Barcelona desde el Turó de la Rovira, 22 agosto 2011. Foto JPQ.
Los caminos de Dios pueden conducir a cualquier parte.
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Barcelona desde el Turó de la Rovira, 22 agosto 2011. Foto JPQ.
En el caso de Uniò democràtica de Catalunya culminan con una barretina confederal, federal y asimétria (Toni Battlori dixit), cuyas relaciones con Convergència Democràtica de Catalunya son de “apoyo mútuo” (Kropotkin dixit) de corte bizantino vaticanista.
Como sospecho que la cosa está llamada a complicarse a muchas bandas, leo con mucha atención el Manual para entender el galimatías de Convergència que ha escrito un especialista emérito, Jordi Barbeta. Dice así:
Últimamente, la orientación política de CDC marea más que la noria del Tibidabo. Eso, añadido a la enorme dificultad que demuestran algunos de sus dirigentes para explicarse de manera que la gente pueda entenderles, está convirtiendo algunas páginas de política de los diarios en un pasatiempo más difícil de descifrar que los enigmas de Màrius Serra. Sobre todo a raíz del reciente congreso del partido nacionalista en el que se distinguía la independencia, la soberanía, el Estado propio y se defendía como obvia la compatibilidad del pacto con el PP como ejercicio de soberanía. Figura entre los cometidos del periodismo resolver los jeroglíficos que plantea el poder político, así que léase lo que viene a continuación como un manual del tipo todo lo que usted quería saber sobre el rumbo que ha tomado el principal partido catalán y no se atrevía a preguntar.
Una premisa fundamental. La historia de Catalunya podría llegar a explicarse como una sucesión de derrotas, algunas se conmemoran, pero todas han resultado tan dolorosas que resulta hasta cierto punto comprensible ese miedo a perder por enésima vez que siempre han demostrado los líderes catalanistas. Después del fiasco del Estatut, Artur Mas es gato escaldado y anda con pies de plomo. Por mucha razón que le asista, no está dispuesto a plantear una batalla como la de las Malvinas. No planteará una ofensiva que lleve al país contra la pared, pero sí fijará un rumbo que no tendrá marcha atrás, de acuerdo con dos prioridades estratégicas complementarias. Mantenerse a toda costa en el poder de la Generalitat y liderar desde el Govern la articulación de una amplia mayoría social dispuesta a defender la soberanía de Catalunya.
Convergència no es independentista. Así se desprende de los documentos congresuales y así se han explicado sus líderes y muy inequívocamente el nuevo secretario general, Oriol Pujol: «No hay inflexión, CDC no es independentista», declaró a La Vanguardia nada más terminar el congreso.
Convergència se define como partido soberanista. La diferencia entre independencia y soberanía estriba en que un pueblo soberano puede decidir si se separa o si se integra, si se federa o confedera con otro en un plano de igualdad. En este sentido, CDC y UDC son dos partidos soberanistas exactamente iguales aunque no lo parezca. La diferencia entre ambos es que Unió ya anuncia de antemano que cuando Catalunya ejerza la soberanía se decantará por una relación confederal con España y, en cambio, CDC no se decanta a priori por ninguna opción.
Convergència no es independentista pero aspira a un Estado propio. Los dirigentes de CDC insisten en diferenciar entre independencia y Estado propio y lo hacen por temor a que les confundan en el resto de Europa con un partido radical, folklórico y aislacionista. Todos los dirigentes que ha tenido CDC desde su fundación han presentando el catalanismo y el europeísmo como conceptos inseparables y siempre se han significado como defensores acérrimos de las tendencias marcadas por Bruselas. Y en un momento como el actual en que la tendencia es a la integración europea, plantear una separación suena extemporáneo en todas partes, por eso tienen tanto interés los dirigentes de CDC de desmarcarse del concepto. Desde un punto de vista europeo, CDC no sólo no quiere la independencia, sino que proclama su disposición a que Catalunya ceda soberanía y competencias a Bruselas con tal de figurar en el establishment político europeo. Por eso cuando Artur Mas pone un ejemplo de la aspiración de CDC menciona el estado de Massachusetts, que no es independiente, pero decide qué hace con los impuestos, con la pena de muerte o con la reivindicación de los matrimonios homosexuales. Tiene derecho a decidir.
La soberanía reside en el pueblo. La Constitución española establece que la soberanía reside únicamente en el pueblo español, así que para que el pueblo catalán pueda decidir por sí mismo habría que modificar la Constitución o saltar por encima de ella. Es evidente que la primera opción es imposible. La segunda… depende. Depende de lo que un marxista-leninista denominaría las «condiciones objetivas». Artur Mas no tiene nada de marxista pero las circunstancias le han convertido en un profeta de la paciencia revolucionaria cuando remite a la transición nacional. La transición no es de CDC, sino de los catalanes en su conjunto. Se transita hasta que los catalanes se decidan a decidir por sí mismos, valga la redundancia. Así que, ante todo mucha calma.
¿Cómo se transita al derecho a decidir, la soberanía y el Estado propio… de la mano del PP? El único camino que ha planteado Artur Mas consiste en convencer a una amplia mayoría de los catalanes y avanzar paso a paso empezando por la soberanía fiscal. Para ello es imprescindible liderar desde el Govern, y el Govern para poder liderar no puede fallar con las nóminas. Un Govern que no paga no lidera nada. Eso explica los pactos con el PP. Mientras los acuerdos con Mariano Rajoy y con Alicia Sánchez-Camacho se limiten al ámbito socioeconómico y no entren en asuntos espirituales -lengua, símbolos, etcétera-, los pactos CiU-PP tendrán el carácter instrumental que conviene a ambos. Pero llegará el momento en que Artur Mas le tendrá que preguntar a Rajoy: o caixa o faixa?. Si el Estado español rechaza el pacto fiscal, el único instrumento mencionado por Artur Mas hasta ahora es una demostración de la voluntad democrática de los catalanes. O sea, consulta popular y/o elecciones.
¿Qué ha cambiado? El gran cambio estratégico de CDC consiste en que hasta ahora la fuerza política mayoritaria de Catalunya defendía el encaje de Catalunya en España y ahora ya no. El horizonte de referencia es Europa. Sin pacto fiscal, Artur Mas se presentará a las elecciones liderando no ya un proyecto, sino un programa soberanista. En tal caso, el resultado de los comicios podrá tener la consideración de un pronunciamiento democrático del pueblo catalán. La incógnita son las consecuencias que tendría tal pronunciamiento en Catalunya, en España y en Europa… Manual para entender el galimatías de Convergència.
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- IRPF e independencia, en España, Reino Unido, Escocia y Cataluña.
- “Diguem NO” [ .. ] “Independència”.
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J. Moreno en el refugio murciano. says
Huyendo de la barbarie ciudadana, me he refugiado en el paraíso de Calabardina.
Escuchando el adagio de la 104 de Dvorak,las danzas de la boda del Príncipe Igor, la romanza de Bacarisse y……..
Un saludo desde la maravilla de la Playa del Arroz.
JP Quiñonero says
J. Moreno,
Oséase, que te lo pasas pipa.
Como debe ser, oye.
Avanti..!!
Q.-
Antonio Castillo Algarra says
Hola, Quiñonero.
Previa a la política, y sirviéndole de pasto y veneno, se urde la mitología del totalitarismo, sustituyendo el rigor universitario por la ideología y el disparate. Encima, los totalitarios de segunda fila son siempre estómagos agradecidos, claro.
Qué asco y qué miedo.
Para muestra, esto en El País de hoy; daría risa, pero tienen al poder de su lado:
http://elpais.com/elpais/2012/03/27/opinion/1332857198_405742.html
Un saludo