Bibi,Arlette e Irène. Tormenta en Cannes, JHL, mayo 1929.
Jacques Henri Lartigue, ¡qué inmenso maestro…!
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Caixa Forum / Barcelona presenta una de las mejores retrospectivas que se han montado nunca de su obra, Un mundo flotante / Un món flotant, comisariada por Florian Rodari.
Durante décadas, Lartigue fue un “marginal” en la historia de la fotografía. Con el tiempo, continuamos descubriendo su verdadero puesto en el panteón de los patriarcas, entre los más ilustres, descubriéndonos e iluminando nuevos territorios de gloriosa revelación.
Nacido en el seno de una familia muy acomodada, Lartigue gozó desde niño de una libertad que también fue su primera “prisión”, antes de ofrecerle la libertad indispensable para imaginar y descubrir nuevos mundos.
Libertad del niño y adolescente… encantado y maravillado, cuando fotografía señoras, cuerpos, bicicletas, aviones o automóviles en movimiento.
Libertad del hombre joven… fotografiando la intimidad de las señoras y señoritas de quienes se enamora o deja de enamorar; corriendo, siempre, tras la silueta de esas u otras señoras, iluminando personajes o escenas de sociedad, familia, amor o amistad.
Libertad del hombre ya muy maduro… contemplando, maravillado, siempre, los mismos paisajes de su infancia recuperada, tocados con la luz de la eternidad de las cosas bellas, no siempre fugitivas.
A primera vista, Lartigue fue un hombre afortunado, fotografiando los instantes de gracia de una vida feliz. Tan palmaria realidad oculta, quizá, una realidad más honda e indispensable para nosotros.
La libertad del niño y adolescente descubre para nosotros territorios mal explorados: la gracia de los seres humanos en libertad, tan alejada de las máscaras y estucos del retrato o el paisaje de los profesionales del ramo.
La libertad del joven y el hombre adulto nos descubre el misterio sacro de las cosas bellas, carnales y no carnales, cuando pueden o consiguen llegar a ser libres, ofreciéndose en comunión a un ser amado: los seres humanos y las cosas más íntimas (una taza de café, un trozo de pan, un paisaje íntimo, una escena de cuarto de baño, un vaso de vino compartido con pan, palabras o amor), ofreciéndonos los dones de sus gracias.
La libertad de la madurez última… ordenando tan gloriosos recuerdos, hasta componer la arquitectura espiritual de una vida, gracias a una sucesión de instantes de gracia.
… En escorzo, la suerte y la fortuna que acompañaron a Lartigue dieron a su obra una gracia única, libre de la Tiranía del “oficio” y la “técnica”, permitiéndole crear en libertad, que es el sueño y la lucha íntima de todos los grandes creadores, de todos los tiempos, pero mucho más en nuestro tiempo, cuando la técnica, el presupuesto y el mercado imponen una reglas y dogmas que, con frecuencia, son la ruina misma del arte, como a cada hora nos recuerda la industria del cine, contra la que luchan los creadores genuinos, llámense Francis Ford Coppola o Jean Luc Godard. De ahí la importancia última de los dones y las gracias, tan presentes en la obra de Lartigue, justamente.
- Homenajes a Jacques Henri Lartigue.
- Las elegantes y sus fotógrafos.
- Épica y estética de la motocicleta.
- París lo descubre con varias décadas de retraso. ABC, 23 junio 2003.
- Fotografía y Dark Lady en este Infierno.
Una exposición muy recomendable: fotografía sin pretensiones que consigue captar con simplicidad la belleza de lo cotidiano, breve y fugaz.
Saludos cordiales.
Efectivamente. Nada con menos pretensiones que un culo de Monsieur o Madame. Mr Q. no ha llegado a tanto (que sepamos), pero todo se andarà.
Llibreter, Mme Marie,
Llibreter,
Siii… hasta diría que muuuuuuuuy recomendable.
Mme Marie,
Mujer, dicho en ese tono… con recursos retóricos menos rústicos, y sustituyendo menos por más, hasta me atrevería a estar OK. Cualquiera se atreve…
Q.-
¡Qué descanso! En medio de tanto desaguisado un culo contribuyendo a restituir el equilibrio perdido por la tormenta. Convendrá que la gasa, o el pareo, ayuda mucho.
Abrazo desazonado
Àngel,
Cayendo en los vulgarismos más polvorientes, no olvides que tiran más un par de caretas que no sé cuantas carretas.
Aunque JHL es cosa muy fina, impropia de vulgarismos mesetarios,
Q.-
Me sumo a la lectura de la libertad de Lartigue, libre de la tiranía de la «técnica» y del «oficio». Su trabajo persistente, hasta los recientes años 80, es un regalo y una maravilla, la exposición vale mucho la pena.
Mercè,
Me ilusiona que te ilusiones esa historia de la lucha contra la Tiranía, a través de…
Q.-