“… una calificación adecuada de los crímenes vale más que una cascada de libros…”
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De la prensa de la mañana:
ANTONIO ELORZA
«Las heridas de la Guerra Civil -ha escrito Ian Gibson- sólo se curarán definitivamente cuando ambos bandos acepten la verdad de lo que pasó en sus respectivas retaguardias durante la contienda franquista». Por eso, aun cuando el auto del juez Baltasar Garzón estuviera plagado de todos los errores que le atribuyen sus detractores, resulta innegable que ha tenido la virtud de poner las cartas sobre la mesa. De los dirigentes nazis a Karadzic, una calificación adecuada de los crímenes vale más que una cascada de libros.
Documentación exhaustiva, metodología adecuada y ponderación son los requisitos para que los resultados del análisis cumplan su papel sobre la conciencia cívica. El trabajo de Gibson viene siendo a este respecto ejemplar, y muestra de ello fue su libro de 1983 sobre Paracuellos, la matanza organizada de derechistas en noviembre de 1936. Nada tiene que ver la condena de la sublevación militar de julio por consistir en un genocidio, esto es, en el intento en buena parte logrado de aniquilar físicamente a la izquierda española, con el necesario reconocimiento de que en la España republicana hubo asesinatos de masas. No genocidio, pues fueron respuesta puntual a la coyuntura creada por la rebelión. Su análisis prueba que tampoco era «la República» responsable, ni hubo excesos «republicanos», como sugirió Carrillo en un programa nocturno de TVE, a diferencia de lo sucedido en la España de Franco.
Gibson mostró que tanto en Paracuellos como en posteriores «sacas» de noviembre de 1936, en el crimen nada hubo de improvisado ni de accidental, aunque sí de respuesta a una circunstancia de excepción: el Ejército de Franco a las puertas de Madrid. Fue entonces adoptada una pauta de comportamiento estrictamente leninista con precedentes en la guerra civil rusa. El Gobierno republicano acababa de abandonar Madrid y la Consejería de Orden Público en la recién creada Junta de Defensa quedó en manos de un joven comunista, Santiago Carrillo, en tanto que como delegado de Orden Público resultó nombrado un colaborador suyo en las Juventudes Socialistas Unificadas, Segundo Serrano Poncela. Es éste quien asume la responsabilidad formal de las «sacas» y visita la Cárcel Modelo el 7 de noviembre de 1936 tras ordenar que sean seleccionados los «militares» y los «hombres de carrera y aristócratas». Objetivo: suprimir a futuros cuadros civiles y militares franquistas de caer Madrid. El hecho de que tales sacas cesasen inmediatamente el 4 de diciembre, al sustituirle el anarquista Melchor Rodríguez, confirma que la responsabilidad de los crímenes fue comunista. El representante del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en Madrid, Jesús Galíndez, y, verosímilmente siguiendo sus informes, el ministro Manuel Irujo, lo confirman y señalan por su nombre a Santiago Carrillo (ver Los vascos en el Madrid sitiado y el informe de Stepanov a Moscú, de 30 de julio de 1937).
Ahora bien, una decisión de tal calibre no podía ser tomada por los dos neocomunistas. Gracias a la documentación del Archivo de la Internacional Comunista sabemos que al frente del PCE, entre 1932 y 1937, no se encontraba José Díaz, ni menos Pasionaria. Todo pasaba, y en primer término la comunicación telegráfica con Moscú, por el representante de la Comintern en Madrid, el argentino Victorio Codovilla, organizador luego en México, según Vittorio Vidali («comandante Carlos»), del asesinato de Trotsky y recompensado por su larga trayectoria estaliniana con un nicho en el muro del Kremlin. Es él quien a fines de agosto, en telegrama cifrado, lamenta el asalto mortífero a la Cárcel Modelo. No le gustan los incontrolados, pero sí la represión. A fines de julio de 1936 transmite a Moscú la disparatada impresión de que la sublevación está vencida. Piensa que el peligro es anarquista. Solución: «Se aplicará ley revolucionaria».
En noviembre, vacío en los telegramas consultados, salvo cuando el día 23 Codovilla informa a Moscú que los documentos de fusilados están disponibles. Todos sabían dónde residía el centro de decisiones. Para describir la posición de Codovilla, André Marty no encuentra otra palabra que la de «cacique» que «resuelve todo él mismo». Cuando el periodista soviético Kolstov se informa en la noche del 6 al 7 de noviembre con Pedro Checa, secretario de Organización del PCE, sobre qué se va a hacer con los detenidos y éste explica la conveniencia de «elegir a los elementos más peligrosos», garantizando que «no se escaparán», Checa es la mano derecha de Codovilla.
La pirámide del mando en una organización comunista no admite iniciativas espontáneas. A Carrillo implícitamente y, de cara al exterior, a Serrano Poncela, les tocará la responsabilidad institucional. Sirvieron de instrumentos conscientes. Avalada o no por Moscú, la decisión de los asesinatos masivos de noviembre del 36 sólo pudo ser tomada por el delegado de la Internacional Comunista en España. [El País, 1 noviembre 08].
Emilio says
La pirámide del mando en una organización sectaria no admite iniciativas espontáneas. A Elorza implícitamente y, de cara al exterior, a sus palmeros, les tocará la responsabilidad institucional. Sirvieron de instrumentos conscientes.
Carrillo fue un criminal, lo sabe todo el mundo que quiera saberlo.
maty says
Carrillo es un criminal de guerra que debió ser encausado en cuanto se tuvo oportunidad. Ahora bien, décadas más tarde, tuvo la hombría de pactar no mirar atrás por el bien de todos los españoles, para evitar que una vez más fracasase la implantación de la democracia en España.
Pero desde el momento en que este gobierno decide hacer bandera política sectaria del pasado, rompe con el pacto de entonces, de ahí su gravísimo error.
Pero no sólo Carrillo, en Cataluña se rinde homenaje público (y con fondos públicos) a un golpista contra la II República: Lluís Companys, condenado, junto al resto del gobierno de la Generalitat de entonces, a 30 años de cárcel.
Un personaje nefasto que debiera ser señalado como lo que es, amén de su gran responsabilidad en los más de 8.000 asesinatos cometidos en Cataluña durante la guerra, por acción (algunos) y omisión (la gran mayoría).
Que años después fuera objeto de un juicio sin garantías y posteriormente fusilado, no lava sus gravísimas culpas anteriores. Como recordaba el otro día Xavier Pericay, también José Antonio Primo de Rivera sufrió un destino similar (en el bando republicano), pero no por ello goza de homenaje público alguno.
Casi ningún político de entonces merece ser homenajeado, pues fueron responsables de las calamidades posteriores. De los importantes, sólo puede salvarse al socialista vasco Julián Besteiro, de ningún modo al resto de dirigentes del PSOE (Indalecio Prieto y compañía).
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de Febrero del 36, se amnistió ilegalmente al golpista Companys y a sus consejeros (como antes se hizo con otros en el gobierno anterior de derechas). Semanas después, se asesinó a Calvo Sotelo por orden de Indalecio Prieto (PSOE), que ya era ministro. Esas y otras circunstancias hicieron que finalmente el general Franco, fiel a la República hasta entonces, decidiese unirse a los conspiradores golpistas de derechas.
Por eso es mejor no remover el pasado, pues muchos fueron los culpables. Es mejor dejar pasar unos cuantos años más y dejar el tema en mano de los historiadores y no en la de los políticos ni en la de jueces de instrucción. En estos momentos tenemos un problema muchísimo más grave (la recesión económica), y no conviene perder energías en algo que provoca la división de los españoles en un momento en el que conviene la mayor unidad para afrontar lo que se nos viene encima.
Ahora, como entonces, los nacionalistas catalanes, excluyentes o no, anteponen su sectarismo al bien común, al respeto de las leyes y del orden constitucional vigente. Por ello hay que cambiar la ley electoral y realizar reformas constitucionales para restarles poder, por el bien de todos los españoles, catalanes incluidos.
Mercè says
A propósito de Codovilla, transcribo lo que me cuenta desde Buenos Aires una querida amiga de 82 años, periodista que fue en la agencia de noticias romana Ansa:
«Podemos incluir a Codovilla en la lista de asesinos que hemos tenido en Argentina en el siglo XX. El tipo había nacido y crecido en Italia y hablaba con un acento italiano de muerte. Durante los años 40s y 50s era el jefe del partido comunista argentino, PCA, y uno de los partidarios más fieles de la alianza del PCA con los representantes de la extrema derecha contra el peronismo que crecía y se desarrollaba entre los obreros y los peones agrícolas. Todavía recuerdo el título de su ‘sesudo informe’ en un plenario del PCA de los 40s: «Como combatir al nazi-fascismo-peronismo». A veces pienso que un día me voy a divertir yendo a la seda central del PCA, aquí en Buenos Aires, para pedir que me dejen leer esta «opera magna» del asesino de la GPU Victorio Codovilla. Quizás se limiten a echarme a la calle de mala manera y comentar después que les ha visitado una tipa tocada del ala que les ha pedido «un informe jamas existido».
JP Quiñonero says
Mercè,
Qué maravilla… qué maravillosa vitalidad,qué verbo tan juvenil, apasionado…
Q.-
maty says
Cachis, no he encontrado a Luis del Olmo en este infierno.
menéame Carrillo manda al infierno a Luis del Olmo [Audio]
Ayer, viví una experiencia paranormal: pasé -vía mando- por el canal televisivo La Sexta y me quedé. Entrevistaban a Julio Anguita. Junto a algunas grandes verdades otras miserias mayúsculas. Lo dicho, la ideología de turno impide valorar justamente la realidad.