Carla Bruni – Sarkozy es la segunda extranjera que «reina» en el Elíseo. La primera fue una española…
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… Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
Desde Madame de Pompadour, favorita de Luis XV, a François Mitterrand, único presidente socialista de la V República, el “glamour” y las aventuras extra conyugales forman parte de la historia más íntima de la residencia oficial deljefe del Estado.
Luis XV compró el Elíseo al conde de Évreux, en 1753, para ofrecer a la primera de sus favoritas, Jeanne-Antoinette Poisson, duquesa-marquesa de Pompadour, una residencia privada alejada de los pasillos de la corte, en Versalles. Y fue la Pompadour quien dio al futuro palacio en el número 55 de la rue du Faubourg St-Honoré sus primeros “toques” de coquetería femenina.
Consumada la caída del Antiguo Régimen, en el Elíseo se instaló temporalmente una sala de baile abierta al público. Y fue vendido a un avispado empresario que lo convirtió en “hotel de paso”, cuyas habitaciones se alquilaban a parejas que lo utilizaban como nido amoroso, por una noche o unas horas.
HOGAR IMPERIAL
Con Caroline y Joachim Murat, cuñado de Napoleón, el Elíseo cobró su definitiva estatura presidencial. Las numerosas aventuras extra conyugales de la dinastía bonapartista confirmaron el inconfesable halo de “glamour” de la residencia.
A lo largo del XIX, el Elíseo tuvo numerosos dueños. La instalación de Napoleón III y Eugenia de Montijo lo convertiría, durante un tiempo, en escenario de tórridas escenas de teatro de bulevar. Es leyenda que el Emperador abandonaba a su piadosa esposa en sus aposentos personales, mientras él huía por un pasadizo que se encontraba en los sótanos, tras la capilla del palacio, para visitar a una de sus amantes, que vivía no lejos del actual ministerio del Interior, a unos trescientos metros de la residencia presidencial.
“CONSAGRACIÓN EXCESIVA A VENUS”
Sucesivos presidentes continuaron alimentando la leyenda. Es famoso el caso del presidente Félix Faure, que murió en su lecho, en brazos de su amante, Marguerite Steinheil. La prensa de la época dijo que el presidente Faure fue víctima de su “excesiva consagración a Venus”. Aparentemente, el presidente abusó de una suerte de viagra o cialis de la época, que le costó la vida.
Ya durante la segunda mitad del siglo XX, Mitterrand instaló a su esposa en el Elíseo y a su amante en un palacio anexo. Durante una larga década, el presidente socialista consiguió evitar que sus dos familias se cruzaran en una misma habitación. Un amigo íntimo, François de Grossouvre, se ocupaba de la intendencia. Acabó pegándose un tiro, a dos pasos del despacho oficial de Mitterrand.
Sobre Valery Giscard d’Estaing y Jacques Chirac se han contado muchas leyendas. Pero ninguna transcurre plenamente en el Elíseo. Antes de conocer a Carla Bruni, el presidente Sarkozy tuvo allí su propia aventura palaciega con una periodista que cubría la información presidencial.
Tras esa fabulosa saga, Bruni aporta su propia leyenda de mujer muy libre antes de instalarse en el Elíseo. La primera dama ejerce desde allí una suerte de apostolado de nuestro tiempo: una fundación de ayuda a jóvenes con problemas, a quienes propone iniciarse en las artes de la moda, de la mano de un modista como Jean-Paul Gaultier. [ABC, 15 octubre 2011, La segunda «reina» extranjera del número 55 de la rue St-Honoré].
Carla Bruni en este Infierno.
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