Trocadero, 19 junio 2012. Foto JPQ.
El fútbol ilumina el estado moral de Francia.
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Tras dos horas largas de espera, bajo una finísima lluvia, el severo 2-0 del Suecia / Francia deja un amargo sabor de boca entre los franceses negros, musulmanes y mestizos, muy mayoritarios, con quienes me cruzo, en Trocadero, vagabundeando sin rumbo entre una multitud resignada, controlada por las fuerzas anti disturbios, cuya jerarquía no cree en absoluto en la casa común del fútbol: me dicen y repiten una y otra vez que es una “locura”, por mi parte, perder el tiempo haciendo fotos “a esta chusma”.
No tengo arreglo, en efecto.
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Trocadero, 19 junio 2012. Foto JPQ.
- La Francia “diversa” y mestiza entra en campaña.
- Sarkozy, Francia nacional; Hollande, Francia multicultural.
- París mestizo, 3.
- París. Ella y sus amigas, en un barrio judío.
- Francia, Fotografía, Deporte en este Infierno.
Entiendo porqué una parte de Francia no se ve representada. Ya ocurrió con el Mundial de Francia de 1998 aunque fueran campeones. El fútbol, aunque parezca otra cosa, no es el lugar en el que se integran armónicamente personas procedentes de dispersos lugares geográficos, culturales, económicos, religiosos…
Esa «chusma» es de todos los colores y lugares. Y pese a todo me gusta el fútbol.
Luis,
Bueno…
La «chusma» es de todos los colores y lugares, sin duda: pero la chusma de la incomunicación informativa la relega al puesto de lo invisible,
Q.-
PS. Hice un viaje en autobús con una banda del Atletic de Madrid: quedé curado de espanto.
No le coge usted el tino. Atlético de Madrid y Athletic Club de Bilbao.
Luis,
Efectivamente. No doy pie con balón. Menos mal que tu me intentas comprender con mucha generosidad. Graciasssssssss
Q.-
Lo peor es que tiene usted pinta de ser un gran extremo izquierda. Es sólo la posición en el campo. Que nadie se altere.
Luis,
Madre del Señor…
Pasar de outsider a extremo izquierda en un campo de fútbol me recuerda una legendaria película de FFG en la que él interpretaba a un futbolista que cae por azar en un campo de fútbol, justamente. Ya me lo decía mi abuela, mesándose los cabellos, con desesperación contenida: «Nene, no tienes remedio..»,
Q.-