Vézelay, desde Asquins, 17 abril 2011. Foto JPQ.
“Bataille, que escribió en Vézelay páginas muy mayores sobre lo sagrado y el erotismo…”.
[ .. ]
Tras L’Expérience intérieure (1943) y Le Petit (1943, con el pseudónimo de Louis Trente), Bataille escribió en Vézelay Le Coupable (1943) y buena parte de La Part maudite (1949).
En esos textos echa raíces su visión sacra del erotismo… “… mais la limite de l’homme est divine. Autrement dit, l’homme est divin dans l’expérience de ses limites”. Le Coupable, 28 avril 1943.
Siglos atrás, en Alejandría, Plotinio, agonizando, es citado por Porfirio: “Preparo lo divino que hay en mi para ir al encuentro de lo divino que hay en las estrellas”.
Los budistas y Spinoza compartían una visión muy semejante de lo sagrado: la totalidad de las cosas creadas y por crear confirieren su naturaleza sacra a la naturaleza, la creación, consagrada por los amantes en el lecho amoroso, donde se oficia la comunión de las almas y la carne…
… temo que es en ese terreno donde me separo de Bataille, que tanto influyó en mí por los años de mis locuras sobre Proust y Baroja. Donde Bataille insiste en la “transgresión” y “preparación para la muerte”, yo sigo a Spinoza y los budistas: “comunión” con lo sagrado que está en la geometría de las estrellas, el cuerpo y la palabra de los amantes.
[ .. ]
PS. Por aquellos años -los años de mis locuras sobre Proust y Baroja-, fui yo quien «descubrió» Bataille a Jesús Aguirre, futuro duque de Alba, que se apresuró a editarlo en Taurus, siguiendo mis «consejos». No prosperó, por el contrario, mi proposición de traducir los Cahiers de Valery. En el viejo y difunto INFORMACIONES queda constancia impresa de tan viejas historias.
[ .. ]
CasadeGBataille en Vézelay, en el 59 de la rue Saint Etienne, 17 abril 2011. Foto JPQ.
El Bataille de Vézelay sufrió como un condenado, víctima de tormentos que no solo fueron espirituales (¡llegó a tener las llaves de la basílica…!). Sus relaciones con Jacques Lacan, Sylvia Bataille, Denise Rollin y Diane Kotchoubey de Beauharnais tuvieron una complejidad, digámoslo así, que escapa a mi visión mucho más rústica de la cosa.
Los turistas que toman café frente a la casa de sus tormentos ignoran olímpicamente estas menudencias, indiferentes a los laberintos del dolor y las alucinaciones del hombre que vivió en ese lugar. En cierta medida, me digo, el sufrimiento de Bataille, en Vézelay, algo tiene de calvario, sacrificio íntimo. Un respeto, muy alto.
[ .. ]
Deja una respuesta