Escenario y territorio íntimo, la buhardilla ha ocupado un puesto mal explorado en la historia de las literaturas europeas. ¿Lo sigue ocupando, cuando el hogar, la casa, la familia, han sufrido metamorfosis tan radicales..?
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Esa era la vista de JP, desde su habitación de hotel, durante una de sus estancias en París. Foto JPQ, 9 diciembre 07.
En el caso de la gran literatura catalana del siglo XX, Pla recuerda como un acontecimiento el día en que su padre lo invitó a tomar posesión de una buhardilla familiar [El meu pare, que em veu donar voltes a l’entorn dels llibres de text, m’invita a pujar a les golfes de la casa]. En esa buhardilla doméstica se escribieron algunos de los fragmentos de la primera versión del Cuaderno Gris, comenzando por esta frase capital: “Es objetivamente desagradable no sentir ninguna ilusión; ni la ilusión de las mujeres, ni la del dinero, ni la de llegar a ser algo en la vida; solo sentir esta secreta y diabólica manía de escribir, a la cual lo sacrifico todo, a la cual lo sacrificaré todo en la vida, probablemente”.
En París, Pla recordará una y otra vez la “importancia de la cama en los hoteles franceses”. He visitado algunos de los hoteles que frecuentó Pla: y me sorprende lo diminuto de sus habitaciones.
En el caso de Mercè Rodoreda, no es un secreto que pasó una parte importante de su vida en una buhardilla de minúsculas proporciones, donde escribió buena parte de su poesía de madurez, donde se carteaba con Carner, donde escribió prosas muy importantes. “¿Qué piensas hacer con esos detalles?”, me interroga lacónica Mercè Ibarz, cuando le pregunto algún detalle sobre una buhardilla de Rodoreda, mientras leo su libro sobre la autora de La plaza del diamante. Vaya usted a saber.
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En una de esas cuatro buhardillas vivía, escribía, sufría y soñaba MR. Foto JPQ. 9 abril 08.
Mercè says
Ah, les golfes, les golfes… Muy bien visto… es ciertamente un tema a explorar..
JP Quiñonero says
Mercè,
A explorar.. ¿¿???… bueno… me pondré mi disfraz de Jim Hawckins, o Charlie Brown buscando a la chica rubia y pelirroja… sutilezas que hubiesen dejado traspuesto a mi viejo Pla,
Q.-