Contra el crimen, pensaban que los cadáveres enterrados en cal viva y los GAL eran más eficaces que otros recursos penales y policiales.
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Entre 1983 (fundación de los GAL en las letrinas del Estado), 1995 (reforma del Código Penal), 2006 y 2012 (jurisprudencias del Supremo y el Constitucional sobre la “doctrina Parot”), la justicia española ha sido víctima de estas lacras:
–Incompetencia (un Código penal obsoleto, que nadie modificó cuando era más necesario para combatir el crimen terrorista).
–Politización, empantanando la Ley en las arenas movedizas de la ideología.
–Ineficacia cainita: el uso de un Código penal obsoleto, la “distracción” del Estado en menesteres menos esenciales y urgentes y la incapacidad normativa de sucesivos gobiernos (descarriados en sus nubes tóxicas ideológicas) transformaron la desertización moral que comenzó con los GAL en un desencuentro trágico de los ciudadanos con sus justicias (antagónicas, ocasionalmente) y las justicias europeas, encarnadas en la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos del Hombre (TEDH) sobre una “doctrina Parot” que fue (ahora lo sabemos) una catastrófica chapuza judicial.
Soy testigo e historiador de esa catástrofe moral, a la que consagré el segundo volumen de mi trilogía sobre Caína, Una primavera atroz… Los GAL, Felipe, Barrionuevo, Vera, Garzón y un deal entre caballeros.
- España, una justicia injusta y perversa.
- Brecht y la pudrición de la justicia.
- Los jueces y la pudrición de la justicia.
- Miseria de la justicia española.
- España y Anales de Caína en este Infierno.
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