El jardín y la fuente de los novelistas, en Villa Fontana, Menton, 17 enero 2009. Foto JPQ.

Aunque España no lo sepa, en el rincón más bello y recóndito de la Costa Azul hay una casa encantada y unos jardines de leyenda consagrados a Cervantes, Don Quijote y Sancho, la gran cultura española, las fuentes, los jardines valencianos y andaluces de origen moro y persa, el legado de un escritor español que allí deseó echar los cimientos de un bien terrenal castillo de cuento de hadas.

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ECOS DE ROSEBUND Y CIUDADANO KANE

Elisée Reclus decía que Menton es “la perla de Francia”, entre Ventimiglia, ya en Italia, y Mónaco, en el corazón del País Mentonasco, que es un país que fue independiente durante siglos, tiene una lengua-dialecto propio, a caballo entre el ligur italiano y el occitano-provenzal, y es la única tierra de Francia donde crecen los limoneros, gracias a un micro clima favorable a la más bella flora tropical.

Escritor riquísimo y universal, a primeros del siglo XX, Vicente Blasco-Ibañez decidió retirarse en Menton. Y allí compró y construyó Villa Fontana, que algo tiene que ver con la Rosebud de Ciudadano Kane / Orson Welles, doble legendario del San Simeón (California) de William Randolph Hearst (que llamó Rosebud a alguna de sus más íntimas propiedades, en homenaje al clítoris de una mujer amada).

Willy Hearst compró un monasterio cisterciense de Segovia (España) y lo trasladó piedra a piedra a California. Como el Ciudadano Kane construye en Rosebund el más hondo de los misterios de la historia del cine. En Villa Fontana, Blasco-Ibañez acometió un proyecto muy semejante: una fabulosa mansión muy Belle Epoque, consagrada a Cervantes y otros íntimos homenajes: jardines copiados de los jardines sevillanos, estanques de agua cristalina y rarísimos peces mediterráneos, fuentes decoradas con cerámicas de su Valencia natal, pérgolas mediterráneas, buganvilias, plátanos, cipreses, rosales trepadores, glicinas, higueras, creciendo entre esculturas de piedra y bronce, columnatas y escaleras de mármol y azulejos de vivos colores y figuras florales…

AmanecerdesdeHotelR*, Menton. Foto JPQ.
UN MISTERIO ENCANTADO

Blasco-Ibañez consagró los últimos años de su vida, entre 1921, el año de la compra de Villa Fontana, y 1928, el año de su muerte, en Menton, donde fue enterrado, con una pompa excepcional, a imaginar, construir y habitar aquel sueño suyo, acompañado de Elena, su segunda esposa.

En 1932, los restos mortales de Blasco-Ibañez fueron trasladados a su tierra (cosa que no ocurriría, más tarde, con los restos de Antonio Machado, enterrado por los siglos de los siglos en tierra francesa, en Collioure). Durante la Segunda guerra mundial, Menton fue ocupado por las tropas italianas, y Villa Fontana fue saqueada.

Pasaron muchos años de abandono, hasta que el hijo de Blasco-Ibañez cedió a Menton los restos saqueados de Villa Fontana. Poco después, Menton consiguió que el Estado francés declarase Villa Fontana monumento nacional. A partir de 1993, Menton inició la lenta reconstrucción de Villa Fontana, que comienza a ser un lugar de misteriosa peregrinación.

Blasco-Ibañez imaginó una villa encantada, con un cine propio (en curso de reconstrucción), cerámicas valencianas y mentonesas, un acuario, unos jardines consagrados a la lengua española: “Jardín de los novelistas”, donde Cervantes continúa en pie, al borde de un estanque encantado, escoltado de los bustos de Balzac, Flaubert, Dickens, Dostoievski, acompañados de varios centenarios de pequeños y muy bellos azulejos con motivos de Don Quijote y las maravillas florales y frutales del Mediterráneo.

Ilustraciones del Quijote, con azulejos mediterráneos. Detalles florales, a imagen y semejanza de los azulejos y mosaicos persas, árabes, valencianos, sevillanos. Foto by Mercè Ibarz.

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