Iberoamérica tiene los inmensos problemas, la talla demográfica y los recursos naturales que exigen y debieran permitir dar una respuesta común a los inmensos desafíos de la crisis financiera mundial: pero está falta de un liderazgo que España no ha sabido o podido ofrecer.
La Transición tuvo un atractivo histórico para muchas balbucientes democracias americanas. Felipe González y José María Aznar aspiraban a convertir España en «intermediaria» o «puente» entre ambas orillas del Atlántico. La presidencia Zapatero ha coincidido con una crisis del proceso de integración política y económica del Cono Sur y un eclipse de la influencia española.
Cuba ha perdido el atractivo que tuvo su modelo comunista en los años 60 y 70 del siglo pasado. El populismo revolucionario venezolano ha conseguido dinamitar varios procesos de integración suramericanos, pero es percibido con inquietud en varias capitales americanas. El modelo chileno de transición a la democracia es una desdeñada experiencia histórica feliz. Argentina y México son grandes potencias regionales, víctimas de cancerosas gangrenas nacionales (narcotráfico, corrupción, etc.). Brasil se percibe como la gran superpotencia iberoamericana, cuya inmensidad le permite dialogar en solitario con Washington y la UE.
¿Y España…? En el terreno político, la diplomacia española ha sido incapaz de liderar o influir de manera determinante en el proceso de empantanada erosión de la integración política y económica de Iberoamérica. Los modelos de gestión política y económica del Estado, en Madrid, no se perciben muy estimulantes ni viables en ninguna capital americana. En el terreno económico, el modelo suelo-hormigón-ladrillos-especulación suscita las más profundas reservas.
En el terreno diplomático, Sarkozy, Brown, Merkel, son percibidos como los grandes actores europeos, cuando Brasil y México tienen una capacidad de influencia, en Washington, que no posee el Gobierno español, cuyas ideas propias han sido invisibles durante el proceso de gestión trasatlántica continental de la crisis.
Lo último es que Mr. Sarkozy nos ceda su «silla» para poder asistir a la cumbre. Muy amable de su parte pero .. que humillante para Zapatero..
Nicole,
Si, al menos, alguien tuviera una idea sobre algo…
Q.-
Uno de los problemas, me parece, es que Latinoamérica dificilmente aceptaría influencia española en sus países por razones de tipo histórico.
Por otro lado, pasan cosas difíciles de aceptar y comprender, entre otras, hablando de México: ésta.
Un abrazo
Magda,
La «influencia» con espías, policías y ejércitos es algo funesto, como olvidarlo. La «influencia» con palabras e ideas produce inmensas transforamciones…
… la palabra de Rubén Darío, que era nicaragüense, transformó la historia de las culturas americanas y españolas…
… la palabra y la acción de muchos desterrados españoles fundó grandísimas editoriales en las Américas…
… Juan Ramón Jimenez hablaba de Españoles de tres mundos: españoles de España, españoles de España desterrados, y españoles de cultura y nacionalidad mexicana, argentina, venezolana, chilena, etc…
… no percibo hoy ideas o palabras de ese calado, ni en España ni en las Amércias,
Q.-
Lo comprendo perfectamente, y estoy de acuerdo contigo respecto a los aspectos positivos de España en México en los tiempos que mencionas. Sin embargo, ello es solo un aspecto menor respecto a otros mucho más grandes que están en la percepción en Latinoamerica. Y me refiero a «menor» no por negarle importancia, sino porque la cuestión de España en Latinoamerica guarda otros aspectos mucho más complejos y grandes y que viven en el colectivo mental de los latinoamericanos. Sería sumamente largo de comentar.
La página que te he puesto de referencia no se trata de espías, policías y ejércitos. Te lo comenté por lo que expresabas referente a la influencia política de España en América, te decía que además de los aspectos históricos que te apunto, es dificil que se esta influencia por cosas como las que suceden (muy seguido) y te daba ese ejemplo que trata de lo siguiente: el Secretario de de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo, es hijo del español Manuel Carlos Mouriño Atanes. Hubo enormes manifestaciones de protesta cuando Juan Camilo Mouriño Terrazo subió al puesto, no se quería porque se decía que era hijo de español y que no podía estar en el Gobierno alguien que no fuera hijo de mexicanos. Al paso del tiempo, y en eso se está actualmente, se descubrió que Manuel Carlos Mouriño Atanes, padre del Secretario de Gobernación, había hecho su dinero (que tiene mucho) de forma ilícita no solo en España, sino en México.
Todas estas cosas, más las históricas, dificultan influencias políticas de España en México y en Latinoamérica. Además de que la Constitución mexicana no lo permite si ésta fuera ya institucionalizada.
Buen fin de semana.
Magda,
Bueno…
Q.-