Quai d’Orléans, 11 noviembre 2011. Foto JPQ.
Para una cortesana snob, como Odette de Crécy, vivir frente a Notre-Dame, en un hotel particular construido en el siglo XVIII, decorado con obras de arte y muebles de época, es indigno del hombre afortunado que puede pagar sus encantos y caprichos.
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Ella prefiere el “lujo chic” de las moradas y mansiones para ricos recientes de su época, en la Plaine Monceau y la Avenue des Acacias, decoradas con copias de muebles de “estilo”, “adaptadas” al “gusto moderno”. Su horror ante los “muebles viejos” y las “alfombras usadas” del domicilio de un hombre cultivado, como Swann, nos habla de la evolución saturnal del gusto y el mercado del arte, dominado desde entonces por las arpías que ya trepaban por los mismos salones y criptas funerarias que Odette, buscando los mismos despojos robados en las tumbas de las viejas dinastías arruinadas, profanadas por los burros y tiburones que llegaban, medrando en la nueva sociedad a través de la compra de burros y tiburones muertos…
Elle ne comprenait pas que Swann habitât l’hôtel du quai d’Orléans que, sans oser le lui avouer, elle trouvait indigne de lui.
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Certes, elle avait la prétention d’aimer les « antiquités » et prenait un air ravi et fin pour dire qu’elle adorait passer toute une journée à « bibeloter », à chercher « du bric-à-brac », des choses « du temps ». Bien qu’elle s’entêtât dans une sorte de point d’honneur (et semblât pratiquer quelque précepte familial) en ne répondant jamais aux questions et en ne « rendant pas de comptes » sur l’emploi de ses journées, elle parla une fois à Swann d’une amie qui l’avait invitée et chez qui tout était « de l’époque ». Mais Swann ne put arriver à lui faire dire quelle était cette époque. Pourtant, après avoir réfléchi, elle répondit que c’était « moyenâgeux ». Elle entendait par là qu’il y avait des boiseries. Quelque temps après elle lui reparla de son amie et ajouta, sur le ton hésitant et de l’air entendu dont on cite quelqu’un avec qui on a dîné la veille et dont on n’avait jamais entendu le nom, mais que vos amphitryons avaient l’air de considérer comme quelqu’un de si célèbre qu’on espère que l’interlocuteur saura bien de qui vous voulez parler : « Elle a une salle à manger… du… dix-huitième ! » Elle trouvait du reste cela affreux, nu, comme si la maison n’était pas finie, les femmes y paraissaient affreuses et la mode n’en prendrait jamais. Enfin, une troisième fois, elle en reparla et montra à Swann l’adresse de l’homme qui avait fait cette salle à manger et qu’elle avait envie de faire venir, quand elle aurait de l’argent, pour voir s’il ne pourrait pas lui en faire, non pas certes une pareille, mais celle qu’elle rêvait et que, malheureusement, les dimensions de son petit hôtel ne comportaient pas, avec de hauts dressoirs, des meubles Renaissance et des cheminées comme au château de Blois. Ce jour-là, elle laissa échapper devant Swann ce qu’elle pensait de son habitation du quai d’Orléans ; comme il avait critiqué que l’amie d’Odette donnât non pas dans le Louis XVI, car, disait-il, bien que cela ne se fasse pas, cela peut être charmant, mais dans le faux ancien : « Tu ne voudrais pas qu’elle vécût comme toi au milieu de meubles cassés et de tapis usés », lui dit-elle, le respect humain de la bourgeoise l’emportant encore chez elle sur le dilettantisme de la cocotte. [ .. ] [MP, Recherche, Du côté de chez Swann. Un amour de Swann. Deuxième partie].
Las negritas son mías.
- París, Proust. El salón donde se cruzan los vivos y los muertos.
- París, Proust. La belleza, niñas, mujeres y brujas.
- París, Proust. Botticelli y el cuerpo mortal y rosa de Odette.
- París, Proust. Piernas cruzadas y fantasmas nocturnos.
- París, Proust. El bosque de las amazonas.
- París, Proust. Poseer a Madame, al anochecher, frente al lago.
- París, Proust. La pastelería y el sexo.
- París, Proust. El claro de luna y la crisis de nuestra civilización.
- Quiñonero en el hotel sadomasoquista de Proust.
- París, Proust. Mme de Guermantes, el buqué de flores y la creación.
- París, Proust. El pie y las artes de la seducción y el placer.
- París, Proust. St.-Augustin y el Ángel de la historia.
- París, Proust. St.-Lazare, prodigios e infierno.
- París, Proust. Esquina nocturna, 2.
- París, Proust. Tentaciones e inseguridad.
- París, Proust, rutas de Fortuny y Sara Bernhardt.
- París, Proust, despojos de un jardín legendario.
- París, Proust, esquinas nocturnas y spleen.
- Paris, Proust, esquina nocturna.
- La casa donde Proust escuchó la Sonate de Vinteuil.
- Fotografía y París en este Infierno.
Notre-Dame, desde el Quai d’Orléans, 11 noviembre 2011. Fotos JPQ.
Laura says
Hermosura de lo mas grande.
Román says
Es curioso que, conforme va pasando el tiempo, la figura de Swan me inspire una mayor piedad y la tiranía a que le somete Odette de Crézy, se me revela más odiosa y triste. Todo cuanto pierde y su descenso social, como no podía ser menos en la profunda vision proustiana, tiene un doble punto de vista, que se pone de manifiesto al relatar, al final de la vida de Swan, la crueldad de quien había sido su mejor amiga, la duquesa de Guermantes que pese a haberse revelado tan por encima de la vulgaridad de nuevos ricos de los Verdurin, muestra ese aspecto tan poco caritativo hacia él cuando no es capaz ni de conocer a Gilberte que al cabo, no era más que una adolescente, hija del hombre, ahora enfermo, cuyo buen gusto ella tanto apreció.Aquel que la llamaba princesa bonita, cuyas bromas sobre su tocado evocando a San Francisco predicando a los pájaros y sus bromas con tanto «sprit» como su aguda respuesta acerca del apellido Cambremer diciendo que si empieza mal tampoco termina mejor hacían sus delicias en el pasado.
Una lectura al vuelo de blogs, en el día de ayer, me hizo recordar a la proustiana princesa Bibesco y cómo ante la sorpresa de un lector que dudaba sobre si identificarla o no con la que dedicó a José Antonio Primo de Rivera uno de sus libros de poemas, salía otro al paso que aclaraba que no se trataba de la misma princesa, lo evocó en mi el valor otorgado por Proust a ese conocimiento de un mundo del que él mismo acaba por ser testigo de su desaparición. A la vez, por una de esas extrañas asociaciones recordé algo curioso y poco conocido, cual es que el más reputado teórico de la raza del nacionalsocialismo, Hans F.K. Günther, cite como ejemplo de raza nórdica al padre de José Antonio, el general Primo de Rivera, en su «Rassenkunde Europas». Vamos, algo así como los caminos que en Du coté de Chez Swan terminan por desembocar ante la sorpresa de Proust niño en el lugar de retorno inesperado y que, en cierta manera, quedan sublimados a lo largo de su obra conduciendo al «Temps Retrouvé»
JP Quiñonero says
Laura, Román…
Laura,
Gratitudes incontables, desde un hotel de paso.
Román,
Uauuuu… El fin de Swann quizá sea una de las claves más políticas de la Recherche. La relación Sawnn / Odette y Swann / MMe de Guermantes palabras muy mayores, claro.
Te agradezco entrar en la cosa, por lo menudo.
Seguiremos luchando,
Q.-
Cristóbal says
Espléndido Proust. Espléndidas fotos.
JP Quiñonero says
Cristobal,
Gratitudes, muchas,
Q.-
José Julio Perlado says
Extraordinarias fotografías, Juan Pedro. ¿Qué hubiera dicho Proust de tantos matices, de tantos amarillos, de tantos reflejos…?
Gracias, como siempre. Como siempre ¡avanti!
JP Quiñonero says
José Julio,
Tupido velo sobre tu inmensa generosidad. La fotografía es muy importante de la obra de Proust, si… la fotografía en color, nocturna, le hubiese parecido un milagro maravilloso, sin duda, si,
Q.-