Meteorología, accidentes y catástrofes naturales nos recuerdan el carácter pasablemente irrisorio de la agenda burocrática europea.
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Haití iluminó con crueldad el carácter invisible e inaudible de la doble presidencia europea. Las nubes de cenizas del volcán Eyjafjälla han precipitado una crisis del cielo europeo solo comparable a la del 11 de septiembre del 2001, cuando descubrimos la existencia de una amenaza terrorista global, planetaria.
¿Como responde o funciona la Europa institucional, la UE, ante amenazas tan visibles e inquietantes? La burocracia común está mal adaptada para “responder” y afrontar tal tipo de catástrofes. Los Estados se ven obligados recurrir a la vieja y prosaica colaboración tradicional.
Apenas diluidas (¿?) las tormentas monetarias que se ciernen sobre el euro, la tormenta de cenizas volcánicas islandesas ilustra la gravedad de las nuevas amenazas. Todavía son recientes las erupciones de Pinatubo (Filipinas, 1991) y Chichón (México, 1982), con sus tormentas de cenizas, enfriando el planeta durante varios meses. La erupción del Eyjafjälla desencadena una situación que sería ilusorio considerar como “pasajera”: el tejido industrial europeo es muy frágil y dependiente, del gas ruso, del petróleo medio oriental, de las guerras del agua que se multiplican en la periferia mediterránea (Israel / Palestinos, terrorismo subsahariano, etc.)…
Europa está mal protegida contra las catástrofes y tragedias previsibles (terrorismo, guerra en sus fronteras exteriores). Y, hasta hoy, se ha creído inmune a las catástrofes naturales, cuando la geopolítica de los desastres nos recuerda la debilidad estratégica de nuestra civilización, en el extremo occidental de una gigantesca masa euroasiática, con fronteras muy frágiles, víctimas de pavorosos conflictos (Cáucaso) y temibles migraciones de masas (africanas). La carestía del agua, en la cuenca Mediterránea, y los trastornos climáticos, en el Atlántico norte, son crueles realidades geopolíticas, incluso militares.
- Tormentas de ceniza y fragilidad de Europa.
- Ecología y Europa(s) en este Infierno.
Q.,
A punto de que bajo las cenizas, además, ya de Europa sólo sean las cenizas…, que ni el viento se lleva, o da igual donde las lleve.
Saludos.
Lauro,
Evidente… no olvides la difunta civilización sahariana que todavía buscaba el autor del Principito, en avión, tras las huellas de una ciudad mítica, glosada (quiero recordar, ¿o confundo los tiempos y las cronologías?) por aquel Ben al-Labbana, de Denia, que también inmortalizó la ruina de los abbadíes cuando describía, entre lágrimas, el embarque de Mutamid, en el puerto de Triana, camino del destierro de Agmat,
Q.-