¿Berlín? ¿Monte Carlo? ¿..? Foto Marc Turiel.
Aquella historia ¿amorosa? ¿carnal..? estaba llamada a perdurar después de la muerte.
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Quedan algunos rastros, huellas, pistas, de aquel viaje…
… Fue por aquellos días cuando conocimos a una mujer muy bella, Murasaki Shikibu, que habría de ejercer sobre nosotros una influencia decisiva.
La recuerdo, iluminado su rostro por la luz matinal, pidiendo su desayuno (té y frutas) en una mesa solitaria de aquel salón empapelado con raso color crema y suntuosos floreros de porcelana con dibujos y alegorías griegas. Vestía con una elegancia sobria que hubiera podido considerarse discreta si sus lujosas camisas y un rubí de sangre de pichón de luminosa transparencia no hubieran puesto de manifiesto su pasión por los objetos preciosos. La sobriedad de sus faldas y sus trajes de calle hacía más presente los rizos de sus bucles negros en la nuca, cuyo fulgor nos enloquecía turbadoramente cuando la saludábamos los días que dejaba en libertad, sabiamente domado, ahora lo sé, su sedoso cabello negro. Usaba zapatos de medio tacón y medias de seda que hacían más precisa la silueta de sus esbeltas piernas. (Mucho más tarde, cuando leí su famosa novela, Genji monogatari, descubrí con asoladora pasión las descripciones minuciosas y melancólicas que un hombre hace evocando la poderosa firmeza de unos muslos de mujer; y recordé sus ojos elocuentes y perdidos, cuando sonreía veladamente, sin pudor, ante las patéticas miradas que nuestra abuela llegó a censurarnos y ella nos reprochó cariñosamente —no sin cierta coquetería— cuando nos presentaron en un entreacto de Parsifal, alentando de modo indirecto, y, por tanto, más furtivo e inolvidable, nuestra pasión nocturna)… Escritos de VN.
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Juan Pedro,
¡Felicidades por este texto!
Me ha recordado el tifón y una Dama japonesa sobre el que hablamos tú y yo hace ya unos meses…
Un abrazo
José Julio,
Ahhhh… qué alegría… Si, es cierto, las cosas de la eternidad van y vienen, para mejor permanecer, claro, en el mundo inmaterial de…
Q.-
PS. Mundo inmaterial que, en este caso, conduce a otros mundos, materiales, incluso carnales, diría.