Les Guignols de l’Info del 16 enero 2014.
Quizá se trate de un proceso histórico más grave de lo que pudiera parecer la aparente farsa.
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DECORADO DE INTRIGAS AMOROSAS
François Hollande ha transformado en decorado de vodevil amoroso la antigua cripta sagrada donde el general de Gaulle oficiaba las misas laicas de su monarquía republicana, en el corazón político y urbano del Estado, el palacio del Elíseo.
Tras la trivialización y desacralización de la jefatura del Estado, caídas de hinojos en el mercado de la prensa del corazón, se trata de un proceso histórico implacable, dejando al descubierto la erosión de la función presidencial, el descrédito de las instituciones y la estatura siempre más baja de quienes han ido transformando el Elíseo, hasta convertirlo en decorado de las intrigas amorosas del presidente de la República.
MISAS DE UN MONARCA REPUBLICANO
De Gaulle confirió al Elíseo una dimensión próxima a la del Vaticano, salvando las inmensas distancias que van del Estado y residencia donde oficia el Papa, jefe de Estado y descendiente de Pedro, al frente de la Iglesia católica, a la residencia oficial de un presidente de una República laica.
Salvada esa distancia, de Gaulle ejercía su función con el respeto sacro de un monarca republicano. Todos los historiadores de la V República comienzan recordando que Francia fue durante su mandato fundacional una suerte de “monarquía nuclear”. El monarca republicano tenía en sus manos el bastón de mariscal supremo del arma nuclear, el sable estratégico de la tercera potencia atómica mundial.
GISCARD QUERÍA HABLAR CON EL REY DE ESPAÑA
Durante la presidencia de Georges Pompidou, el escándalo Markovic dio a la presidencia de la V República y el Elíseo un severo golpe de credibilidad institucional. El jefe del Estado era víctima de los intentos de chantaje de varias mafias paralelas muy próximas a los hombres de mano de de Gaulle.
Las ruedas de prensa de Pompidou siguieron siendo muy teatrales. Pero el jefe del Estado había perdido el aura del jefe militar supremo, salvador de la patria. Y estaba acosado por un escándalo ensangrentado, primero, y una grave enfermedad, más tarde.
Con Valery Giscard d’Estaing, el Elíseo sufrió una primera época “modernista”. El nuevo presidente intentaba “modernizar” con unos gestos que no siempre fueron afortunados. Las fotos del futuro presidente tocando el acordeón, en el domicilio de una familia modesta, eran algo muy “novedoso” para la época. Pero nadie se engañaba. Giscard aspiraba a ser un monarca “moderno”. No es un azar que la primera incomprensión con España tuvo por origen esa pretensión. El presidente francés no deseaba tratar directamente con Adolfo Suarez (al que relegaba al puesto de primer ministro). Deseaba dialogar con el Rey, don Juan Carlos.
MITERRAND, UN MONARCA CON MUCHAS CACEROLAS
François Mitterrand restauró para el Elíseo una cierta y muy equívoca dimensión “sacra”.
Tras dos presidentes “modernos”, el primer presidente socialista de la V República restauró la imagen de una jefatura del Estado “tradicional”. Mitterrand se paseaba dentro y fuera del Elíseo rodeado de un séquito muy semejante a las comitivas de los obispos y cardenales españoles, aspirando a oficiar las misas políticas del Elíseo con la unción sacra de un papa “progresista”.
El aura “progresista” comenzó a desaparecer cuando se descubrió que Mitterrand había instalado en el Elíseo una célula policial desde la que se espiaba a periodistas e intelectuales. El aura desapareció definitivamente cuando Mitterrand ordenó a los servicios el contraespionaje francés hundir el Rainbowarrior, el navío almirante de Greenpeace, que había tenido la osadía de protestar contra los experimentos nucleares en el Pacífico.
LA ESPOSA Y LA AMANTE DE MITTERRAND
De Gaulle no dudó en liquidar a tiros a algunos adversarios de extrema derecha, partidarios de una Argelia “francesa”. Pero esa guerra sucia se organizaba fuera del Elíseo. Mitterrand instaló la guerra sucia contra sus adversarios en el palacio presidencial, que no ganaba en “prestigio”.
Convertido el Elíseo en bunker policial, Mitterrand dio otro salto cualitativo, excepcional: instaló a su amante, Anne Pingeot, y su hija, Mazarine, en un palacio contiguo al Elíseo. Durante catorce años, la familia oficial, instalada en el Elíseo, y la familia oficiosa, instalada en un palacio de Estado, próximo, cohabitaron sin llegar a encontrarse, jamás. Un modelo canónico de vodevil de Estado, policial.
CHIRAC CONFIRMA EL DECLIEVE, SARKOZY LO MAQUILLA
Durante su mandato presidencial, Jacques Chirac intentó como pudo mantener un cierto rango, sin conseguirlo plenamente. El Elíseo se estaba transformando, durante su presidencia, en el palacio desde se “pilotaba” de manera muy confusa un declive nacional que se acentuaba de manera inexorable.
Nicolas Sarkozy llegó al Elíseo prometiendo “la ruptura contra el inmovilismo de izquierdas (Mitterrand) y el inmovilismo de derechas (Chirac)”. Tal proyecto apenas duró un trimestre muy corto, y estuvo precedido por una patética irrupción del Elíseo en las páginas de la prensa del corazón.
CECILIA Y CARLA ENTRAN EN ESCENA
El primer gesto de Sarkozy, instalado en el Elíseo, fue fotografiarse con su esposa de la época, Cecilia, y los hijos de sus dos matrimonios, “disfrazados” de personas “normales”. Paris Match publicó la foto en su portada. Fue el momento álgido con el que comenzaba una tragedia rosa. Hoy sabemos que Cecilia y Sarkozy habían dejado de amarse. Y ella apenas tardaría tres meses en largarse al lecho de otro hombre.
La llegada de Carla Bruni al Elíseo fue un momento de gloria cinematográfica. La gran cantante y modelo daba al palacio un “aura” de muy otra índole. Por vez primera en la historia del palacio y la institución la primera dama no ocultaba que había tenido muchos amores, antes de convertirse en esposa del jefe del Estado.
CON TRIERWEILER COMIENZA UN NUEVO VODEVIL
Hollande acentúa definitivamente todas esas derivas sin ser capaz de salvar ninguna de las viejas y difuntas funciones.
Mitterrand instaló a su amante en un palacio próximo al Elíseo. Hollande visitaba a su amante instalada a dos pasos del palacio presidencial. Mitterrand consiguió que nunca llegaran a encontrarse sus dos familias. Hollande no consigue evitar que la madre de sus cuatro hijos (Ségolène Royal), “la mujer de su vida” (Valérie Trierweiler) y su última amante, Julie Gayet, se crucen permanentemente en sus mitines políticos, para regocijo de su guardia pretoriana. Varias emisiones de “humor” representan a Hollande interpretando un vodevil en los salones del Elíseo. Los espectadores de primera fila -sus ministros- ríen encantados las entradas y salidas de sus amantes.
- Bombas de relojería en los lechos de amor de Hollande.
- Crónica literaria y fotográfica de los amores de François Hollande.
- Hollande, Valérie y Ségolène: sexo y política, en el Elíseo.
- Palacio del Elíseo, historias de alta política, cama y pasiones.
- De la Pompadour a Carla Bruni, “glamour” en el Elíseo.
- Francia en este Infierno.
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ABC, 19 enero 2014.
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