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Berlanga fotografía y confiere inmortalidad a cosas muy hondas que hacen aflorar nuestras lágrimas.
Las lágrimas son un lenguaje del silencio, que mana cuando todo está dicho y las palabras y las imágenes hacen aflorar, todavía, todo aquello que es esencial y no podemos decir con palabras, ante una tumba, en un lecho de amor, en una estación de ferrocarril o un aeropuerto, en una casa vacía.
Oraciones y plegarias fotográficas, dichas y fotografiadas en una iglesia sin Dios (el antiguo cine de barrio), con la gracia de un ángel caído y perdido, pero conservando intacto, todavía, el amor por unos seres humanos descarriados en el infierno de la historia, repitiendo vaciedades que nos hacen llorar y reír: esas palabras vacías (“ponga a un pobre en su mesa…”) son el reflejo más hondo y más fiel de nuestro paso por la tierra baldía de nuestra patria esquilmada, figurillas de un teatrillo de pueblo donde seguimos desangrándonos, entre pasacalles a mayor gloria de los ejércitos de ocupación (franceses o americanos), vendiendo los despojos de nuestra escopeta nacional, agonizando entre las risotadas de los mozos del pueblo.
- Cine en este Infierno.
¡Amén!
¡Que bien escribes!
Vicente,
Graciassssssssssssssssssssssssssssss
Q.-
Precioso texto, precioso.
Albert,
… ayayay… mi madre hubiese dicho: «Que Dios te lo pague…». Mis Gratitudes quedan siempre muy pálidas. Sorry,
Q.-
Q: Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra; siempre entre lo kafkiano y lo berlanguiano…
Enrique,
Qué decir… una miqueta de Valle Inclán, quizá. Kafka es toomuch danubiano para la desértica meseta castiza,
Q.-
Q: Valle… También, evidentemente. Nuestra tragedia no es tragedia, sino esperpento (Max Estrella dixit); pero eso no quita que yo siga viendo algunas cosas que escribió Kafka, vivas y coleando, cada mañana, cuando abro el periódico, cuando entro por razones de oficio en el juzgado, cuando escucho a la gente hablar en los bares… Tal vez tenga cura. Creo que voy a pedir cita al médico, para hacérmelo ver.
Enrique,
Bueno…
Q.-