Alcance económico de la imputación de la Infanta Cristina.
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Hace años, antes de casarse, la Infanta Cristina trabajó unos meses en la Unesco.
Federico Mayor Zaragoza dirigía por aquella época esa institución. Y organizó algunas comidas y desayunos “de trabajo” con la Infanta.
Me pareció una mujer guapa y moderna, que hablaba y reía con cierta soltura. Animado por su talante aparentemente abierto, al final de una de aquellas reuniones, bastante cordiales, le pregunté si usaba anticonceptivos.
La Infanta se echó a reír, y se tapó el rostro con una mano, durante unos segundos, antes de mirarme a la cara sin responder, sonriente. El café no duró mucho más. Doña Cristina se despidió con un “encantada” amablemente protocolario.
La Infanta ida con sus guardaespaldas, Mayor Zaragoza me cogió por el brazo, diciéndome, a solas: “Jo, Quiñonero, no se hacen esas preguntas sobre su intimidad a una Infanta”.
Fingí intentar quitar hierro a la cosa, con cuatro hipocresías de rigor. Pero no volví a ser invitado a ningún café ni comida.
Años después, Miguel Roca y Jesús Silva, los abogados de la Infanta, estiman que investigar su IRPF sería “una injerencia en su intimidad”.
España en este Infierno.
Jesús says
(Embarazadísima, no sé si por los mismos años, fungió como la mano que me daba un premio, menor en realidad, en la Complutense. Mi primera impresión, una mujer cordial y risueña, fue la misma.)
Carmen says
Querido Q.-,
lástima que yo no organice actos sociales. Te invitaría siempre. Me encantan las preguntas indiscretas hechas a quien no se debe.
Un abrazo
Carmen
JP Quiñonero says
Carmen,
Si, hélas, el periodista también tiene algo de payaso, para distraer al personal. Con gracietas que no siempre son del mejor gusto, qué quieres,
Q.-
ramon machon says
Coincidí con la infanta, en la misma clase, en la facultad de políticas de la Complutense, allá por los cursos…1983-84. Incluso prestaba los apuntes a los compañeros. Pero me daba mucha envidia que a ella y a unos pocos, para disimular, les organizaran seminarios especiales con Carmen Iglesias. Durante varios años la princesa tuvo que leer todos los días pintadas del tipo «Ni infanta de naranja ni infanta de limón». De poco le han servido aquellos seminarios, ni otros. Si me hubiera hecho caso cuando le propuse matrimonio…
JP Quiñonero says
Ramón,
Ella se lo perdió, claro.
Avanti..!!
Q.-