Las sagas familiares de los Sarkozy y Carla Bruni nos hablan de metamorfosis culturales de fondo, con más precisión que incontables manuales de sociología política.
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DE LA CUNA AL CAMPO DE BATALLA
Cuando nazca, el hijo o hija de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni llegará a un palacio del Elíseo convertido en búnker de guerra política sin cuartel, donde cohabitan cuatro familias compuestas y recompuestas en numerosas ocasiones, cruzándose en la misma residencia presidencial de unos padres que tienen otros cuatro hijos de distintos matrimonios.
Cuando el feliz acontecimiento termine produciéndose, el hijo —o hija— de la pareja presidencial llegará a un palacio del Elíseo donde su madre tiene un despacho próximo a los antiguos apartamentos privados de Eugenia de Montijo y su padre dirige las operaciones de campaña de una batalla implacable: con los sondeos por los más polvorientos suelos, Sarkozy recibirá a su “benjamín” atrincherado en el gabinete desde donde dirige las batallas de cada día, rodeado de una nube de los inquietos generales de su larga marcha hacia el frente donde su reelección se ganará o perderá cuando el recién nacido/a apenas tenga seis meses.
UN ABUELO CON OTRAS TRES FAMILIAS
Los miembros de las distintas familias del padre y la madre se cruzan varias veces por semana por los pasillos de los aposentos familiares del Elíseo, viviendo el nacimiento por venir y la guerra en curso con la misma angustia y esperanza, pero habituados a vivir en cuarentena desde siempre.
En definitiva, Paul Sarkozy, el padre del presidente, nació en Hungría, en el seno de una familia de cierto rango aristocrático, huida con la llegada del comunismo, instalado precariamente en el París de posguerra, tras una breve experiencia en la Legión Extranjera, donde conoció a la madre del jefe del Estado, Andrée Mallah, hija de una familia de judíos sefardíes originarios de España.
Míos, tuyos y nuestros
La pareja Paul/Andrée apenas duró tres o cuatro años. Tras la llegada de sus tres hijos (Guillaume, Nicolas y François), Paul se largó de casa. Y, desde entonces, se ha casado y divorciado en varias ocasiones: tiene otros tres hijos de distintas madres. Andrée, por su parte, educó sola a sus tres hijos. Instalado Sarkozy hijo en el Elíseo, la pareja ha vuelto a reunirse con alegría por los pasillos y salones del palacio presidencial.
PADRE Y AMANTE EN BRASIL
Los padres de Carla Bruni también tuvieron una vida muy agitada y viajera. En verdad, se supo tardíamente que el padre biológico de la primera dama de Francia había tenido una larga aventura con su madre, antes de fugarse al Brasil, donde Carla y su esposo lo visitaron con cierta discreción ya convertidos en la primera pareja de Francia. Por su parte, Marisa Borini, la madre de Carla, y Alberto Bruni Tedeschi, decidieron huir de Italia durante los años de plomo de las Brigadas Rojas, para instalarse en París, donde las hermanas Carla y Valeria Bruni Tedeschi tuvieron una adolescencia y primera juventud muy libres.
PRESIDENTE CON HIJOS DE TRES ESPOSAS
Nicolas Sarkozy y su esposa, por su parte, han ramificado mucho este «clan» compuesto y recompuesto sucesivamente. El presidente ya tiene otros otros tres hijos de dos matrimonios anteriores: Pierre (26 años), Jean (25 años) —hijos, ambos de Marie-Dominique Culioli, la primera esposa del presidente—, y Louis (14 años), —hijo de Cecilia Ciganer-Albéniz.
Sarkozy también tuvo una aventura amorosa importante con una periodista famosa, que sigue cubriendo la vida política del Elíseo, cuando el presidente estaba rompiendo con Cecilia.
LA PRESIDENTA Y LA POLIANDRÍA
Por su parte, Carla Bruni ya es madre de un hijo, Aurélien (10 años), nacido de una historia de amor con el ensayista Raphaël Enthoven, cuando él estaba casado con Justine Lévy (hija del ensayista Bernard-Henri Lévy) y ella todavía sostenía una relación con Jean-Paul Enthoven (padre de Raphaël). No es un secreto que Aurélien frecuenta el palacio del Elíseo regularmente para visitar a su madre,acompañado de su padre.
Cuando llegue, el nuevo hijo de la pareja Sarkozy pasará sus primeros días en la residencia particular de sus padres, en el distrito XVI, herencia de la familia de los Bruni Tedeschi, donde Carla y su hermana Valeria organizan regularmente reuniones de amigos, artistas, músicos, actores, hombres y mujeres del cine y la televisión. Valeria será la tía menos convencional. Actriz, mujer de rompe y rasga, que ha trabajado en más de cuarenta películas, aporta la nota «rojo pasión» a una familia nada convencional.
Los padres del niño por venir, Nicolas y Carla, viven la cohabitación de ese rosario de relaciones familiares con mucha naturalidad. Antes de casarse, la primera dama de Francia llegó a declarar preferir la poligamia y la poliandria al matrimonio tradicional. Esposa del jefe del Estado, se ha convertido con mucha vehemencia en defensora de los principios cardinales del matrimonio clásico, contraído, por lo civil, en un salón del Elíseo, donde un testigo de su esposo, Nicolas Bazire, está hoy inculpado judicialmente en un proceloso escándalo relacionado con la financiación de la campaña presidencial de Edouard Balladur (1995), de la que Nicolas Sarkozy fue portavoz oficial.
Por su parte, el presidente de la República cuida con mucho talento político los incontables matices de la cohabitación de esa fronda de relaciones familiares. Y es que el palacio del Elíseo sigue siendo el búnker de la diplomacia de Estado. [ABC, 15 octubre 2011. JPQ, Cuando la cigüeña llegue al Elíseo].
- Sarkozy y Carla Bruni en este Infierno.
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