Ante el sombrío espectáculo shakesperiano, lo más fácil es criticar al Estado -cualquier Estado.
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Primero, hay mucho y grave que criticar (complacencia con la(s) tiranía(s), venta de armas, etcétera). Segundo, no se corren riesgos y se puede lagrimear vendiendo estampitas filantrópicas, al precio más bajo.
No deja de ser mucho mucho más patético, para mi sensibilidad, el clamoroso silencio cívico (sindical, intelectual, etcétera), quizá consecuencia de la insignificancia sonámbula: es fácil tirarse a la calle para pedir subvenciones; otra cosa es tirarse a la calle para pedir solidaridad con un/os pueblo/s prestos a morir por pedir pan y justicia. Corriendo el riesgo de ser ametrallados por las bandas de asesinos pagadas por los personajes que nuestras sacrosantas instituciones (ONU) ponían ayer mismo al frente de nuestros comités de derechos humanos, United Nations Commission on Human Rights.
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BBCNews,20enero2003. Libya takes human rights role.
Silencio cómplice que viene de muy lejos: del pozo de reptiles donde echa raíces nuestra cínica moral a geometría variable.
–Gadafi, ETA, GAL, Ceuta, Melilla….
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