Hotel Lutetia, 13 octubre 2010. Foto JPQ.
La historia de Sihem Souid habla de manera muy expresiva de las hondísimas metamorfosis que están sufriendo Francia y Europa.
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Ella la cuenta de este modo…
Nací en Tunez, en Monastir, hace veintinueve años. Allí pasé los dos primeros años de vida. Mis padres siempre me dijeron que me parecía a mi abuela paterna, Salha, que murió a los 102 años: se ganaba la vida lavando y perfumando muertos. Mi abuelo hizo la guerra en el ejército francés. Estuvo dos años prisionero en Alemania. Mi padre era vendedor en los mercados de mi tierra. Hasta que decidió tentar la suerte, en las afueras de París, en Thiais. Allí nos instalamos, con mi hermana Imène. Luego vinieron dos hermanos. Mis padres son creyentes, pero nunca me obligaron a rezar o respetar el ramadán. Se limitaron a inculcarnos los valores del islam, dejándonos la libertad de practicar, o no. Hoy, están perfectamente integrados en Francia. En Navidad, por ejemplo, en casa poníamos el árbol de la tradición francesa y celebrábamos el Aïd-el-Kébir, la gran fiesta musulmana.
Me eduqué en una escuela pública francesa. Sin problemas. Feliz. Incluso con buenas notas. Tras varios trabajos, el primero de septiembre del 2006 ingresé oficialmente en la Policía del aire y las fronteras, en el aeropuerto de Orly. El aeropuerto ya lo conocía, había trabajado como empleada en la Brink’s, la empresa especializada en transporte de fondos. Escogí yo misma el servicio de inmigración, para estar en contacto con los pasajeros. En Orly, al margen de los vuelos nacionales, la mayoría de los vuelos llegan de África, Oriente Medio y los departamentos y territorios franceses de ultramar. La lucha contra la inmigración clandestina era una de las especialidades del servicio.
Hasta que entré en la policía, durante mi infancia, en la escuela, en el instituto, en mis primeros trabajos, jamás había sido insultada o detestada por ser lo que soy: una francesa de origen magrebí. En la policía descubrí, durante cuatro largos años, los rostros más brutales del racismo ordinario, la homofobia, la corrupción, los abusos de poder… y comenzaron los problemas. Descubrí el rostro brutal de policías racistas hasta la médula. A toda hora escuchaba chistes racistas, frases racistas, bromas racistas, contra los negros, contra los musulmanes, contras los homosexuales, contra las lesbianas. Descubrí que, en verdad, hay varios tipos de policías: los hombres honrados y correctos, que me gustaría pensar que son mayoría. Tras esa mayoría hay muchos racistas brutales que abusan de su poder. También hay policías negros, árabes, musulmanes, franceses de distinta raza, que son minoritarios e intentan cambiar las cosas, para bien.
Ante aquel descubrimiento, brutal, decidí plantar cara, contra la corrupción, contra el racismo, contra la homofobia. Tuve muchas historias. Sigo en la policía. He decidido escribir un libro, Omerta dans la police, donde cuento mi historia y la de otros policías, franceses de distinta raza, que han sido víctimas del racismo y la homofobia. Me gusta mi profesión, estoy orgullosa de ser policía francesa, de origen magrebí. Hay muchos policías que piensan como yo y se avergüenzan de los abusos de poder, del sexismo, el racismo, la homofobia. La Alta autoridad de la lucha contra las discriminaciones y la igualdad ha reconocido que otros policías habían sido víctimas del racismo y discriminaciones. Por todo eso he escrito un libro. Para intentar que cambien las cosas. Tengo la conciencia tranquila. La policía francesa necesita un comité de ética que haga respetar los valores esenciales. Estoy orgullosa de ser una policía francesa de origen magregí que ha luchado e intenta hacer avanzar las cosas, en ese terreno.
Hotel Lutetia, 13 octubre 2010. Fotos JPQ.
- Francia en este Infierno.
Curioso esto el mismo día que nos cuentan estotro.
Todas las veces que he tratado en España con policías de todo tipo en la calle o en comisaría nunca he tenido problema alguno, y siempre me han tratado con respeto. Y nunca he visto que dicho respeto no lo mantuviesen con los demás, ya son autóctonos u oriundos.
Más aún, ver pasar la policía me reconforta, pues de ella nada temo -salvo las multas de tráfico por los radares ocultos.
Seré un bicho raro.
Serás.
Perdón: se me ha volado el enlace y el estrambote:
Encuesta
¿Los lectores habituales de UTI han tenido alguna vez con la policía española? ¿Han sido testigos de un abuso -las manifestaciones no cuentan, que ahí se desmandan todos?
Jesús, Maty…
Jesús…
No me extraña nada, qué quieres que te diga. Lo que cuenta «mi» policía es una miqueta mucho más negro… una francesa negra, desnudada por la fuerza, caída en el suelo, incluso fotografiada con teléfono móvil, víctima de unos polis así de machotes. Sin olvidar una corrupción rampante.
Maty,
¡Al fin…! Ya que no nos conocemos visualmente, ahora puedo hacer tu primer e improvisado robot, a la luz de lo que tú mismo nos cuentas… NO eres inmigrante pobre, NO eres negro NI musulmán, vistes como persona de orden, nada de mariconadas rumberas y así…
Q.-
PS. Perdón, perdóname, Maty, si puedes.
Exacto, visto normal/bien -factor muy importante al tratar con desconocidos-, aseado y, sobre todo, me dirijo respetuosamente a los demás, sean o no autoridad.
Un buenos días/tardes, un usted… suaviza mucho tales situaciones. Ahora todo es tuteo y malaeducación, y en voz alta. De ahí que muchos hispanoamericanos suelen llevarse una primera mala impresión de los españoles actuales, al no respetar las formas.
Maty,
Los emigrantes pobres, negros, musulmanes, homosexuales, etc., lo tienen un poquito complicado cuando llegan a Orly… según cuenta con mucho y prolijo detalle la policía francesa, nacida en Túnez, musulmana, cuya historia e intentado resumir en esta anotación, qué quieres que te diga… Esa historia me parece muuuuy sintomática,
Q.-
Orly me pilla lejos, de ahí que no opine. ¿Crees que tales maltratos/vejaciones están generalizados en los aeropuertos franceses y en las calles? Tal es el quid. Respóndeme por tus experiencias y de las que hayas sido testigo visual y no por lo que cuentan otros en libros.
Maty,
Descubro que, en verdad, tampoco tú lees este blog ni miras las fotos de las historias que cuento. Tres ejemplos:
1.- Historia con fotos tiradas a pocos metros de la detención de un ilegal: París. Tarde de sábado en la Porte de Montreuil.
2.- Detención y registro expeditivo de un vagabundo, «Circule no hay nada que ver».
3.- Una madre que huye cuando detienen a su hombre en presencia de un periodista, París. Madre rumana con niño.
… creo que los inmigrantes pobres, negros, musulmanes, homosexuales, lo pasan francamente mal. Cuando eres niño y estás en una escuela y te dicen una y otra vez «sucio español» comprendes muy bien lo que puede sentir un negro, un moro, un homosexual.
Dicho eso, los emigrantes españoles, acomodados, hoy, dicen pestes racistas de los gitanos rumanos,
Gitanos rumanos en la Petite Espagne,
Q.-
No veo ni cuentas que haya brutalidad policial.
Ya sabía que ibas a sacar tu pasado ¿pretérito? Cuando pregunto al respecto me refiero a los últimos años, máximo dos décadas atrás.
No desmiento que lo pasen mal y hasta muy mal, mas el tema en cuestión -al menos en mi inquisitoria fallida- es la brutalidad policial. Que hay racismo y xenofobia en la sociedad es bien sabido. Otra cosa es que esté extendida entre la policía, al menos entre la española. ¿Hechos aislados o generalizados? He ahí la cuestión.
Nota: me parece que soy tu lector más antiguo entre los habituales. Por leer, leo hasta tus libros y encargo su compra a la Biblioteca Pública de Tarragona como bien sabes.
Ante el silencio del resto de lectores habituales, ¿asumo que nadie ha tenido problemas con el trato policial ni ha sido testigo de ello?
Maty,
Hombre… yo soy muy parco, pero la detención del ilegal y lo demás no son la alegría de la huerta: es una realidad bien brutal, sobre la que yo no deseo echar más sangre de la que ya tiene, que no es poca.
Eres ellectormás antiguo de este blog, sinduda, cosa que tanto te agradezco, por tu paciencia y generosidad.
Ah… y no hablo delpasado: eso que cuento es todo de los últimos dos o tresaños, y de hace días,
Q.-
Aquí en este país no tendrás problemas con las fuerzas de seguridad, si obedeces todas las sugerencias que te indiquen…
Y si por exceso de celo un agente te golpea en plena manifestación, -por lentitud en poner distancia en tre él y tú- no se te ocurra responderle con violencia; te pueden llevar al hospital.
Solamente he sido golpeado por la policía en pleno Paseo de Gracia allá por los años 60. No fué nada de consideración.
La imagen que tengo en la actualidad, es de que son atentos y prudentes para atender a la ciudadanía en casos de pedir información, desde que entraron las nuevas generaciones de agentes.
Ahora se manifiestan Policías Nacionales, Guardias Civiles y hasta miembros del ejército esta semana por las calles de Madrid, por peticiónes laborales.
Juan,
Anda, anda, no te pongas apocalípitico. Zapatero y las metamorfosis de la Guardia Civil,
Q.-