Sarkozy y sus regionales

Nicolas Sarkozy anticipa la derrota del centro – derecha en la primera vuelta de las elecciones regionales, mañana domingo.

[ .. ]

Pero espera utilizar las “enseñanzas” del anunciado voto de castigo, mañana y el domingo día 21, para reagrupar sus fuerzas, mayoritarias en la Asamblea Nacional y el Senado, y lanzar las reformas por venir, comenzando por el sistema nacional de pensiones.

La izquierda socialista controla 20 de las 22 regiones de la Francia metropolitana, desde el 2004. Ese equilibrio no debiera modificarse sustancialmente. La pérdida o ganancia de una región será percibida como una “tendencia” que no modificará los grandes equilibrios establecidos.

Según los últimos sondeos, el PS pudiera tener mañana en torno al 30 % de los votos nacionales, la Unión por un Movimiento Popular (UMP, centro-derecha) en torno al 29 %, Europa Ecología un 14 %, el Frente Nacional un 8.5 %, el Frente de izquierdas un 5.5 %, el MoDem (centro) un 4.5%. La abstención pudiera alcanzar al 50 %: record histórico.

ABSTENCIÓN DE LAS CLASES MEDIAS, INQUIETAS

Esa fragmentación es aritméticamente favorable a las izquierdas. Pero, en Francia, las regiones tienen un poder muy modesto (transportes locales, educación, sanidad y poco más). Entre 1986 y 1992 estuvieron siempre a la derecha, cuando era presidente Mitterrand. En 1998 se produjo un relativo equilibrio izquierdas / derechas. En 2004 se produjo el gran giro a la izquierda en el poder regional: cambio político que no impidió el triunfo de Sarkozy el 2007.

“A escrutinio regional, consecuencias regionales”, dice hoy Sarkozy, anticipando la posible derrota de su partido, para mejor preparar “el día después”, con una agenda cargada de proyectos: auditoría de las reformas en curso (enseñanza, mercado del trabajo, etc.), lanzamiento de nuevas reformas (pensiones, simplificación de las administraciones públicas).

Apoyado por mayorías sólidas en la Asamblea Nacional y el Senado, Sarkozy podrá seguir gobernando con relativa libertad. La crisis y el desgaste de su hiperactivismo presidencial tienen, sin embargo, un costo muy severo, cuyo indicador más sintomático quizá sea la anunciada abstención de un electorado conservador perturbado e inquieto.

[ .. ]