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Decíamos ayer… “Los delirios de grandeza pagados con dinero ajeno son indisociables de nuestra historia castiza”.
Dice la prensa de la mañana:
ABC, La UE exige a España un techo de gasto para las comunidades [ .. ] Grecia asusta. La UE condiciona su apoyo a que la oposición helena respalde el nuevo plan de ajuste, mientras la incertidumbre hunde las bolsas y dispara la deuda.
El País, Las dudas sobre la recuperación desatan la alarma en los mercados [ .. ] El contagio de la crisis griega es evidente en el resto de los países periféricos. La prima de riesgo de España, Portugal, Irlanda (y, en menor medida, la de Italia) volvió a dispararse ayer.
La Vanguardia, La UE exige más recortes a Grecia por su ayuda [ .. ] Grecia hunde la bolsa española y dispara el precio de la deuda.
Hélas, el Mediterráneo ya estaba descubierto:
–Grecia, España, el euro y el ocaso de Europa.
–España, Zapatero: la década de la bancarrota.
–El George W. Bush español.
Queda por descubrir un azaroso e inquietante Mediterráneo, por cuyas procelosas aguas navegamos sin rumbo ni timón:
Es imposible que Grecia pueda pagar su deuda
Julio Pomés
Es imposible que Grecia pueda pagar su deuda. Su economía está estancada y su crecimiento no genera riqueza suficiente, ni para su gasto corriente, ni para pagar los intereses de los 357.000 millones de euros que le han prestado. Esta cantidad supone el 150% de su PIB. Su prima de riesgo alcanza los 2000 puntos básicos. Esta situación es mucho peor que la que tuvo Argentina cuando estableció el corralito.
La responsabilidad de esta situación es compartida. De un lado, nuestras instituciones europeas dejaron pasar demasiados años sin inspeccionar a fondo una contabilidad falseada, que no resistía el más mínimo análisis. De otro lado, Grecia se acostumbró a vivir por encima de sus posibilidades, arrogándose el privilegio de poder seguir chupando del bote comunitario a capricho. Pensaban que el primo alemán era un ingenuo al que se le podía seguir estafando. Los beneficios sociales que disfrutaban los funcionarios griegos eran escandalosos. Las familias mantenían «administrativamente vivos» a más de 4.500 fallecidos para cobrar su pensión y nadie se enteraba.
Todos mentían hasta que la situación explotó. Con tanto fraude, ni políticos ni sus cómplices, los altos funcionarios económicos, fueron a la cárcel. Quienes en Bruselas tenían obligación de supervisar nunca fueron sancionados. Los griegos pensaban que, como su economía tan solo representa el 3% de la economía de la zona euro, nunca les pasaría nada. Pero Merkel ya no ha querido seguir aguantando a estos parásitos.Europa puede elegir a qué infierno se condena para flagelar su estupidez. El que parece más justo es cortar por lo sano y aprobar una ley que permita expulsar a Grecia de la zona euro. El otro posible tormento es condonar a los griegos una parte de la deuda, con tal que demuestren que toman las medidas que la situación exige, incluyendo la venta de todo su patrimonio público. En Grecia están confiados en que la fortaleza del euro tiene que importar más a Europa que lo que cuesta sacarle del atolladero. Creo que sacarlos del euro, aunque provocaría una crisis temporal de la moneda, al final ésta saldría reforzada. España se la juega en Grecia: puede ser la siguiente. [ABC, 24 junio 2011, Julio Pomés, Es imposible que Grecia pueda pagar su deuda].
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Resistencia pírrica
Joaquín Trigo Portela
En varios países de la Unión Europea, el fin del crecimiento impulsado por el dinero fácil y barato facilitó el incurrir en una deuda abultada, mientras los ingresos fiscales y otros se reducían drásticamente. La UE se ha visto obligada a saltarse el principio (no bail out) por el que cada país respondía de sus obligaciones para ayudar a algunos países incapaces de pagar sus deudas. Esa ayuda tiene un componente solitario pero, también, trata de recuperar lo posible de los créditos otorgados, sanear esos países y recuperar sus mercados. Ese triple interés exige que los beneficiarios se ayuden a sí mismos evitando malas prácticas, corrigiendo errores y volviendo a una sobriedad que nunca debieron abandonar.
Los gobiernos beneficiarios de la nueva ayuda, obviamente, la agradecen, pero, al tiempo, tienen incentivos para ocultar una parte del problema porque reduce su responsabilidad… [La Vanguardia, 24 junio 2011. Joaquín Trigo Portela, Resistencia pírrica].
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Las negritas son mías.
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