Leo un poco emocionado, a qué negarlo, la crítica de Juan Ángel Juristo a Una primavera atroz [ABCD las artes y las letras, 23 feb.08, Los Heraldos Negros].
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LOS HERALDOS NEGROS
Juan Ángel Juristo
El título del primer libro de poemas de César Vallejo resume en su peculiar multiplicidad de significados el alcance de esta nueva novela de Juan Pedro Quiñonero [Una primavera atroz, Espuela de Plata / Renacimiento], que se presenta como la segunda parte de la trilogía en torno a Caína, una tierra que es y no es, que el lector cree reconocer hasta en sus más nimios detalles y que, a la vez, se presenta con el aire indiferente y rarificado de lo extraño.
Desde luego, no es ese el único logro de esta novela, pero si su rasgo más sobresaliente: ese peculiar don de sugerir atmósferas familiares que, de pronto, nos resultan ajenas. Digo don porque ese estilo va más allá de un cuidadoso trabajo y remito a cosas que andan en los sentimientos, en la manera en que un artista concibe su mirada sobre el mundo y sus cosas. Ese peculiar estilo que Juan Pedro Quiñonero despliega en sus novelas sobre Caína cabría calificarlo de poliédrico y eso por varios motivos, entre los que se encuentra aunque no lo agota la libertad con que utiliza el tiempo, y por consiguiente el lugar, lo que lleva a un peculiar modo de concebir ese espacio mítico que es Caína.
SINCRETISMO. Me explico. Lo que distancia a esta Caína, de Región, de Celama… de esos espacios donde reconocemos las señas de identidad de un aspecto de la geografía española, es que mientras en los mapas imaginarios de las novelas de Juan Benet o Luis Mateo Díaz, por poner un caso, aunque ocurre también en el Castroforte del Baralla de Torrente Ballester, el tiempo está muy delimitado, transcurre en un determinado momento histórico conformando una manera de estar de los personajes fácilmente reconocible, en Caína se acude más al sincretismo que ya Valle-Inclán había utilizado en Tirano Banderas, un sincretismo que favorece esa peculiar atmósfera de reconocimiento y extrañeza que recorre el libro.
En esta nueva novela, además, Juan Pedro Quiñonero no se limita, como en la anterior, La locura de Lázaro, a ofrecernos una reconocible y casi imposible variación de una biografía apócrifa de Camilo José Cela, sino que ha abundado en los aspectos más complejos que se encontraban ya en ella y que en esta nueva entrega lleva a extremos peculiares, tanto que bien podemos decir que nos encontramos ante su obra más compleja y ambiciosa: compleja por el despliegue de los recursos literarios que contiene, que son muchos, y ambiciosa porque trata, lo que no es poco, de ofrecer una suerte de prisma donde se reflejan una serie de personajes de variado pelaje, conformando un mundo que solo existe en ese ámbito pero que, sin embargo, a más de uno le entrarán ganas, y creerá reconocer, a personajes de la vida española que se desenvuelven en una suerte de narración en clave. Desengáñense. Este libro es más rico que todo eso. Es sencillamente una novela.
IMÁGENES SURREALES. De ahí que nada más comenzar el libro nos topemos en Verrières con un personaje llamado Jorge Manrique descrito de la siguiente guisa: “Jorge Manrique llegó a Verrières cierta noche de invierno, lluviosa e intempestiva, embozado en un viejo impermeable usado, huyendo de alguien o de algo, como un animal acorralado perseguido en un bosque urbano poblado de autómatas”. La larga cita permite darse cuenta de lo que uno se va a encontrar en las casi quinientas páginas por venir. La transparencia del estilo de que hace gala esa cita se mantiene a lo largo del libro, también la atmósfera con la que el autor se emplea a fondo y que bebe en imágenes surreales de vieja estirpe francesa y en el espléndido imaginario expresionista español.
LA NAVE DE LOS LOCOS. Pero hay más. En pocos autores se da la capacidad de capear mundos disímiles y plantearlos sin que el estilo se altere por ello como en Quiñonero. En eso me recuerda los bruscos cambios que alteran todo el desarrollo de un cuento sin que se perciba, tan propios de los de Karen Blixen. En esta novela, el lector se va a encontrar con una representación de un mundo que se ha ido, de éste en el que estamos, y aquel con el que nos vamos a encontrar. Todo ello descrito como una representación de la Nave de los Locos. El estilo hace justicia a tamaña representación, mantiene una media distancia que hace que la atmósfera rarificada de Caína pueda ser respirable, no mortal. ¿Hay que añadir, además, que en toda la novela se percibe una ironía tan necesaria que sin ella la narración se echaría a perder? Creo que a estas alturas no hace falta.
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- ¿De qué trata mi libro..? Lo he resumido así: Primera noticia…
- Un diálogo con Antonio Astorga: Caína, cultura, política y corrupción de la moral cívica.
maty says
Es de justicia poner el enlace al artículo:
ABCD Los Heraldos Negros
Tengo intención de escribir mi propia reseña pero, leyendo la anterior, mucho me temo que soy incapaz de estar a su altura, pero bueno. Por cierto, ya he leído la primera parte, Andante Sostenuto, que son las 100 primeras páginas.
El primer capítulo me gustó (en su día lo publicaste), de ahí que decidiese comprar el libro. 2º, 3º y 4º capítulo se me atascaron un tanto (demasiado sombríos para mi gusto), pero fue leer el 5º (pág. 48) y comenzar a engancharme definitivamente.
Por eso también se me atascó Faulkner y su Santuario, como tampoco me suelen gustar las películas de terror. La vida ya tiene demasiados malos rollos como para encima buscarlos en el ocio o, tal vez, con los años, me he ido haciendo más sensible (ya no soporto tanta violencia en el cine).
En fin, la novela promete, a pesar de ser un tanto lúgubre. Quiño, soy hijo del Mediterráneo, me gusta la luz.
JP Quiñonero says
Maty,
Gracias por el enlace: ¡lo había olvidado..!
Sobre el resto… Gratitudes grandes, claro. Antígona, Edipo, la Gorgona, las Erinias también son cosas muy mediterráneas…
Q.-
Marie says
Ese comentqrio me ayuda a comprender y apreciar lo que yo llevo leido, que me impresiona mucho, Mr Q.
Joaquín II says
Ya escribiré algo también en mi blog. A mi particularmente me gustó el libro, aún cuando es verdad que hay momento que tienes que parar de lo angustioso que es lo que lees. Lo que llama mucho la atención (aparte de unos personajes en los que en algunos, sólo en algunos, se puede ver -en mi opinión- personas reales más o menos desdibujadas o mezcladas con aspectos de otras… ) es el final de la novela totalmente sorprendente (bueno sorprendente es decir poco), que por lo menos para mi, dá la perspectiva de la historia. En resumen me gustó, lo leí de un tirón y lo recomiendo.
Bueno tengo que reconocer que a diferencia de Maty me gustan bastante las historias oscuras y claustrofobicas.
Saludos cariñosos
Joaquín II says
… me gustaría añadir que la novela cumple muy bien algo que, no sé si Quiño se lo planteó, que es novelar (aun cuando la «perpectiva» parece que haya sido tomada del callejón de Gato) una parte de la Historia de Caínia, algo que creo necesario.
PD: no né si digo una burrada pero me parece que el tema o por lo menos la época ha sido muy poco tratada por escritores españoles, así a vuelapluma (es decir, que seguro que me equivoco) sólo me viene a la cabeza Los lobeznos de José Jimenez Lozano.
Otra vez saludos… y vamos se me olvidó decirlo pero… enhorabuena
JP Quiñonero says
Marie, Joaquín II,
… Marie,
Me gustaría pensar en un final feliz.
… Joaquín II,
Jo, me abrumas un poco… Gracias Mil por la generosidad… Con respecto a los detalles…
Los personajes reales e imaginarios se confunden a través de la estética del esperpento: hay algún personaje bien real que incluso es autora de un libro que lleva el mismo título utilizado en la novela… hay personajes imaginarios en situaciones reales, y personales reales en situaciones imaginarias… el comercio periodístico / audiovisual con sexo, política y demagogia no es una invención mía… y los escándalos político / financieros tampoco… las ramificaciones de esos escándalos en Italia y Francia fueron motivo de incontables crónicas.
En el ciclo de Caína, La locura de Lázaro era una parábola sobre su cultura, a través de un personaje emblemático. Una primavera atroz pudiera tener algo de parábola política: de ahí el exorcismo final.
Vendrá… algo así como Naranja mecánica, pero con autómatas, crisis inmobiliaria, nubes tóxicas y… antes me gustaría terminar una historia feliz, a finales de este año. Veremos,
Q.-
JP Quiñonero says
Juan,
La vida está muuyyyyyy «achuchada» por todas partessss…
Q.-