Grand Palais, 30 enero 2012. Foto JPQ.
Imprescindibles para sobrevivir
Mi aportación a un trabajo colectivo sobre el estado de la nueva novela española, hoy.
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–Quizá lo más sólido que se ha escrito sobre el asunto desde hace muchos años.
Esta fue mi aportación al trabajo dirigido por Santos Sanz Villanueva:
LA NOVELA Y LA ARQUITECTURA ESPIRITUAL DE LOS PUEBLOS
Las industrias de la incultura y la producción de best sellers, los medios de com. e incomunicación, el relativismo informativo y crítico, están socavando y destruyendo los cimientos de un arte que contribuyó a imaginar, construir y preservar una arquitectura espiritual para nuestra civilización, anunciándonos, en su día, los riesgos mortales que nosotros corremos, víctimas de las plagas y endemoniadas enfermedades morales que nos han poseído y amenazan la matriz de nuestra identidad moral de hombres libres.
En nuestro caso, en la edad moderna y contemporánea, todo comienza con Leopoldo Alas y Galdós.
Conocemos con razonable precisión histórica, política y económica nuestro siglo XIX. Y se han escrito muchos e importantes estudios sobre la vida social, industrial y cultural de ese siglo, cuando florecieron todas las desventuras y esperanzas de nuestra realidad más inmediata. Monografías especializadas se han detenido en todos los aspectos esenciales, de las Cortes de Cádiz a la Guerra de Cuba, de la desamortización de Mendizábal a la primera revolución industrial, sin olvidar los incontables alzamientos, sublevaciones y guerras civiles apenas larvadas.
AMENAZADO COBIJO ÚLTIMO DE LA CONCIENCIA
Quizá sea sensato pensar, por otra parte, que La Regenta o los Episodios nacionales pudieran ser obras inexactas, subjetivas, parciales o muy parciales, ante estos o aquellos aspectos de la vida provinciana o la gran historia de España. Sin embargo, parece evidente: Leopoldo Alas y Galdós dicen de nosotros cosas imprescindibles, quizá tan actuales hoy como ayer.
Cualquier monografía sobre la batalla de Trafalgar, la economía asturiana del XIX, las biografías de Prim o Isabel II, o el cantón de Cartagena, puede ser más precisa, objetiva e históricamente rigurosa que don Benito o Clarín. Ellos, sin embargo, nos dicen y aportan algo seminal que solo está en su prosa y no se encuentra en los libros de historia, política o economía.
Ese “algo”, a todas luces esencial, insisto, en los orígenes, desarrollo y destino de nuestra civilización -baste recordar a Homero, Suetonio, el Decameron, Cervantes, Chateaubriand, Tolstói o Thomas Mann-, es el tejido moral y espiritual que las fábulas, la poesía, la prosa y la novela hilan a través de las palabras, construyendo gigantescos edificios imaginarios, habitados por innumerables seres de ilusión, dando una conciencia inmaterial común a los hombres de una misma lengua, quienes encuentran en esas fabulosas arquitecturas espirituales el cobijo moral que no siempre les ofrecen la historia, la política, la economía o las ciencias sociales.
LAS FÁBULAS Y EL POZO NEGRO DE LA HISTORIA
Esa arquitectura espiritual, en cuya construcción participan, en verdad, todos los letrados que trabajan las artes de la lengua y la memoria, ofrece a los pueblos una explicación de sí mismos y una razón de ser. Sin Galdós, los españoles serían un pueblo más deshilachado e incomprensible. Murasaki Shikibu, Dickens, Chateaubriand, Dostoievski o Mark Twain son continentes verbales posiblemente tan vastos como la China, el Reino Unido, Francia, Rusia o los EE.UU.
Desaparecieron imperios, monarquías, estados, tiranías o repúblicas imperiales: pero esos libros continúan diciéndonos algo imprescindible sobre aquellas construcciones históricas, vencidas y hundidas en el oscuro abismo del tiempo pasado. Ante la palmaria fragilidad de las construcciones políticas y económicas, esas otras construcciones del espíritu permanecen siempre vírgenes, iluminando nuestra incertidumbre y hablándonos de nuestras más íntimas cuitas.
Las fábulas y novelas confieren una aparente eternidad incluso a los pueblos desaparecidos y perdidos en el pozo negro de la historia. No insistiré en Grecia y Roma. Recordaré el caso contemporáneo de Isaac Bashevis Singer.
EL NARRADOR ARQUITECTO
El pueblo yidis, heredero de la magna tradición cultural de las comunidades judías del centro de Europa, tuvo diez siglos de historia. Hacia 1930, 13 millones de judíos hablaban y se reconocían en la cultura yidis. El Holocausto desalmado, el genocidio, los asesinatos de masas y la diáspora que siguió se cobraron la vida de una cultura, un pueblo, cuyos últimos supervivientes fueron condenados a vivir en el destierro, privados de una tierra propia donde vivir y morir en un solar patrio. Los 5 millones de judíos que todavía se reconocían en la cultura yidis, hacia el 2005, dispersos en muy distintos países, eran los últimos y amenazados descendientes de un pueblo víctima de la historia, redimido e inmortalizado, en cierta medida, a través de la obra de un solo hombre, Isaac Bashevis Singer, que tiene otra virtud profética: hablándonos de la tragedia de su pueblo, en yidis, escrito en Nueva York, nos habla de nuestro propio infierno y sus pavorosos tentáculos desalmados, devorando las cosas más íntimas de nuestra amenazada identidad de seres privados de alma, condenados a errar en el desierto de la ciudad moderna.
En cierto modo, la obra de Isaac Bashevis Singer puede leerse como un documento, un testimonio capital, capaz de reconstruir muchos de los elementos esenciales de la vida de un pueblo, el suyo, condenado al destierro, el desarraigo, la bien real amenaza de extinción total. El narrador reconstruye con mucho arte capítulos enteros de su religiosidad, su gastronomía, sus hábitos familiares, culturales, etcétera. Sin embargo, desde esa óptica testimonial, siendo tan importante, los cuentos y novelas del autor yidis quizá sean más imprecisas, menos objetivas y científicas, en definitiva, que los trabajos de historiadores y sociólogos.
ERRANTES EN UNA PESADILLA
La obra de Isaac Bashevis Singer escrita en yidis fue descubierta -por Saul Bellow- cuando él y los suyos ya vivían en el destierro, pero no ha dejado de crecer por muy otras razones… las sutiles relaciones que sostienen sus seres de fábula y ficción con la historia de su tiempo nos dicen cosas indispensables sobre nosotros mismos, que llegamos a reconocer en esos seres de ilusión muchos de nuestros rostros y tormentos de seres caídos en otro lugar y tiempo histórico; poseídos los unos y los otros, quizá, por los mismos demonios que, con tanta frecuencia, poseen, destruyen o salvan a las almas en pena de esa prole imaginaria, iluminando -a través de su existencia de fábula y fantasía- la vida de otro pueblo, bien histórico, de seres humanos perdidos en el piélago de la historia, como nosotros mismos.
Basta recordar una sola obra de Ramiro Pinilla, Verdes valles, colinas rojas (La tierra convulsa, Los cuerpos desnudos, Las cenizas del hierro), para advertir que la novela consuma, en muchas ocasiones, ese mismo exorcismo, esencial para la salvación y redención de unos hombres que comparten el mismo pan y la misma angustia ante la pesadilla sin fin de su historia, siempre trágica e inconclusa.
SERES DE ILUSIÓN
Con mucha frecuencia, los hombres y mujeres de Isaac Bashevis Singer están poseídos por un demonio que es, al mismo tiempo, un cáncer que devora sus entrañas y un cáncer que atormenta sus almas. La narración permite discernir las fronteras infernales de esa doble enfermedad de la carne y del espíritu. Ayudándonos, al menos, y no es poco, a comprender la naturaleza del mal, que no es solo física.
En el caso de Ramiro Pinilla, sus vascos quizá no estén poseídos por los mismos demonios que habitan en el cuerpo doliente de los héroes y heroínas del pueblo yidis. Pero si viven, también ellos, en una tierra mítica, donde las cosas del espíritu (lengua, leyendas, memoria colectiva, arquetipos del folclore y la ilusión popular, transmitidos en el lecho, el hogar y la plaza pública) poseen una fuerza determinante, gloriosa y fatal.
Isaac Bashevis Singer “reconstruye” un pueblo yidis perdido en la oscuridad impenetrable del tiempo pasado. Ramiro Pinilla se “inventa” un pueblo vasco parcialmente imaginario. En ambos casos, los seres de ilusión y pesadilla iluminan con una luz purísima los contornos históricos y espirituales, a un tiempo, de nuestra propia vida, en cuarentena.
MAKETOS DE NOSOTROS MISMOS
Ramiro Pinilla recurre a la imaginación profética (construyendo tierras y países imaginarios, como Faulkner, como Juan Benet, García Marquez, Luis Mateo Díez, o muchos otros, hasta yo mismo, que llamamos Yoknapatawpha, Región, Celama, Macondo o Caína a nuestras propias profecías), para mejor apuntalar su relato mítico y épico, su epopeya simbólica. El País Vasco de Pinilla es una tierra imaginaria. Pero ese territorio de ilusión nos ayuda a comprender un cáncer bien histórico y moral, a un tiempo, que puede nombrarse con unas siglas ensangrentadas: ETA.
En escorzo, la novela de Ramiro Pinilla evoca otra realidad universal, el mestizaje, el diálogo dramático, en muchas ocasiones, entre la cultura local y la extranjera, lo “maketo”, en el caso vasco. Se trata de un tema que tiene incontables variantes en todas las lenguas de nuestra civilización. La mundialización definitiva de los intercambios económicos, monetarios, comerciales, incluso culturales y religiosos, convierte ese “tema” en una cuestión esencial para nuestras vidas y los pueblos de nuestra civilización.
¿Cómo vivir con el otro, el extranjero, el maketo, el inmigrante, el negro, el musulmán, el hindú, el americano, el gitano? ¿Cual es su puesto en nuestra sociedad? ¿Pueden sobrevivir nuestra sociedad y la suya si no somos capaces de dialogar, intentar entendernos y compartir algo más que la riqueza o la miseria…?
NEGRITUD Y VANGUARDIAS
Desde Homero y Herodoto -que consideraban bárbaros a los pueblos de otras lenguas y culturas, como nosotros, hasta ayer mismo-, sin olvidar a nuestro Juan Ruiz, Arcipreste de Hita -en cuyo libro cohabitan hombres de distinta lengua y cultura, precisamente-, esos temas han aflorado de manera recurrente en la evolución de las artes de escribir novelas y cuentos, hasta convertirse en reveladores de las metamorfosis de la novela y la poesía de nuestra civilización.
La novela norteamericana se funda con la historia de un negro, perdido en un mundo mestizo, Huckleberry Finn. En la historia de la novela europea, Kipling y Conrad nos descubren el insondable abismo del trágico diálogo de pueblos y civilizaciones. De Arguedas a García Marquez, de Euclides da Cunha a Miguel Ángel Asturias, el mestizaje y el desencuentro de culturas son algunas de las matrices de la novela americana escrita en portugués y español. En París, Léopold Sédar Senghor y Aimé Césaire echaron los cimientos de un movimiento cultural de inmenso calado mestizo, la negritud, a través del cual se establece un diálogo muy fecundo entre las históricas vanguardias europeas y las culturas de raza negra en varios continentes.
EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS
Ya en nuestro tiempo, las metamorfosis de la novela nos hablan, al mismo tiempo, del mestizaje en curso de todos los pueblos de nuestra civilización y de los pavorosos conflictos que solo las fábulas, los relatos, el gran arte de la novela, nos permiten razonar e intentar comprender, más allá del sonambulismo zoológico o económico.
Pienso en V. S. Naipaul y Cormac McCarthy, entre muchos otros.
El corazón de las tinieblas nos habla del mestizaje fallido del hombre europeo, en África. Sin embargo, el héroe de Lord Jim paga su culpa sumándose a una revuelta indígena. Y Kim nos descubre a un hombre occidental de genio seducido por las sabidurías orientales. En el Cuarteto de Alejandría, los grandes personajes tienen la más diversa condición étnica y religiosa. Mucho antes que ellos, el morisco cervantino vuelve a su patria disfrazado de monje europeo: pudiera ser libre lejos de su tierra, pero prefiere volver a su pueblo -que es el pueblo de Sancho Panza- y está dispuesto a jugarse la vida por volver a su patria -la que él considera patria de los hombres de su nación, morisca, dice Cervantes-, allí donde las leyes del Estado lo han condenado al destierro, el desarraigo. El morisco cervantino nos recuerda que la novela española y la novela europea nacen, con el Quijote, con ese extrañamiento y desarraigo del hombre español en España. Don Quijote tuvo un fulgurante éxito europeo: en su drama se reconocieron muchos otros hombres de los distintos pueblos de nuestra civilización.
ESPAÑOLES PERDIDOS EN ESPAÑA
Problema bien actual, el del español desencontrándose consigo mismo y sus semejantes, en España. Baste recordar los infinitos debates sobre la organización territorial del Estado. O la incomprensión de los vascos de su propia historia, que es el tema central de Verdes valles, colinas rojas. O la incomprensión de los vascos en España, que es el tema de algunos libros de Isaac Montero o Raúl Guerra Garrido.
El otro, el morisco en la novela de Cervantes, el maqueto en la novela de Ramiro Pinilla, puede llegar a ser nuestro padre o hermano, en la fábula machadiana de Alvargonzález. O los españoles que perdieron una guerra civil, en el Campo de los almendros de Max Aub. Hasta que el otro, el desterrado que vuelve, o el español nacido en el Perú -Juan Ramón hablaba de españoles de tres mundos: residentes en España, desterrados, o americanos que escriben en español-, nos descubren una realidad que es la nuestra, contemplada desde otro punto de vista. Desterrado cosmopolita, Mario Vargas Llosa ingresará en la Real Academia Española. Dignidad nunca alcanzada por Josep Pla. En su destierro californiano, Sender reconstruirá la historia novelesca de Túpac Amaru, el último inca de una dinastía rebelde. Muchos escritores americanos, de Rubén Darío a Roberto Bolaño, encontraron en París, Barcelona o Madrid, la matriz cultural que no siempre les ofrecía su patria natal.
MESTIZAJE ENSANGRENTADO
Está por escribir la historia del mestizaje híbrido de la novela escrita en español, en España y las Américas. La influencia de Faulkner en Onetti, Juan Benet y Pinilla. La influencia de Ramón Gómez de la Serna en Julio Cortázar. La influencia de Cortázar en el primer Guelbenzu. El impacto del boom americano en algunas novelas de Miguel Delibes (Parábola del náufrago) y las últimas prosas surrealistas de Cela.
Esa realidad mestiza está parcialmente eclipsada por un espejismo: hablamos de literatura española, peruana, argentina, mexicana, etcétera -lo que también es cierto, cómo olvidarlo-, cuando, en verdad, ese mestizaje de las literaturas escritas en español nos está revelando inmensas realidades históricas. Por ejemplo, la emergencia de una conciencia común, americana, en la nueva geografía política mundial. Conciencia de una identidad común que se forja a través de la gran literatura americana -Paz, Cortázar, Lezama, Onetti, García Márquez, Vargas Llosa, Donoso, Juan Rulfo, etcétera-, cuya diversidad excepcional también pone de manifiesto la emergencia de una patria superior, continental, que va mucho más allá de las estrictas fronteras políticas de unos estados de aleatorias fronteras culturales. La gran mayoría, si no todos los estados americanos se forjaron en el mestizaje, ensangrentado, las más de las veces.
NUEVA ESCENA MUNDIAL
Las literaturas americanas echan los cimientos, en efecto, de una casa común que va mucho más allá de las antiguas fronteras coloniales y nacionales. Vargas Llosa es algo más que un escritor peruano. Cortázar es un porteño cosmopolita. Las literaturas españolas no se acaban en España y la lengua castellana. Hay otras fronteras y otras lenguas. Cunqueiro no es solo un escritor gallego. Pla, Carner, Riba, Rodoreda, son algo más que escritores catalanes. Quanta, quanta guerra… nos habla de una guerra civil que nos une en la fosa común de la tragedia. García Marquez pensaba que La plaça del diamant es la mejor novela española de postguerra.
Ese mestizaje y metamorfosis de la novela es una evidencia universal, roturando para nuestra conciencia una nueva realidad bien histórica, de la que nos hablan novelistas como V. S. Naipaul y Cormac McCarthy, decía.
Naipaul y muchos otros novelistas en lengua inglesa, o francesa, nacidos en Asia o África, habían descrito con mucha minuciosidad el nuevo mundo post occidental que descubren los estrategas a finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Un mundo nuevo donde la vieja Europa contempla con melancolía su eclipse histórico, donde China disputa a EE.UU. la hegemonía planetaria, donde grandes países continentales (China, India, Brasil) se aprestan a jugar un papel creciente en la nueva escena mundial, que nadie como los novelistas nos habían anunciado, hace muchos años.
CHINA Y NUESTRA DECADENCIA
En definitiva, Naipaul es un escritor inglés nacido en el Caribe (Trinidad), en el seno de una familia de emigrantes indios. Sus libros hablan, entre muchos otros temas, del pueblo hindú que habita en su isla natal y olvida la lengua de sus ancestros. Historia indisociable del drama de los musulmanes nacidos en Trinidad, ignorando el origen de sus apellidos y nombres de familia. A partir de tales cuestiones, Naipul se adentra por muchos otros de los innumerables caminos transitados por los pueblos y culturas del subcontinente indio, sijs, tamiles, etcétera. Un inglés formado en Oxford descubre para la lengua inglesa inmensos territorios inexplorados para las viejas culturas europeas. Naipaul nos habla, como don Quijote, de su extranjería en todas sus patrias. El suyo, como el de Conrad (escritor inglés nacido en Polonia) o Samuel Beckett (irlandés que adopta la lengua francesa para mejor expresar la extranjería del hombre en el nuevo mundo que es el nuestro), no es un caso único. Bien al contrario. Las “nuevas” literaturas escritas en la India, el Brasil, China, Africa o los países árabes, son el fruto muy maduro de lenguas no siempre europeas, ni siquiera occidentales -el relato de Genji habla de la decadencia de una corte china del siglo XI, cuando los europeos todavía estábamos balbuceando cantares de gesta, mucho más rudimentarios-, contando, a través del mestizaje cultural, la marcha del hombre hacia muy distintos rumbos, que la novela explora con un rigor y precisión moral, espiritual, que no tienen las ciencias humanas, la política o la economía.
DEMONIOS LOCALES
La extranjería en sus patrias sucesivas de Beckett, Conrad o Naipaul, es un nuevo arquetipo universal. Le Clézio es un escritor francés-mauriciano de origen anglo bretón. Nació en Niza por azar, de padre inglés y madre bretona, educado en Nigeria, Bristol y Niza, casado con una marroquí / saharaui, que ha vivido poco en Francia y cuya obra nos habla de esa identidad mestiza, explorando para la lengua francesa nuevos territorios vírgenes, para ella, también, fecundada, al mismo tiempo, con las semillas espirituales de escritores negros, caribeños, árabes, bereberes, sirios, libaneses, magrebíes, roturando juntos, con otros escritores franceses de distinto origen, una nueva tierra de cultura que será, si no lo es ya, la casa común para los hombres nacidos en Francia y mucho más allá. La lengua revela y siembra territorios mucho más vastos que las frágiles y cambiantes fronteras políticas.
Siendo tan importante, el mestizaje solo es una realidad parcial y un tema novelesco, entre muchos otros. La arquitectura espiritual de los pueblos tiene muchas otras componentes, que la novela nos ayuda a discernir, así como el mestizaje nos ayuda a comprender la universalidad de la novela, que también alcanza el universalismo, no lo olvidemos, explorando los más íntimos demonios locales o individuales.
CRIMINALES, MERCENARIOS Y…
Dostoievski nos ayuda a descubrir las semillas y raíces podridas del terrorismo contemporáneo hablándonos de los nihilistas rusos del XIX. Las figuras de la Pasión de Gabriel Miró quizá sean más alicantinas que medio orientales. El Adriano de Yourcenar tiene algo de reconstrucción histórica; pero su agonía es la nuestra. Los perros y cazadores de Miguel Delibes son reciamente castellanos, pero viven y mueren como arquetipos universales. Con frecuencia, la novela consuma una profecía visionaria. A través de los mercenarios de Meridiano de sangre, Cormac McCarthy nos cuenta la historia de una banda de asesinos errantes, contratados para matar indios en la frontera de México y EE.UU., entre 1849 y 1850, antes de comenzar a matarse entre ellos. Esa visión retrospectiva del novelista, escrita un siglo más tarde, no tiene nada de reconstrucción arqueológica. En verdad, quizá nos seduce porque nos habla de otras bandas de mercenarios y asesinos, matando a hombres, mujeres y niños de otras etnias, a machetazos, por un salario irrisorio, a finales del siglo XX, en el corazón del continente africano; o en la vieja Europa, durante las guerras de los Balcanes (1991 – 1995). La historia de unos mercenarios del siglo XIX nos interesa a principios del siglo XXI por razones bien inmediatas: ese mundo de criminales errantes, mercenarios que se ganan la vida cazando y asesinando seres humanos, por unas monedas, es el nuestro.
PLAGAS ENDEMONIADAS
Purgando el corazón de un hombre solo, explorando la cartografía de sus pesadillas íntimas, la novela crea nuevos mundos que nos hablan del presente, el pasado y el futuro. Ese relato polifónico, escrito a muchas voces, esos relatos escritos por muchos hombres de distinta sensibilidad, forman parte esencial de la memoria y la argamasa moral de la vida cívica de un pueblo. Sin ellos, las sociedades humanas serían algo mucho más deshilachado, sonámbulo e incomprensible.
Léo Malet y Patrick Modiano exploran barrios y calles de París, descubriendo en cada esquina las huellas de un pasado infame, con mucha frecuencia. Los personajes de Juan Marsé vagabundean por los barrios de una Barcelona tan real como visionaria. Arquitectos y urbanistas destruirán la ciudad vieja y construirán una ciudad nueva. Pero las ciudades bien reales de Léo Malet, Modiano o Juan Marsé poseen el mismo carácter visionario que las ciudades invisibles de Italo Calvino: son ciudades imaginarias, cuya trama moral echa los cimientos y crea una arquitectura espiritual de nuevo cuño, insisto, que bien nos ayuda a comprender quienes somos, de donde venimos y cuales son las razones de nuestra felicidad o infortunio, incluso las razones que justifican nuestra vida.
Esa naturaleza espiritual de la novela -a propia de seres de fábula y ciudades de imaginaria arquitectura- también tiene una palmaria dimensión histórica -iluminado el tiempo histórico a través de la luz de la imaginación. Ambas están socavadas y amenazadas en nuestro tiempo por las industrias de la incultura y la producción de best sellers, los medios de com. e incomunicación, el relativismo crítico, plagas endemoniadas que también socavan nuestra identidad moral.
MULTITUDES LECTORICIDAS
Ray Bradbury temía que la novela y la cultura terminaran siendo víctimas de un Estado totalitario universal. Nosotros conocemos una realidad de otra naturaleza: la cultura y la novela, en particular,
son víctimas de las multitudes lectoricidas que Ramón Gómez de la Serna fue el primero en denunciar, con espanto. La producción y orquestado consumo masivo de basura, a través de los libros -o presuntamente tales-, enturbia la mente, propaga ideas falsas, pudre la realidad con la difusión de nocivas plagas morales, infectando el tejido social con sus arquetipos y lenguajes de baja estofa.
Comerciando de manera fraudulenta con los frutos del trabajo espiritual de los creadores, trabajando en soledad -digámoslo así-, las industrias de la cultura y la incultura introdujeron nocivos gérmenes de podredumbre mortal.
Históricamente, las fábulas, los relatos, la novela, fueron los frutos solitarios de hombres felices o atormentados, cuyas historias y narraciones se transmitían a sus semejantes de muy diversa y cambiante manera. De la tradición oral, o los pliegos de cordel, hasta la imprenta. Siempre hubo avispados comerciantes prestos a traficar y ganar dinero con los frutos de la imaginación del vecino o el más atormentado creador solitario. La imprenta y los periódicos siempre fueron utilizadas con fines nobles o expúreos.
SUJETOS PASIVOS DE LA HISTORIA
El tiempo, el gusto, la crítica, el debate, la universidad, la disciplina misma de las distintas profesiones del libro y la lectura, terminaban imponiendo la evidencia de los sucesivos cánones cuya evolución también habla de la construcción sin fin de la casa, el hogar en cuarentena que sigue siendo una cultura común. Kafka murió sin ver sus libros editados, salvados de las llamas por un albacea poco escrupuloso, traicionando (¿?) la voluntad última del escritor. El Ulises comenzó publicándose en una edición más o menos artesanal, muy lejos de la patria de su autor. Algunas novelas del Marqués de Sade han llegado a nosotros de manera más o menos milagrosa. El Caballero Audaz tenía gran éxito público cuando los poetas de la Generación del 27 publicaban sus libros en modestas ediciones. Juan Benet tardó poco menos de una década en publicar Volverás a Región. Muchas de las grandes novelas del exilio español tardaron mucho en poder leerse en España.
Ese comercio con la novela casi siempre ha sido víctima de su precariedad económica -un número limitado de lectores, imponiendo modestísimas cifras de negocios- y las más problemáticas coyunturas. Tal realidad, prosaica y nada heroica, con frecuencia, no impidió que libros concebidos en la más extrema soledad -la Recherche, el Ulises, Paradiso o el poema Espacio– terminaran encontrando su público, universal, tratándose de obras novelescas o poéticas de palmaria influencia en la historia de las metamorfosis de nuestra conciencia. Un individuo o un pueblo sin conciencia son muñecos desalmados, sujetos pasivos de la historia.
VÍCTIMAS DE UN COMERCIO ENDEMONIADO
Tras la metamorfosis de la edición de libros en una industria de masas, los imperativos del negocio -mayores tiradas, dirigidas siempre a públicos más numerosos y gregarios- han relegado a muchos de los creadores genuinos a un puesto siempre más secundario y accesorio, suplantados por escritores consagrados a la producción masiva de libros con los que abastecer el mercado sin orillas de las multitudes lectoricidas.
Esa supremacía implacable de los intereses más bajamente mercantilistas, el triunfo imperial del productor de novelas destinadas al consumo de masas -y la degradación del hombre, el individuo, en masa que se compra, se manipula y se vende a través del marketing ya dice lo que dice sobre nuestra indigencia moral-, y el vasallaje del escritor comprado para abastecer tales necesidades industriales, crean una nueva y degradante relación entre la novela y el tejido moral de las sociedades, ya que esa industria de la incultura de masas fabrica y difunde cantidades masivas de basura, manchando con sus inmundicias, no siempre veniales, la tierra virgen donde viven, amenazadas, todas las cosas de la vida moral y espiritual de un pueblo, que son cosas muy frágiles, indisociables del comercio público con la lengua.
LA VIDA CÍVICA, VÍCTIMA DE LA INDUSTRIA DE LOS BEST-SELLERS
Ya nos advirtió Octativo Paz, en su día, que “… una literatura se muere y una sociedad se degrada si el propósito central es la publicación de best-sellers y de obras de entretenimiento y consumo popular…” En esas estamos:
-En cierta medida, “libro” y “cultura” se han transformado en apéndices del marketing, pudriendo los cimientos de lo que en otro tiempo eran libros y cultura.
-Calificamos como “libros” todo tipo de productos escritos con la ayuda de un ordenador y fabricados en serie, siguiendo las pautas dictadas por el marketing para imponer su ley y ocupación marcial de los mercados.
-Definimos y calificamos como “cultura” todo tipo de productos audiovisuales, fabricados en serie, igualmente, para suplantar sin esfuerzo lo que en otro tiempo se entendía por cultura (lenguas, humanidades, poesía, teatro, novela, artes del lápiz y el pincel, etcétera).
-Clasificamos como “novelas” un rosario de productos vendidos con distintas etiquetas (“histórica”, “rosa”, “negra”, etcétera) que apenas tienen unas semanas de vida, concebidas, producidas y distribuidas en forma de mercancías destinadas al consumo sonámbulo de las masas lectoricidas.
-Por su parte, los medios de incomunicación de masas cumplen una endemoniada tarea saturnal: ocultar y desterrar la cultura, suplantándola por la basura iluminada y vendida con sus luces fluorescentes de neón mortuorio.
MATRIZ PODRIDA
En otro tiempo, la cultura fue la matriz de la cohesión social e histórica. La palabra y sus frutos hilaban un tejido moral y espiritual que era el armazón último de nuestras sociedades: Galdós, Pla o Clarín siguen recordándonos la arquitectura espiritual de una casa común. En nuestro tiempo… los medios de incomunicación de masas y las industrias de la incultura están socavando, dinamitando y destruyendo minuciosamente esa trama, cimiento último de nuestra amenazada condición de hombres libres.
En Girona, Jerez, Bilbao, Santiago, Cartagena, Toledo, Cáceres… no es “noticia” cultural lo que pasa en Ávila, Tarragona, Almería, Cuenca, Segovia, Oviedo, Valencia… por el contrario, en esos mismos lugares de cultura -como en Madrid o Barcelona- se considera “noticia” cultural cualquier chuchería importada de Nueva York, París o Hollywood, claro está. Lo “nuevo” no viene de nosotros mismos y nuestras creaciones: se trata, con frecuencia, de una mera impostura que compramos para vestir nuestra desnudez pueblerina, sepultando nuestras creaciones propias en una tumba sin nombre.
ENDEMONIADOS DIBUJOS ANIMADOS, CANÍBALES
Importar ordenadores, aparatos de tv o teléfonos móviles solo ilumina nuestro desierto tecnológico.
Importar “cultura” y best sellers -en detrimento palmario del diálogo de nuestras culturas- acelera varios procesos saturnales: el desconocimiento e incomprensión mutua, el aislamiento y desarraigo en la tierra propia, el mini feudalismo cainita, la asfixia “cosmopolita”, secando los antiguos manantiales donde, en otro tiempo, manaban las palabras que tejían el paño de una casa común.
Con la ayuda y eficaz complicidad de los medios de desinformación cultural, los productores de best sellers y muy otros tipos de basura, distribuida en forma de libro, las industrias de la incultura incluso llegan a socavar la matriz íntima del arte de escribir novelas, imponiendo nuevas reglas, normas y cánones de una estética de parque temático, con incontables rostros (novela “histórica”, “gótica”, “policial”, etcétera), utilizando todos ellos las mismas máscaras del marketing publicitario.
Esa estética del parque temático es el equivalente “literario” de Disneyland y los decorados de las tvmovies en la evolución del arte contemporáneo. Puesto que todo vale -y aquí es la crítica quién se hunde en el pozo negro de la nadería desalmada-, César o Virgilio son equiparables y equiparados a los creadores de Astérix, que también trafican con mucho éxito con los productos derivados de la marca, así como Murakami -el artista gráfico- es capaz de imponer en el palacio de Versalles su estética de factoría de juguetes de plástico. Y la imaginería de capa y espada de Arturo Pérez Reverte nos libera con éxito de las engañosas sombras de Aldana y Garcilaso, que también fueron desafortunados soldados de capa y espada, pero de carne y hueso. Un Dos de Mayo publicitario y recreativo -cómo es pedagógico y muy recreativo cualquier parque Astérix- nos adormece felices y sonámbulos en su patria de cartón piedra. Una Barcelona de dibujos animados -la de Ruíz Zafón-, creados con el auxilio de un ordenador, se vende con mucho éxito y eficacia, suplantando a su manera a la Barcelona de Gaudí, Ferrer Guardia o la Semana Trágica, mucho menos divertidas.
DECADENCIA MORAL
Hace muchos años que la novela El juego de los abalorios de Hermann Hesse describió con mucha precisión esa realidad nuestra, desalmada y endemoniada, de pueblos víctimas de la desertización moral provocada por las industrias de la incomunicación y la incultura, las máquinas y herramientas destinadas a destruir la identidad de los hombres libres, convertidos en máscaras de sí mismos, errantes en un infierno de naderías:
“Se acababa en realidad de descubrir (aquí y allá intuición viva en la obra de Nietzsche) que había pasado el período creador de su cultura y de su misma juventud, que había comenzado la vejez y el crepúsculo, y por esta comprensión experimentada de pronto por todos y groseramente formulada por muchos, se explican tantos angustiosos signos de la época: la árida mecanización de la vida, la profunda decadencia de la moral, el descreimiento de los pueblos, la falsedad del arte. [ .. ] Además, contra la gran sensación de decadencia había también la postura cínica: seguir bailando y declarar anticuada tontería cualquier preocupación por el porvenir, cantar impresionantes folletines acerca del fin cercano del arte, de la ciencia, del idioma, establecer una total desmoralización del espíritu, una inflación de los conceptos en el mundo folletinesco edificado con papel, por una especie de placer suicida, y proceder como si se asistiera con indiferencia cínica o desbordamiento de bacanal al hundimiento no solo del arte, el espíritu, la moral y la honestidad, sino también de Europa y del mundo”.
HOMBRES LIBRES, AMENAZADOS
Siendo exacto y visionario el diagnóstico de Hermann Hesse -que data de 1943-, esa dimensión profética de su novela también habla de la prodigiosa vitalidad del género y del trabajo de los creadores genuinos. La novela no solo nos ayuda a hilvanar y pegar las hebras deshilachadas de nuestra historia, como hacen Galdós o Leopoldo Alas, Miguel Deliges o Luis Martín Santos. La novela también crea nuevos mundos que hacen más habitable el nuestro, a través de sus figurillas de fantasía e ilusión, como ocurre con Las ciudades invisibles de Italo Calvino y es tarea propia de libros como El caballero, la muñeca y el tesoro, empeño semejante al de los héroes imaginarios de Joan Perucho o Álvaro Cunqueiro, el imitador de voces de Thomas Bernhard. La novela también explora, rotura y siembra nuevos territorios inmateriales, cuya existencia nos salva del abismo de las naderías que se compran, se consumen y se tiran a la basura, construyendo arquitecturas espirituales donde se preservan y encuentran cobijo, incluso redención, todas las cosas de nuestra memoria, nuestra conciencia, nuestros orígenes, nuevas familias, nuestra amenazada identidad, sin las cuales dejaríamos de ser hombres libres.
- Imprescindibles para sobrevivir en este Infierno.
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Teresa says
Ni uno solo de mis antiguos profes ni colegas seria capaz de escribir un ensayo de este calado. Me lo guardo.
JP Quiñonero says
Teresa,
Bueno…
Q.-
Luis Fernando says
Impresionante.
Muchas gracias
JP Quiñonero says
Luis,
¡Un lector para este tipo de rollos…!!!
Se agradece. Un montonazo,
Q.-