Las mafias políticas locales y autonómicas han perturbado gravemente el sistema financiero manipulando el crédito de muchas cajas de ahorros.

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Blesa, la filantropía y el modelo español de corrupción política y financiera.

Mientras la corrupción permitió esconder la basura bajo las alfombras de los despachos políticos y bancarios, la catastrófica gestión de las cajas de ahorros, dependientes en bastante medida del poder político descentralizado, pudo ocultarse con muy diversas técnicas de maquillaje financiero. Cuando la crisis comenzó a precipitar el derrumbamiento de ese castillo de naipes marcados con basura, los consumidores y usuarios de servicios financieros comenzaron a descubrir que sus ahorros corrían el riesgo de perderse, convertidos en humo de la hoguera de las vanidades autonómicas.

La Asociación de Usuarios de Bancas, Cajas y Seguros de España (ADICAE) ha publicado un análisis brutal del “entrismo” político en la gestión de las cajas:

La farsa de la democracia en los órganos de gobierno de las cajas.

El carácter social de las Cajas de Ahorros “exige una plena democratización de sus órganos rectores, de forma que en ellas puedan expresarse todos los intereses”. En estos términos se expresa la Ley 31/1985, que regula los órganos de gobierno de las cajas de ahorros, pero la realidad es bien distinta para los impositores. A la complejidad y dispersión normativa (Comunidades Autónomas y Estatutos de las propias cajas de ahorros regulan también aspectos sobre órganos de gobierno), se añade una práctica en los procesos electorales que convierten a estas entidades en coto cerrado de intereses políticos y económicos que dejan de lado a los impositores.
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Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y grupos de interés económico diseñan estrategias políticas en el Gobierno de las Cajas a espaldas de los impositores, que ven su representación lastrada. Como consecuencia los impositores quedan solos frente a estos auténticos “grupos organizados de poder”.
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Un espejismo democrático de raíces franquistas.
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Filtros que diluyen la democracia.
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Excesivo control de los partidos políticos y grupos de interés… En la práctica, las Cajas de Ahorros son un campo idóneo para las batallas partidistas. Las distintas facciones políticas de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas libran duras luchas de poder por el control de sus órganos de gobierno. Y no es para menos, ya que el dominio del poder económico potencia su dominio político y viceversa.
El problema para los ciudadanos es que la eficacia verdaderamente social y popular de las funciones principales de las Cajas (custodiar los depósitos, dar crédito en condiciones no abusivas, favorecer inversiones necesarias en su territorio de actuación, promover la obra benéfico-social) queda supeditada a intereses partidistas. Las buenas intenciones fundacionales se han ido perdiendo por el camino. En la actualidad, su estructura se encuentra al arbitrio de quienes ocupan el gobierno de las instituciones autonómicas, en lugar de estar al servicio de sus depositantes y los ciudadanos.

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• El modelo político español está financiado con dinero negro.

Temas de trabajo de mi serie España, una temporada en el Infierno.