Tras varias copas de champagne, contemplando una discreta colección personal, con algunas obras de André Masson y Dubuffet, al despedirme, le digo a Madame Sarkozy: “Señora, tienen ustedes una excelente colección de pintura”.
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SEÑORAS CON EL CULO AL AIRE
Digna, moderna, señora, los setenta muy deportivos, Madame Sarkozy me responde cogiéndome del brazo: “Ayayay, señor Quiñonero. Hace años era otra cosa… pero, sabe usted, Pal ya no trabaja y tenemos que pagar los impuestos, que son muy elevados, en Francia”.
Pal es Paul Sarkozy, padre del presidente de la República, que ha descubierto su vocación última de pintor “surrealista” pasados los 80 años, asociándose a un viejo colega publicitario, Werner Hornung, veinte años más joven, para realizar juntos “obras de arte”, realizadas con dibujos, fotografías, imágenes de ordenador, colores francamente chillones y temas muy “osados”, digámoslo así: señoras desnudas, contempladas en posiciones “artísticas” y menos artísticas; hadas o seres imaginarios con voluminosos atributos femeninos; muy diversas intimidades femeninas, coloreadas con verde fluorescente y otros colores “llamativos”.
La “paleta artística” de Paul Sarkozy y Werner Hornung no se limita al tratamiento “surrealista” de señoras con el culo al aire. También hay “escenas taurinas”, negro y rojo chillón. Y cosas con personajes que no está muy claro si son gallinas alucinadas o mariposas carnívoras. Treinta y tantas de esas obras se presentarán en Madrid (Fundación Temas de Arte, Pabellón de la Casa de Vacas) dentro de unos días. No está prevista por ahora una exposición parisina de tales trabajos, cuya presentación a la crítica local corre el riesgo de atizar comentarios disolventes.
ALUCINACIONES “ERÓTICO – SURREALISTAS”
Tras una vida francamente agitada (huida de Hungría, Legión extranjera, primer matrimonio con la madre de Nicolas Sarkozy, sucesión de matrimonios fallidos, hasta encontrar la paz sentimental, pasados los sesenta), Paul Sarkozy ha terminado reconciliándose con su hijo, de quien ha hecho un retrato mucho más potable que sus alucinaciones “erótico – surrealistas”. Instalado en la muy residencial aunque apartada isla de la Jatte (muy próxima de Neuilly, donde su hijo presidente ejerció como alcalde), Sarkozy padre ha vendido parte de su colección personal para pagar impuestos. Y todavía no tiene cota como artista. Sus obras realizadas a dúo, en series de seis ejemplares, se venderán entre 6.000 y 8.000 euros.
Gran señora, Madame Sarkozy no se ruboriza cuando su esposo se fotografía sonriendo, sentado ante una amazona con unas nalgas al aire que brillan con el fulgor de las luces fluorescentes que la iluminan alegremente. Al despedirme, la señora me pregunta si me dejaré caer por Ibiza o Marbella, este verano, donde ella pasó tantas temporadas gloriosas. ¿Cómo decepcionarla y decirle lo que pienso..?
PS fotografiado por D. 3 junio 08. Foto JPQ.
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