En otro tiempo, noticias de este tipo hubieran precipitado un escándalo monumental.
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François Mauriac (Burdeos, 1885 – Paris, 1970), uno de los más importantes escritores católicos del siglo XX, premio Nobel (1952), padre y nieto de escritores, vivió en la oscuridad de lo desconocido e inconfesable una homosexualidad que el último y más minucioso de sus biógrafos, ha reconstruido y revelado de manera espectacular.
Las primeras sospechas sobre la homosexualidad de Mauriac datan de su primera juventud, cuando tales rumores pusieron fin, precipitadamente, a su compromiso matrimonial con Marianne Chausson. A primeros de siglo, las “amistades peligrosas” del joven Mauriac con homosexuales notorios y “escandalosos”, como Jean Cocteau y Lucien Daudet, sembraron la leyenda.
Con los años, Mauriac contrajo matrimonio y construyó una obra consagrada con el Nobel de 1952. Autor de veintitantas novelas, entre las que se encuentran varias obras maestras (Nudo de víboras, 1932, Los caminos del mar, 1939, o La farisea, 1941), dos libros de poemas, una decena de ensayos y panfletos, cinco volúmenes de memorias y dos libros autobiográficos, Mauriac no desveló nunca su homosexualidad, latente, sin embargo, en varios libros.
Polemista temible, católico crítico, conservador alérgico al conservadurismo, Mauriac construyó con su vida y su obra una estatua de comendador. Con el tiempo, se desvelan sombras y misterios, que Jean-Luc Barre descubre por vez primera en una biografía acontecimiento, François Mauriac. Biographie íntime, que se ha beneficiado de los archivos familiares y cuenta con la aprobación de toda la familia del escritor, presta a asumir la homosexualidad que Mauriac vivió como una llaga inconfesable, torturado.
Jean d’Ormesson comenta con cierto entusiasmo ese libro, en Le Figaro, François Mauriac, la grâce et la passion.
J. Moreno says
Es curioso y yo diría que inexplicable, que muchos intelectuales sean incapaces de superar la pasión homosexual.
Wittgenstein, Cernuda, Santayana y un largo etc. llevaron toda su existencia con ese fardo de no asumirlo ni tampoco superarlo.
Quizás el problema es no haber tenido un referente moral ó social en la pubertad.
J. Moreno says
Más que superar, se trataría de «reconducir».
Nina says
Caray, J.Moreno, estoy sorprendida: ¿por qué debieran superarla e inclusive «reconducirla»?
J. Moreno says
Por si es de tu interés, cuelgo un enlace de un blog que visito muy a menudo desde hace años, en el cual hoy te mencionan.
http://tierralibertad.blogspot.com/
JP Quiñonero says
J.Moreno,
Qué decirte que tu no puedas imaginar con mayor precisión…
Q.-
Franklin says
Con todo respeto debo señalar un error al citar una novela de Mauriac: no es «Nido de víboras» sino «Nudo de víboras», atendiendo a la traducción de esta novela en la Biblioteca Premios Nobel de la Editorial Aguilar.
JP Quiñonero says
Franklin,
Pues llevas toda la razón. Le Nœud de vipères …
Gracias por subrayar el lapsus,
Q.-