentaciones de libros, en un Madrid difunto. La portada del libro de la señora merecería un minucioso análisis erótico-iconológico (sic).
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LA DOMADORA, AL SALÓN
Ségolène Royal, candidata derrotada a la elección presidencial, publica un libro que se llama Ma plus belle histoire, c’est vous (Mi más bella historia, sois vosotros), un ajuste de cuentas, una “operación reconquista”, una confesión con muchas escenas de adulterios no solo políticos, que también pudiera llamarse: La domadora de elefantes.
El título de esa obra de marketing político está tomado a una canción de Barbara. Y la “histoire” y el “vous” francés tienen una calculada ambigüedad erótica: la “historia” puede ser una callada o pública historia de amor. Y el “vous” oscila entre el usted y el vosotros con el que la candidata Ségolène enardecía a su público: “¡Amadme! ¡Os amo! ¡Amaos los unos a los otros..!”.
Ségolène escenifica con delicioso candor su público “amor” correspondido con 17 millones de electores, enviándoles besos, colectivas caricias verbales. Cuando su ex compañero y padre de sus hijos la traicionaba con una modesta presentadora de tv muy minoritaria, Ségolène, de inmaculado blanco Chanel, gritaba a su público: “¡Os amo! ¡Amadme..!”
A la hora de recordar aquellos meses de enero a mayo pasados, Ségolène es mucho más feroz con sus amigos socialistas: “Fueron los dirigentes de mi propio partido los que comenzaron a instruir el proceso de mi incompetencia y mi ilegitimidad”. En primera línea de su tiro al blanco contra la cabeza de la elite socialista, Ségolène recuerda con ferocidad felina a Dominique Strauss-Kahn, presidente del Fondo Monetario Internacional, y Laurent Fabius, ex primer ministro.
EL AMOR, A NAVAJAZOS
Cuando Ségolène entraba en éxtasis místico y carnal con su público que tanto la amaba, la candidata socialista recuerda a Strauss-Kahn mirando infiel a los cielos, desde donde caía el granizo de las frases sibilinas.
Acompañada ella de una maquilladora que le rehacía las cejas, los labios, el cutis, el pelo, perfumándola, antes de salir del coche para ser inmortalizada por las cámaras de la infame turba reporteril, Ségolène recuerda con precisión los modales de petimetre ofendido de Laurent Fabius, culpable de indiferencia. Ella, en el escenario, presta al sacrificio de Juana de Arco capaz de arder en pública hoguera en defensa de las ideas socialistas, y Fabius, a sus pies, indiferente, limpiándose sus impecables zapatos (Church, por supuesto, a 1.500 euros el par).
El resto de la burocracia socialista es linchada a paso de carga verbal: “Cuando estuve cogida en la pinza de la derecha y la gente de mi partido, haciendo el proceso de mi incompetencia, comprendí que tenía unos amigos inquietantes”. No sin cierta ingenuidad, olvidando las incontables escenas de asesinatos a la navaja verbal, entre “amigos”, en la historia de la V República, Ségolène hace esta confesión: “Es la primera vez que los ajustes de cuentas en la cúspide de una formación política tienen tal violencia en una elección presidencial de esta importancia”. Ségolène olvida a Chirac alanceando a Giscard en 1981. Y a François Bayrou, centrista, intentando apuñalar en público a Sarkozy, la primavera pasada.
ADULTERIO POLÍTICO
Poco importa. Ségolène cabalga de nuevo, rumbo a las presidenciales del 2007. Mujer de temperamento, no duda en evocar con crueldad penosas escenas de adulterio político. Cuando no estaba claro quien podría derrotar a Sarkozy, la pareja Ségolène – Bayrou decidió encontrarse “a solas” en el apartamento parisino del líder centrista. Ségolène ya sabía que François Hollande, el padre de sus hijos, se había fugado con otra. Y de Bayrou se contaban infidelidades de distinta naturaleza. Mujer brava, Ségolène se desplaza, sola, hasta la puerta del domicilio de Bayrou, pidiéndole que le abra la puerta, con adúlteras intenciones políticas. Y Bayrou le dice al teléfono: “No subas, no subas. Que nos pueden ver”.
Más allá de la infidelidad y el adulterio político, Ségolène también hace en su libro una confesión de imprevisible alcance erótico, sentimental, escrita por una madre de familia, separada recientemente. La señora ya se ve al final de una larga carrera, a las puertas del Elíseo, en un mitin sin duda histórico. Y hace esta confesión: “Si. Podemos ganar la próxima vez. Tendré que contar con todo el partido. Tendrá que contar el apoyo de un compañero sentimental, al fondo, apoyando a la candidata”.
● Ségolène ataca en bañador. Imágenes y guerra política.
● Ségolène, Valéry, François, folletín lúbrico y socialismo.
● Ségolène se separa de Mr. Royal. Sexo, política, socialismo, divorcios….
Bonita histoire… y los hombres corriendo tras Mme.