Elogedel’amour, JLG. 76, rue de Seine. 8 junio 2010. Foto JPQ.
El nuevo libro de Abelardo Linares plantea con limpieza y sabiduría dos temas esenciales para el futuro de nuestra poesía y el oficio mismo de escribir.
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Acosada por la confusión de los tiempos y las tribulaciones abismales que están sufriendo la palabra y el comercio con la palabra, la(s) poesía(s) española(s), escritas en España, están sufriendo un proceso de confusión que se traduce en una proliferación permanente de escuelas antagónicas, una pérdida de referencias esenciales, una glorificación (siempre pasajera) de referencias siempre más provisionales, un guerra civilismo cainita bien tradicional, hoy caído en la tierra baldía donde las mafias ocupan el terreno propio del marketing, la publicidad, la guerra comercial.
Abelardo incluye en su nuevo libro, Y ningún otro cielo (Tusquets), un poema titulado El regreso de Heráclito, que pudiera leerse como una crítica de la (sin)razón poética dominante y una poética propia.
Crítica de la marea negra “poética” que todo lo pudre… la proliferación inmoderada de poetas, “poetas”, poetastros y otras especies zoológicas, quizá coincida con un proceso de barroca degradación de la palabra, víctima de graves enfermedades del espíritu, que Abelardo trata a su manera, la más alta y pura: hablando con calma y moderación, preservando lo esencial, despojando la retórica y los metros de vanos oropeles, para salvar la pureza de las palabras amenazadas por el comercio, la ideología, las ideas muertas.
Lo esencial del nuevo libro de Abelardo, sin embargo, quizá sea otra cosa, la confirmación o vuelta del poeta a uno de los temas centrales de su obra: el deseo, las íntimas relaciones entre Eros y Logos, que están en el origen último del oficio de escribir, desde Platon.
Esa relación entre las cosas del espíritu y las cosas de la carne comienza por ser una alfaguara y un conflicto íntimo. De ese conflicto nace la arquitectura espiritual (JRJ dixit) donde echan sus cimientos la persona humana y la ciudad donde los hombres solo pueden ser libres sin son capaces de afirmar la arquitectura íntima de sus almas en pena.
Abelardo lo dice con una maestría que algo tiene de ejemplar:
BAJO LA CIUDAD
Debajo de la ciudad, bajo el asfalto,
bajo los cimientos y los sótanos
bajo las últimas raíces,
bajo la tierra blanda y la piedra dura,
más allá de los túneles del metro,
de las cañerías y de los tubos de cable.En lo más hondo,
invisible pero todopoderosa,
hecha de lo más duro,
de afilados sueños y tercos recuerdos,
sigue estando tu piel.Sólo por eso la ciudad permanece.
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Esa materia carnal y espiritual perdura a través de la memoria y la palabra, como una herida que es una fuente, un pozo, una alfaguara, un río cuyas aguas –como las del río de Heráclito de otro de sus poemas, justamente- nos redimen y ayudan a vivir como hombres:
A.N. DESPIDE A UN AMANTE HACIA 1943
Lo que yo deseo
(porque también yo lo deseo)
es que seas feliz
y si no (y no es poco)
que sea tu vida libre
y llena de aventura
como lo es la mía,
que no te mueras nunca ni envejezcas
(por difícil que sea)
y sobre todo que
(ya me conoces)
no te olvides de mí, ni de mis besos.
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AL.FotoRocíoRuz.
- Antonio Gala y Joaquín Sabina, vaya pareja, ABC, 9 mayo 2010. Entrevista con Alfredo Valenzuela.
- Abelardo Linares regresa a la poesía con «Y ningún otro cielo», ABC, 4 junio 2010. Entrevista con Alfredo Valenzuela.
MMarie says
Bellos, muy bellos poemas, Mr Q.
JP Quiñonero says
Mme Marie,
Abelardo es un gran poeta, oiga,
Q.-
Enrique MF says
Q: Nunca es mal momento para recordar la palabra de Vicente Núñez, máxime si se trata de un poema dedicado al gran Borges y al propio Abelardo de tu elogio, ese Quijote de la edición libresca.
JP Quiñonero says
Enrique,
Oye, qué maravilla que no ¿recordaba? ¿conocía…?
Para colmo, es un poema muy inteligente, sobre poetas cuyas poesía se funda en una palabra inteligente, cosa menos evidente de lo que pudiera parecer, creo,
Q.-