Enfrentamiento que viene de muy lejos…
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MILITARES GOLPISTAS
Francia aspira a liderar el frente euro mediterráneo de la campaña contra Gadafi por las razones históricas, culturales, económicas, industriales, incluso personales, que afectan a todas las raíces de las sublevaciones populares contra las muy distintas autarquías y dictaduras del Canal de Suez al Atlántico.
Históricamente, muchos de los coroneles y generales golpistas que tomaron el poder el Irak (Saddam Husein), Siria (Chukri el-Kuatali) y Libia ( Muamar el Gadafi), durante los años cincuenta y sesenta del siglo XX, defensores del “pan arabismo socialista”, eran grandes admiradores de Napoleón y de Gaulle.
Sin duda, los revolucionarios argelinos (Ben Bella, Bumedian) y egipcios (Nasser) estuvieron en guerra contra Francia y de Gaulle. Pero París siguió ejerciendo una fascinación determinante, como puso de manifiesto la llegada al poder de las nuevas elites tecnocráticas, en Egipto (Mubarak), Argelia (de Chadli Bendjedid a Abdelaziz Buteflika) y Túnez (Ben Alí), rápidamente seducidas por una relación particular con París.
ERRORES CATASTRÓFICOS
Del Bagdad al Sáhara, Francia ha utilizado tal fascinación por el bonapartismo nacional como un arma de penetración económica. Tras haber sido una potencia colonial, París lleva medio siglo sosteniendo con los países árabes una política privilegiada, con frutos bien conocidos: venta de armas y centrales nucleares, formación de las elites en París, implantación masiva de las empresas francesas, relaciones “fraternales” con un largo rosario de tiranos, autócratas y déspotas por derecho divino.
Cuando estalló la sublevación tunecina, la ministra de Asuntos Exteriores, Michèlle Alliot-Marie cometió dos errores catastróficos: ofreció a Ben Ali los buenos oficios de los servicios de seguridad franceses para “restaurar el orden”; y siguió negociando as usual con las corrompidas elites tunecinas, con un efecto devastador para la diplomacia nacional.
CUMBRE DE PARÍS
Poniéndose al frente del apoyo a las distintas revueltas populares árabes, Sarkozy confirma haber comprendido que “algo está cambiando”. Y subraya su determinación para recuperar las posiciones de Francia en todo el Mediterráneo occidental y parte de Oriente medio, sin intervenir en los feudos tradicionales de la influencia anglosajona.
En el terreno económico, los enviados especiales de Sarkozy, en Túnez, afirmaron muy pronto que París desea ser el “embajador” del pueblo tunecino ante Europa.
En el terreno diplomático, Sarkozy fue el primer jefe de Estado en reconocer a los rebeldes libios. Y la convocatoria de una Cumbre de países que desean ayudar al pueblo libio pone de manifiesto la importancia crucial que Francia concede a sus relaciones con los países mediterráneos, incluso en detrimento de los más importantes aliados europeos, como Alemania.
LUCHANDO CONTRA GADAFI, SARKOZY DEFIENDE SU PRESIDENCIA
En el frente militar, Sarkozy fue con Cameron el principal instigador de la resolución de Naciones Unidas. El arma aérea francesa estará en primera línea de combate.
En el frente cultural, nadie olvida que París sigue siendo un destino privilegiado para una cierta inmigración árabe y musulmana. La población franco – magrebí tiene una importancia electoral de cierta gravedad. Baste recordar los debates sobre el burka o el futuro del Islam.
Temible felino político, Sarkozy no olvida que la campaña de Libia también influirá en su propio destino personal. La solución feliz o el fracaso de ese abanico de maniobras militares y diplomáticas también influirá en la próxima campaña de las presidenciales del 2012. Combatiendo a Gadafi, Sarkozy también defiende su propia presidencia.
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