París.St.Paul, 2 febrero 2010. Foto JPQ.
Leí hace meses la primera edición inglesa del “libro” póstumo de Nabokov, que ahora se publica en castellano, Nabokov, Dolores, Lolita, Laura, y…
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MARKETING Y SERES DE ENCANTAMIENTO
En verdad, el hijo y legatario del genio, sus editores (Alfred Knoph, en Nueva York; y Penguin en Londres), los redactores y plumíferos publicitarios responsables del lanzamiento mundial de este libro, mienten descaradamente con alegre desenvoltura.
The Original of Laura (1) NO es una novela. Ni siquiera es un fragmento de novela. Los lectores de Playboy (responsable de una publicación parcial) y el lector convencional de novelas se sentirán sencillamente estafados, cuando rasguen el celofán que oculta cuidadosamente el contenido de un libro en cuya fabricación industrial también ha participado un diseñador de moda: dentro no hay nada parecido a una novela.
The Original of Laura es algo mucho más íntimo, secreto y maravilloso para los historiadores de la lengua inventada parcialmente por Vladimir Nabokov mientras escribía los memorables capítulos de su obra anglonorteamericana, culminando con Lolita (1955) y Ada (1969), dos seres de encantamientos construidos, tantos años atrás, con algunas de las piedras preciosas que nos descubre, en el fondo de su nécessaire de seda negra, el tesoro de Laura.
LOLITA AVEJENTADA…
The Original of Laura reproduce fotográficamente las 138 fichas bristol (de doce líneas cada una) que Nabokov había utilizado para escribir las primeras palabras, frases, anotaciones de lo que mucho más tarde debía ser una novela. A pie de página, los editores publican la trascripción del texto manuscrito del autor. En total, se trata de unos treinta folios muy cortos de anotaciones de trabajo.
El tembloroso lector que atraviesa visualmente el umbral del libro descubre, ¿inquieto? ¿decepcionado? ¿maravillado? los nombres de un “héroe” truculento y una “heroina” que nada me cuesta imaginar como una Lolita avejentada, maquillada, perfumada, desnuda, seductora a pesar de su endemoniada vulgaridad, capaz de hacer perder la cabeza a doctos enamorados (el Humbert Humbert de Lolita), profesores (el Pnin de Pnin) o neurólogos (el Philip Wild de Laura).
PERSIGUIENDO NINFAS Y MARIPOSAS
Aquí o allá, en la esquina de una ficha, en el rincón de una frase, se adivina una brizna de la truculenta historia folletinesca (como folletinesca es la historia de Lolita), de la que nunca sabremos nada más. Nabokov (padre) se llevó a la tumba todos los misterios de un proyecto de novela hipotéticamente condenado a la destrucción, según sus deseos últimos, pero salvado in extremis por Vera, la esposa devota, y Dmitri, el hijo que ha guardado los despojos del genio en un cofre fuerte de un banco suizo, durante treinta y tres años. Hasta hoy, cuando los nabokovianos más devotos -entre quienes me encuentro- reímos con júbilo incontenible ante la farsa de la que serán víctimas los lectores de bestsellers, a quienes va dirigida la operación de implacable marketing comercial.
Los apóstoles de la causa nabokoviana -entre quienes me gustaría encontrarme- también somos definitivamente felices. En memoria siempre vivísima la apertura de Lolita (“… luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, alma mía. Lo-li-ta…”), descubrimos la pepitas de oro, los fúlgidos diamantes, las joyas preciosas preservadas durante tanto tiempo en la tumba de un secuestro cruel, yacientes, despedazadas, como la virgen desnuda de un relato mítico, caídas entre las líneas de 138 fichas bristol, abandonadas en una tumba sin nombre, ayudándonos a comprender, con relativa precisión, los mecanismos de la más alta alquimia utilizados por el encantador que corría hacia el Olimpo persiguiendo ninfas y mariposas.
ANNABEL, EL GOLEM Y EL TESORO
Sin duda, la Annabel Lee de Poe vuelve a la superficie, desde el fondo de las frías aguas del lago donde yace esperando nuestro abrazo. Pero las fichas de trabajo de la novela que no fue también nos hablan del tormento intacto del creador, repitiendo, como el cabalista del poema de Borges, las palabras y los nombres que son los arquetipos de las cosas (Ella, la palabra, la creación, indisociables del misterio del deseo. Él, el Logos, Dios, el misterio de crear con las palabras). Con frecuencia -como el Golem de Borges-, un error de la grafía, una articulación desafortunada de las palabras, dejan al descubierto algo tosco e inconcluso: seres de ficción que no llegan ser lo que su creador soñó para ellos…
En esos instantes fallidos -que se suceden a cada instante, en una “novela” que no es tal, y se queda en piezas dispersas del rompecabezas de un ser o una criatura non nata, como Frankenstein-, emerge de las aguas del olvido el dolor purísimo del creador, Vladimir Nabokov, sufriente, camino de los Campos de Asfódelos, yaciente como un mortal herido de muerte, roturando, siempre, hasta la muerte, los surcos donde su palabra siembra sus semillas en la tierra virgen de una ficha bristol, iluminada por el fulgor de su tesoro al fin recuperado.
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(1). The Original of Laura. A novel in fragments, Vladimir Nabokov. Editada y prologada por Dmitri Nabokov. Penguin Classics. Londres, 2009. 278.
- Un hombre errante en busca de una lengua.
- Nabokov, palpitaciones inéditas.
- Escritos de VN.
- Dark Lady.
- Personal en este Infierno.
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