Ava Gardner, durante el rodaje de The Sun Also Raises.
Mi fotógrafo ganó una cierta fama como paparazzi siguiendo a Ava Gardner, entre Pamplona y Biarritz, durante la adaptación cinematográfica de una novela de Hemingway que fue muy importante en mi educación sentimental, The Sun Also Rises.
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Las fotos de Marc tomadas en el Hôtel du Palais se vendieron mal -no alcanzaron el precio esperado-, porque su sereno patetismo sin mácula solo desnudaba la mirada viciosa del espectador que las contemplaba atraído por el señuelo de turbias emociones. Y -a pesar del cigarrillo de su mano izquierda- el busto de miss Lavinia Gardner, arrodillada, para recoger el cuerpo caído de un hombre mal afeitado, irreconocible, poseía la belleza sacra de una madonna del quattocento. El brillo azabache de su pelo hacía más radiante el blanco purísimo de su camisa desabrochada. Y el esplendor sereno de sus labios entreabiertos poseía la límpida desnudez de los atributos de una diosa caída por voluntad propia en el bajo mundo de los mortales.
La única foto que publicó Vogue -Ava Gardner en pie, con la mirada feroz de una mujer herida, pero invicta, interpelando al objetivo que retrocedía huyendo de la luz justiciera de sus ojos, sin maquillaje- escapaba por completo a la fantasía canallesca de quienes habían tramado aquella encerrona vil. Y Marc mismo todavía tardó algún tiempo en advertir el milagro -no del todo involuntario- consumado con aquella imagen. El encuadre solo era parcialmente suyo. Porque aquella Gracia, con rostro y figura de mujer, única, inalcanzable, lo había obligado a retroceder hasta el muro de la escalera, desde donde había disparado por última vez. Y la tenue luz cenital que iluminaba aquel cuerpo aéreo y carnal, a un tiempo, provenía de los reflejos de una majestuosa araña de incontables cristales -invisibles en la imagen- aportando sus reflejos a la algodonosa luminosidad gris de un día de lluvia, en el escenario noble donde las líneas esculturales de aquel cuerpo mortal y rosa hacían más llamativas sus proporciones olímpicas, apenas tocadas por el polvo ceniciento de una noche de soledad, alcohol, tabaco y tranquilizantes… Dark Lady.
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maty says
Estos dos párrafos ¡están muy bien redactados!
JP Quiñonero says
Maty,
Anda, anda…
Q.-