París, Vincennes, joven ciclista, 1941. Foto by André Zucca.
Las rarísimas si no únicas fotografías en color de París ocupado (1940-45) son insoportables para la intelligentsia local.
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La exposición Les Parisiens sous l’Occupation, photographies en couleurs d’André Zucca me pareció algo bello, cínico, melancólico. Jóvenes y bellas parisinas, felices y enamoradas, en un París sometido a la bota militar de la ocupación alemana. Jóvenes y bellas parisinas que bajan la cabeza que hace más visible la estrella amarillo mostaza que deben llevar en el pecho, a la altura del corazón. Elegantes señoras en el Bois de Boulogne. Jóvenes y felices intelectuales leyendo un libro en el Luxemburgo, donde una pareja de enamorados se abraza, riendo, riendo, felices…
Una ocupación tan feliz era el título (¿?) de libro que contaba la feliz ocupación intelectual de JP Sartre y Simone de Beauvoir, triunfantes en St.-Germain-des-Pres, durante la ocupación, justamente. Una ocupación atroz, melancólica, cruel, bíblica, la de los Diarios de Jünger, oficial de la Wehrmacht, deambulando del brazo de su amante.
Originalmente concebida, organizada, financiada por la Alcaldía de París, la exposición de unas 270 imágenes de André Zucca, fotógrafo que trabajó para la publicidad del ejército de ocupación (con un fondo por explorar de más de 20.000 fotografías), ha naufragado: y no es fácil volver a ver las fotos más felices, melancólicas y reveladoras. Ese niño que juega con un barco de madera, en los jardines del Luxemburgo, tantas veces inmortalizadas por Grau Sala, también sabía que sus padres estaban perseguidos y condenados a muerte.
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Niño en el Luxemurgo, París, 1942. Foto by André Lucca.
● Liberation, Paris très occupé.
● Guardian, Paris under Nazi occupation.
● @rrêt sur images, «Les Parisiennes bronzant sur la Seine en 42, c’est une info !».
● Le Monde, Comment a échoué une exposition critique des photos de Paris occupé.
● Fotografía en este Infierno.
Luis Rivera says
Las instantáneas hablan de todo, felicidad aparente que dificilmente puede esconder otras preocupaciones en quienes las tuvieran. Pienso en Camus y en sus escritos para Combat mientras Sartre pontificaba. Pero lo que vemos es parte de lo que cada cual mostraba. La intención del fotógrafo no puede abastar a lo universal, sino a un trozo de humanidad encerrada dentro de un marquito blanco de 6 por 6 centímetros.
Tal vez lo angustioso en esta exposición que hubiera querido ver, radica no en el contenido sino en el demoledor efecto que en una sociedad que ha tratado de borrar la huella de esos tiempos, puede llegar a conmover con la recreación de aquellos días felices. Aquella pregunta irónica de ¿y tu que hiciste en la guerra?, que aquí podríamos llevar al territorio de cambiar guerra por franquismo, estalla de repente cuando parece que se pretende convertir a todos, por causa del mimetismo y no de la intención, en cobardes, o cómplices o como ha sido hasta ahora, héroes.
JP Quiñonero says
Luis,
Creo que planteas muy bien la cosa: se trata en la mayoría de los casos de imágenes de una normalidad absoluta, más o menos bellas, más o menos triviales… el drama va por dentro. La imagen de la señorita ciclista con la que me he tomado la libertad de ilustrar esta anotación ¡ha desaparecido del puesto donde estaba..! relegada a un lugar menos visible… ¡ofende el espectáculo de una chica joven, guapa, simpática… paseándose, tan pancha, en un París ocupado por la Whermacht..!
Y el chico que juega con su barco ¡es un famoso historiador que ya sabía que sus padres estaban en la Resistencia!
Esa ambiguedad de la imagen es lo que parece chocar y percibirse escandaloso. La vida,
Q.-
Ermengardo says
Los franceses son poco o nada autocriticos. Se ha fabricado una historia de valientes resistentes que saben que es perfectamente falsa, pero no quieren que se lo digan a la cara.