RueSt.-Benoit, 19 febrero 09. Foto JPQ.
-A mi novio no le gustaría que me fotografiase de frente.
– …
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Con motivo de un Amor furtivo, he intercambiado con Juan Ballester un par de comentarios sobre arte, fotografía, imagen pictórica e imagen fotográfica, que me ha parecido interesante reunir en una entrada común.
DE JUAN BALLESTER A JPQ, SOBRE FOTOGRAFÍA, ARTE Y REALIDAD
Juan P.:
G10, Leica…, qué casualidad Juan Pedro. Siempre he trabajado con la Leica M3 y resulta que la semana pasada compré una Canon G10. De todas formas, me han hablado de la Leica M9, que parece ser puede llevar objetivos de los de antes y lleva un sensor full frame, así que quizá, quizá volvamos a disfrutar cazando.
Hago fotos desde hace 40 años, siempre he sentido una gran atracción por la fotografía, pero siempre esa primera atracción ha dado paso a una gran frustración: se me agota la imagen, se me muere la imagen, una vez vista ya nunca más puedo volver a ella sin sentir cierto asco, cierta decepción. Con su lenguaje centesimal y físico, la imagen nace muerta. Sólo me interesa cuando se preocupa de lo humano; por ejemplo, me alegra conocer hoy la cara de Delacroix, pero no me interesan nada las montañas de Adams, esas montañas con esas nubes seguirán eternamente, pero nunca jamás volverá a suceder la cara de Delacroix. Es ahí, como testimonio de lo humano como me interesa, pero nada, en absoluto como arte, ese es el error. Se ha confundido desde siempre con el papel de la pintura por ser realista y por poder fijarse sobre un soporte plano. Habría que analizar la influencia de este invento sobre la mirada del hombre del siglo XIX, pero es evidente que durante el siglo XX su desarrollo y popularización han ido a la par con la separación que el hombre actual siente hacia la realidad, la realidad natural para ser más concretos.
Tomás Segovia me contó una anécdota: viajaba en autobús de Madrid a Murcia y la mayoría de los viajeros echaron sus cortinas para poder ver con claridad un documental sobre naturaleza que ponían en la televisión del autobús, mientras que fuera estaba sucediendo el gran espectáculo del anochecer en la Mancha. Quisiera contar miles de casos que he visto, pero me niego a recordarlos, a tenerlos en cuenta, quiero mirar para otro lado, pero es innegable que la imagen está vaciando de contenido la realidad que dio pie a esa imagen.
Bueno, mañana es lunes, nos debemos a nuestros trabajos y debemos descansar, pero voy a copiar estas entradas porque es un tema que me apasiona en la misma medida que me entristece, pero antes he pensado sobre esas varias realidades que pueden darse, aunque más bien serían las distintas posiciones en las que podríamos ver la única realidad, la total,
J.
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Lacorredora de la Av. De Choisy, desde el Hawaii. 22 febrero 09. Foto JPQ.
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DE JPQ A JUAN BALLESTER, SOBRE IMAGEN PICTÓRICA E IMAGEN FOTOGRÁFICA
Juan,
La tentación del vino, las habas y jamón es difícil de resistir.
Pero, de entrada, oye, lo de “instante decisivo” (que yo ya había comenzado por entrecomillar) es de HCB. Yo hablaba de “… llegar a preservar algo de un instante pasajero”, que no es exactamente lo mismo.
Pero, sea. Lo peor del tal instante decisivo es la obscena utilización de la que ha sido objeto: ¡qué de miserables montajes de tapadillo para fotografiar miserias…! Corro, pues, un tupido velo.
Mi instante pasajero es algo menos presuntuoso y decididamente virgen: el instante en que el azar, la mirada y / o el arte de un fotógrafo captan una imagen con gracia. Esa gracia quizá no venga forzosamente de la “realidad” (¿cuál de ellas?), si no de la conjunción de luz y mirada, la composición de las figuras, la gracia, el arte, en definitiva, de una obra cuyo milagro suele ser el fruto de mucho tiempo de trabajo solitario. Incluso el mejor retrato de estudio obedece con frecuencia a la búsqueda de ese instante pasajero. Avedon, por ejemplo, ponía a modelos delante de la cámara… y les hablaba… de todo y de nada… y comenzaba a disparar (sin que los modelos lo supiesen)… hasta que, al cabo de un montón de disparos, al fin, la conjunción de palabras, silencios, luces y miradas, terminaba por dar el fulgor esperado por el artista. Newton contó como se trabajó su retrato de Margaret Thatcher… algo igualmente laborioso.
En el caso de la imagen callejera… creo que la cosa se explica sola. Incluso en la foto callejera de “estudio” (los nocturnos de Brassaï). El cazador furtivo se trabaja durante largas horas la aparición de una gracia errante entre las luces de la selva urbana.
… advierto, a todo esto, que he vuelto a perderme y dejar en el camino las relaciones entre la imagen pictórica y la imagen fotográfica…
Comenzaré por el principio. En verdad, a cualquier cosa / horror le llaman “imagen fotográfica”… dando por supuesto que los horrores que se venden en las ferias de arte contemporáneo son los genuinos representantes del arte de nuestro tiempo, cosa que yo no tengo nada clara.
A partir de ahí… a pesar del ostracismo del que son víctimas los pintores, NO creo en absoluto en la “muerte” de la pintura. La pintura está bien Amenazada. Pero recuerdo a un montonazo de artistas que continúan dibujando y pintando, con distinta suerte. Entre esos pintores condenados al ostracismo, unos son sensibles a las imágenes fotográficas; y otros no. Pero basta con recordar lo que pintan algunos pintores cartageneros o valencianos para advertir como su mundo, su realidad artística, dialoga a cada instante con el arte de la fotografía.
Por su parte, entre los fotógrafos hay de todo… basura y grandes artistas. Por otra parte, la evolución de las técnicas fotográficas abre Nuevos Mundos… los automatismos de una pequeña G10 (la cámara con la que yo tiro) permiten captar imágenes impensables con las mejores Leicas de casi ayer mismo. Lo esencial, ayer y yo, sigue siendo la mirada del fotógrafo: su arte de la composición, la oportunidad de su presencia / mirada, la gracia de sus composiciones (construidas artificialmente, o captadas al azar de sus vagabundeos)… problemas muy semejantes a los del antiguo pintor de caballete: basta con salir a la calle y contemplar la realidad visible… y ser capaz de crear algo nuevo, con un gesto (el gesto del acuarelista de genio), o disparando con oportunidad y arte, a la espera que esa nueva realidad decante, haga aflorar o permita crear una obra con gracia… Gracia que no deja de ser el fruto -cuando hay fruto- de un largo, duro y amargo aprendizaje, hasta que un buen día, el gesto del pincel o el disparo de la cámara precipitan el milagro de una realidad nueva y seductora…
Q.-
- Dark Lady y Fotografía en este Infierno.
Señoradelabufandaroja. Marché d’Aligre, 22 febrero 09. Foto JPQ.
Angel Duarte says
Le expresaré mi preferencia -no en lo relativo a los textos, pues ahora me pongo a ello-: la primera. Me ha evocado a Degas. Así de simple.
el náuGrafo says
A mí la segunda me recuerda a los cuadros de Passy en invierno.
Muy buena la imagen de gente en el bus viendo un documental sobre leones sin apreciar el espectáculo manchego.
Sani says
La primera es divina. De premio gordo.
Demuestras tener el «rifle de precisión» siempre en ristre y, cual boy scout, «sempre a punt» de dieparo.
Tiene mucho mérito toparte con ese instante fugaz y no dejar que se pierda!
En la segunda no puedo dejar de preguntarme el porqué de la asimetría del culete juvenil. Qué quieres ! No es culpa mía 😉
El «Accès pompiers» en el contexto de esa foto vale su peso en oro. No lo comento para no desmerecer la virtud del conjunto.
En la tercera, me pregunto primero a qué distancia estabas y, luego, qué hubiera salido de haber disparado tu unos segundos antes o unos segundos después…
Madame, JPQ, cet incorrigible chasseur d’instants magiques, n’a pu s’empêcher de tomber sous le charme du parfait contraste entre votre rouge écharpe et l’or de vos cheveux. Pardonez-lui son audace…car elle vous rendra immortelle !
Juan Ballester says
Querido JPQ, continuando nuestro debate sobre la imagen y lo pictórico, te quería decir lo siguiente: Indudablemente la imagen tiene su esencia y su maestría, no todo el mundo sabe mirar viendo; mirar es una cosa y ver otra. Una buena imagen, más allá de estar técnicamente bien realizada, con sus luces y sombras, con su composición y sus ritmos visuales, con su interés documental, es sólo reflejo de lo que el fotógrafo vió. Existe en ella también una habilidad, una destreza, una sensibilidad si quieres, pero lo verdaderamente creativo -que es lo que únicamente importa- del fotógrafo está en su mirada, en saber ver, y esta condición, en su origen, no es de fotógrafo, sino de hombre, de alguien que al mirar es capaz de entrar en sintonía con la realidad TOTAL que tiene enfrente. La foto, por tanto, no será nunca un objetivo, un fin, sino una consecuencia, una especie de testimonio de aquella mirada. Voy más lejos, la foto es sólo un esqueleto de aquello que sucedió. La imagen, como te decía el otro día, es algo que nace muerto porque es sólo pura exterioridad. Cuando Cartier Bresson fotografía a ese muchacho que vuelve muy satisfecho de la compra con sus dos botellas de vino, en esa imagen sólo podemos intuir el sentimiento del joven, pero nunca el sentimiento del fotógrafo. En la fotografía podrá darse, como en cualquier actividad humana, un conocimiento, una maestría, una sensibilidad, pero jamás un sentimiento. Cartier Bresson era un hombre con maestría y sensibilidad, pero a través de sus imágenes jamás podremos participar de su sentimiento.
En cambio, lo pictórico no es exterioridad, nunca viene de fuera, sino que está dentro, en su esencia, en su ser. El sentimiento de la pintura, que nos recordaba nuestro amigo Ramón Gaya. Y lo que te decía el otro día es que, a mi entender, ese sentimiento de lo pictórico -que nada tiene que ver con realismos ni con vanguardismos- se encuentra en franca retirada ante la enorme confusión que se ha creado en torno a la simpleza y pobreza de cualquier imagen. La imagen refleja la existencia de algo, pero nunca es ese algo, mientras que lo pictórico no necesita vestirse de realidad, porque es realidad.
Perdón por lo extenso. Un abrazo: JB
Sani says
Me ha encantado leer esa reflexión, JB, porque me parece que puede llevar cola. Y «de grâce», JB, te pido que no vuelvas a pedir perdón nunca más por escribir unas lineas. Escribe lo que quieras y como quieras! Hasta ahí podríamos llegar con la inversión y la corrupción de valores! 😉
Se me ocurren varios puntos que comentar.
Uno que el «pero» a la incapacidad de la foto de reflejar el sentimiento del fotógrafo no sea tal, o a lo sumo que sea poco grave. Casi nada consigue dar cuenta del «todo» de las cosas. Cada cosa sirve para lo que sirve. Y siendo así, es preferible insistir más en lo que hay que en lo que falta.
Para expresar el sentimiento está justamente la palabra.
Así pues, más que el «sentimiento» del fotógrafo puede que lo que de verdad interese detrás de cada fotografía sea poder ir configurando y conociendo -en pequeña medida- la personalidad del fotógrafo o afotillero en el que cada cual se convierte uno hoy en día.
El acceso a los álbumes virtuales públicos expuestos en la red, nos hablan de una parte de su vida y su circunstancia: el cazador de imágenes estaba allí! En ese pueblo o en esa ciudad, en ese bar o en ese restaurante, en ese mercadillo o en el metro de Barbès…
Hay un cronista testigo de instantes fugaces.
Quizás se pueda añadir también que la relativa «innecesidad» de la foto, ha cambiado ahora de signo. Ahora cada foto -aún las malas- se convierte un acto de generosidad que permite compartir con los demás el gozo individual experimentado en cada cacería fotográfica en el mar o en la montaña, en el campo o en la ciudad, de día o de noche…
Pienso que antes la mayoría de las fotos eran sólo objetos íntimos o familiares.
Ahora, con la aparición de la fotografia digital y se ha producido un crecimiento exponencial del número de fotos de todo tipo que todo el mundo capta y pone a disposición de todo el mundo en Internet, se impone una estrategia de filtrado, para separar el grano de la mucha paja… pero pienso que el exceso no debería ser problema.
En lugar de matarlas, mejor démosles vida a todas… Y que cada cual se transforme luego en el dios encargado de reconocer las suyas.
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Juan Ballester says
Sani, dices: Casi nada consigue dar cuenta del “todo” de las cosas. Cada cosa sirve para lo que sirve. Pero la Creación, el hecho creador, no sirve ni debe servir para nada. Lo pictórico no es que dé cuenta de algo, es que es algo en sí mismo, mientras que la imagen, más allá de ser objeto material o testimonio documental, no es nada en sí misma, es sólo mirada y pura corteza de la realidad. Pero lo más dramático de todo esto, de esta masificación de imagen, es que está suplantando y eliminando la capacidad del hombre para ver limpia y directamente la realidad. El problema que encuentro en la actualidad es ese, el distanciamiento tan grande que el hombre actual tiene hacia la realidad. De ese vacío viene, seguramente, el desorden plástico, la ausencia de valores. Lo pictórico no podrá morir nunca porque es algo que pertenece al hombre, a su más íntima condición, pero qué duda cabe de que en lo pictórico hemos entrado en la etapa más difícil de su existencia, mucho más que en el medioevo.
Sani, cuidamos al lince ibérico o al mosquito del Paragüay, pero estamos dejando desaparecer una de las condiciones más originarias del hombre: lo pictórico, le creación pictórica. Por eso creo en Gaya, por eso soy gayista de fé, porque me parece el único pintor actual que ha entendido ese peligro. Veremos, si lo vemos.
Un saludo murciano: Juan Ballester
JP Quiñonero says
Queridísmos Àngel, Náufrago, Sani, Juan Ballester…
… Àngel,
Hombre…
… Náufrago,
El autor de Passy en Invierno es siempre muy artista, toque la disciplina que toque, de la acuarela, a la foto, entre otras.
… Sani,
Ya son dos las paellas y fotografías que te debo en Portaferrisa o aledaños, claro. (Corro un tupido velo sobre culos de señoras, oye). Sobre la tercera… estaba a unos cuatro o cinco metros, no más. Tu mensaje a la Señora me abruma de gratitud… ¡marchando otra paella…!!!
… Querido JB,
No, no… imagen y pictórico son categorías demasiado abstractas. Hay imágenes fotográficas que son un testimonio, otras que no son nada, incluso hay imágenes que son una creación, obras de arte genuinas. Lo pictórico… hay pintores buenos, muy buenos, malos y malísimos… el usar los pinceles no confiere a ninguna obra categoría de arte automáticamente, ni mucho menos.
La imagen fotográfica llega a ser obra de arte en algunas ocasiones, gracias al arte de algunos artistas. Hay que ser artista -acuarelista o pintor al óleo- para crear obras de arte genuinas.
Como ocurre con la pintura… el artista fotógrafo no siempre sabe lo que ha hecho. A veces, si; no siempre. En ocasiones, acuarelistas y fotógrafos descubren lo que acaban de crear cuando el trazo se ha consumado con un gesto que comporta mucha maestría, pero que no siempre posee ninguna “lógica”, ni razonable ni perceptible. El gran arte comporta una parte insondable de pura revelación. Al mismo tiempo, como olvidarlo, siempre es imprescindible un cierto arte a la hora de encuadrar, mirar, ver, disparar el obturador o realizar un trazo en el lienzo. En verdad, la mirada del artista comienza por ser cosa interior, cosa mental, decía ya no recuerdo si Rafael o Leonardo: el arte (el pictórico y el fotográfico) tiene algo de visionario, profético. Y esa capacidad visionaria no es patrimonio único del artista pintor.
Decir que la fotografía no puede dar un sentimiento (“En la fotografía podrá darse, como en cualquier actividad humana, un conocimiento, una maestría, una sensibilidad, pero jamás un sentimiento”) es algo que me parece fuera de lugar: cuando AGA fotografía los pies desnudos de un amigo muerto, en la morgue… está velando e iluminado sentimientos muy hondos: y esa hondísima obra de arte es una reflexión muy profunda sobre la figura humana, el alma, el dolor y la muerte. Te diré más… incluso el amor entre los amantes es una materia propia de la más alta fotografía: amor que resplandece a través de la mirada… y que es posible descubrir, ver y captar a través de la luz que ilumina las pupilas de ella o de él. Incluso, si me apuras, la fotografía es capaz de hablar de algo único e invisible hasta nosotros… de la resistencia de lo bello a las infinitas formas de destrucción que lo amenazan… lo bello, como alfaguara de sentimiento, incluso amoroso, ante la evidencia amenazada de las cosas bellas.
Reducir la fotografía al testimonio o al documento de época es ignorar la obra de innumerables artistas fotógrafos, autores de obras y creaciones genuinas. El documento de época es un género, uno solo, entre las muchas disciplinas artísticas que puede ejercer el artista fotógrafo. Dicho esto, el gran artista es gran artista haciendo incluso fotos de familia o fotos de cadáveres. La luz, geometría y anatomía de los cuerpos muertos o en la agonía ocupa un puesto eminente en la obra de grandes fotógrafos y grandísimos pintores.
Por otra parte, hablar del “sentimiento de la pintura”… bueno… comporta un riesgo: se pueden tener muy buenos sentimientos y ser un pintor horroroso; y se puede ser un personaje con pocos escrúpulos y un grandísimo pintor… entre los más grandes, lo bueno, lo bello y lo justo terminan por confundirse… pero la relación entre el sentimiento y la pintura tiene una zona de alto riesgo. Entre los grandes fotógrafos artistas, esa ambigüedad también salta a la vista, para mejor hacer aflorar los sentimientos más hondos hacia la vida, el alma y la muerte: es el caso de los retratos de Avedon sobre la agonía de su propio padre… o la gran fotografía publicitaria de Guy Bourdin, donde la moda, la vida, la muerte, dialogan de inquietante manera…
La capacidad de emocionarse o dialogar con esta o aquella obra de arte es cosa individual: libre cada cual de emocionarse ante o esta o aquella paparrucha; o ser indiferente ante esta o aquella acuarela o fotografía.
Lo pictórico es una categoría tan abstracta como de difícil utilización: hay pintores buenos y malos. No hay pictórico absoluto que sea mejor o peor que lo fotográfico, igualmente abstracto, si no se precisan las fronteras de lo que se quiere definir con esas palabras maleta. Hay obras de arte pictóricas más o menos geniales y perdurables: y obras pictóricas francamente irrelevantes. Con el gran arte fotográfico ocurre exactamente lo mismo: hay artistas capaces de crear; pero otros usuarios de la misma técnica son irrelevantes e insignificantes.
Tampoco veo con una claridad meridiana la retirada del sentimiento de lo pictórico… la pintura es víctima, sin duda, de las riadas de basuras periodísticas, de la ignorancia insensible de los maestrillos universitarios de los distintos ramos artísticos, incluso de las vacas y tiburones que compran vacas y tiburones muertos en las ferias de arte contemporáneo… pero recuerdo a un montonazo de grandes pintores vivos, incluso jóvenes. Que los periódicos no hablen de ellos, no significa en absoluto que sus obras no estén creando nuevos mundos. Por el contrario, la multiplicación ad infinitum de imágenes fotográficas crea una ilusión maléfica, un espejismo… temiéndose que toda la fotografía pudiera ser basura y nadería, mero testimonio circunstancial: se trata de otro espejismo óptico… La obra de arte fotográfica es tan rara como la obra de arte pictórica: y es tan real e irreal como todas las cosas artísticas… lo “pictórico” es una abstracción que oculta una mentira por omisión: hay buena y mala pintura… y la realidad de la mala pintura es tan nociva como la realidad oceánica de la mala fotografía: una suerte de polución, mancillando la divinidad de lo real y nuestra mirada,
Q.-
Juan Ballester says
Querido JP, esto se va poniendo bien, así que más tarde -como tú, prometí paellas y hoy tengo que hacerla- más tarde volveré sobre el tema.
JB
Juan Ballester says
No he podido esperarme a la tarde, porque peligra la paella y la hospitalidad, así que:
Querido JP: Imagen y pictórico, como música, poético o toreo no creo que séan categorías abstractas, más bien son concretas, por eso las utilizo, para descartar todo lo que no llegue a cumplirlas. Y qué duda cabe de que pintar al óleo no implica alcanzar lo pictórico.
Dices que hay imágenes fotográficas que son testimonio y otras que no son nada. En eso estamos de acuerdo, pero para mí, las que no son nada son precísamente las que quieren ser mucho. Independientemente del alcance observador del que mira, cualquier imagen fotográfica es testimonio, testimonio de lo que esa imagen representa y por eso habrá categorías en ese testimonio. Ahora, que la fotografía puede llegar a ser creación, me parece una rebaja muy peligrosa de esta condición humana, una rebaja que, pienso, ha llevado a la actual confusión del arte. La fotografía es una técnica, un hecho material -como la pintura-, pero con una diferencia muy sustancial: mientras que la fotografía se nutre de la realidad -cuando se nutre, porque si no es así, entramos en el juego de la decoración estética-, la pintura es realidad en sí misma. Pero será realidad -insisto, que no realismo- cuando esa pintura no se quede en el simple ejercicio plástico y sí alcance la categoría de vida. ¿Y cuándo es vida?, ¿cuándo una obra es algo más que una superficie animada? es algo mucho más difícil de explicar, que no de percibir, es el Gran Misterio que sólo lo pictórico alcanza.
La improvisación, la falta de control sobre cualquier acción humana, no pueden ser la llave para calificarla como creación, porque, hasta un minero que golpea con su pico la mina nunca sabe si ese golpe será el certero para descubrir el codiciado mineral, o simplemente otro más en su ingrato trabajo de búsqueda.
En cuanto a que el fotógrafo, a través de su técnica, no puede jamás expresar su sentimiento, es obvio. Expresará, a lo sumo, el sentimiento que percibe en otro, pero el suyo propio no, porque el sentimiento es él, no lo que ve, ni lo que escoge. Cuando AGA fotografía los pies desnudos de su amigo muerto, simplemente está mostrando a través de la imagen la realidad de la muerte, pero no el sentimiento de la muerte. Me explico: ¿por qué infieres que siente esa muerte y no que se alegra con esa muerte? ¿acaso un policía que fotografía un cadáver está expresando su sentimiento ante esa muerte?
Y precisamente porque la capacidad de emocionarse con esta o aquella obra de arte es cosa individual, es por lo que la emoción tampoco puede ser la llave para catalogar el hecho creativo. Por ejemplo, conozco gente que se emociona violando niños.
Lo pictórico es una categoría de la vida, de la realidad, y estará con nosotros aunque nadie la cumpla, porque está a nuestro pesar. La imagen, en cambio, como es sólo un medio técinco -e insisto en que todos los medios técnicos requieren también de su habilidad y de la sensibilidad en su uso-, podrá ser prescindible, aunque en la actualidad reine sobre nuestras voluntades.
JP Quiñonero says
Querido JB,
Esto comienza a oler a perdiz mareada. Muy mareada, me temo.
El dico. de la RAE da dos definiciones de “Pictórico”… 1. adj. Perteneciente o relativo a la pintura. 2. adj. Adecuado para ser representado en pintura…
Tú, por tu cuenta, lo defines de otro modo: “Lo pictórico es una categoría de la vida, de la realidad, y estará con nosotros aunque nadie la cumpla, porque está a nuestro pesar”. Concebido como “categoría de la vida” te reservas el derecho de “descartar todo lo que no llegue a cumplirla”… ¿Quién te ha concedido tal capacidad visionaria para decretar lo que es o no es vida y pictórico por tu cuenta y riesgo? ¿Qué noción de categoría te permite llegar a definición tan genérica, utilizada para nombrar cosas y actividades muy distintas, que cualquier diccionario define de otro modo? ¿Qué hacer con los artistas que perciban la realidad, la vida y su arte propio desde otros puntos de vista? En la historia y vida del arte, nunca hubo ni hay visiones únicas: cada artista tiene una visión personal de la vida y de su arte. Y no siempre coinciden, ni mucho menos. No me pondré a recordar la de categorías artísticas y pictóricas que se han sucedido en la historia general de las artes.
Estimas que [pensar que] “la fotografía puede llegar a ser creación, me parece una rebaja muy peligrosa de esta condición humana”… ¿porqué rebaja la fotografía la condición humana? Basta con mirar una buena foto o una buena película para advertir exactamente lo contrario: una buena película o una buena fotografía crean nuevas realidades, iluminan nuevos ángulos de la condición humana, hacen visibles nuevas realidades. Y ese enriquecimiento de la realidad es cosa del arte.
Dices que “la pintura es realidad en sí misma”… y ¿quién te ha concedido el metro para medir los centímetros de buena o mala pintura? Los sueños y las pesadillas son realidades invisibles, pero bien reales, incluso materiales. Por otra parte, la realidad no comporta ninguna virtud por sí sola: los budistas y Spinoza pensaban que Dios era la totalidad de lo real, visible e invisible. El arte de la pintura y el arte de la fotografía forman parte de esa realidad, que el artista hace visible a través de la gracia de su creación. Por el contrario, la realidad de la mala pintura es algo inútil, accesorio y artificial: su realidad profana lo de divino que hay en la realidad bien material y espiritual, a un tiempo, de una buena fotografía.
Afirmas que “… el fotógrafo, a través de su técnica, no puede jamás expresar su sentimiento, es obvio”. Se trata de una “obviedad” que no puedo compartir: el arte (fotográfico incluido) solo es la expresión de la sensibilidad del artista… y su sensibilidad es indisociable, al mismo tiempo, de su carne y de sus sentimientos. Son los malos fotógrafos y los malos pintores quienes son capaces de profanar la realidad con su ausencia de sensibilidad: la realidad de la mala fotografía y la mala pintura es tan real como la vida misma.
Insistes en que “la imagen, en cambio, como es sólo un medio técnico -e insisto en que todos los medios técnicos requieren también de su habilidad y de la sensibilidad en su uso-, podrá ser prescindible”… Un mundo privado del cine y de la fotografía me parecería un mundo más pobre, absurdo, desalmado. Los grandes fotógrafos, como los grandes cineastas, han hecho el mundo más vivible, soportable, gracias a su sensibilidad y su arte.
Q.-
PS. No he deseado entrar en el debate de tu primera frase… “Imagen y pictórico, como música, poético o toreo no creo que sean categorías abstractas, más bien son concretas, por eso las utilizo, para descartar todo lo que no llegue a cumplirlas”. Dicho de manera tan abrupta e imprecisa, mal servicio prestas al arte del toreo, catalogado como “categoría” que comporta un grado altísimo de abstracción… es posible catalogar como “categoría” (Fil. “En los sistemas panteísticos, cada uno de los conceptos puros o nociones a priori con valor trascendental al par lógico y ontológico”) esta o aquella gran faena de este o aquel gran maestro… pero, mal pueden caber en tal clasificación las obras del arte del pasado de las que no tenemos rastro; y mal pueden encajar faenas sobre las que pesa, en el mejor de los casos, la controversia de la división de opiniones. Ni qué decir tiene: puede hablarse de un canon arquitectónico en la Atenas del siglo V. Pero mal pueden encajar en ningún canon o categoría altísimas obras de arte, efímeras, por la fuerza de las cosas, cuyo valor trascendental queda en el aire de lo invisible, apenas realizadas, vistas o entrevistas en dudosas condiciones de visibilidad y ecuanimidad. El arte del toreo también necesita de recursos propios de exégesis.
Juan Ballester says
Querido JP: nadie me ha concedido nada que no esté en mi conciencia y en mi necesidad -visionaria o no- de entender qué es la vida y cómo funciona. Mis opiniones, mis libres y sinceras opiniones, desconozco si están escritas en algún diccionario, pero de verdad que poco mi importan a mi los diccionarios. Expongo libremente lo que me parece, lo que percibo, analizo hasta la saciedad qué sucede, el por qué de las cosas, sin importanrme demasiado si esas cosas son inmensamente comuneso inmensamente aceptadas y popularizadas. A mi, personalmente, que un siglo después de inventarse la boutade de Duchamps, sigan haciendo boutades de Duchamps, solo que ahora subvencionadas, me preocupa o al menos me interesa pensar en su por qué. Y queda claro lo que para ti es lo pictórico, o sea, lo que dice la RAE en su diccionario. Está claro que para mi lo pictórico representa algo más, por lo que pido perdón por haber usado ese adjetivo en vano.
Cuando hablo de fotografía, de imagen, aunque te parezca lo contrario, lo hago desde el más absoluto de los respetos -llevo 40 años interesándome activamente por ese fenómeno-, aunque siempre he intentado explicarme lo que laimagen me hace sentir. También, por lo visto, he osado expresarlo en un espacio público, pero pensaba que estos sitios tenían la ventaja de ser lugares abiertos y libres, donde cada uno debe dar su opinión sincera sobre lo que piensa.
También siento no haber sabido explicarme mejor, porque así habría evitado marear alguna perdiz que otra, pero ya sabes que cada uno alcanzamos hasta donde alcanzamos; en cualquier caso mi intención no ha sido negar nada, sino situar a cada cosa en el lugar que PERSONALMENTE creo que debe estar, más allá de diccionarios o de mayorías de opinión.
Un saludo muy afectuoso: Juan Ballester
JP Quiñonero says
Querido JB,
Hombre… doy por supuesto que todos, tú el primero, incluso yo mismo, hablamos con el corazón en la mano, digamóslo así. Y quizá sea bueno que cada cual exponga con franqueza sus opiniones. Incluso con pasión, faltaba más. Y los desencuentros en esto o aquello tampoco deben dejar otro rastro que la perplejidad: imprescindible para seguir vivos… advertir que las cosas del arte y la sensibilidad no pueden encajonarse y reclaman hoy como siempre una libertad de espíritu absoluta.
Venga. Pelillos a la mar… al océano sin orillas de las imágenes, si te parece; imágenes fotográficas e imágenes pictóricas, que de todo hay en la viña del Señor, oye,
Q.