Acontecimiento sin precedentes en la historia de la V República.
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A los veintitrés meses cortos de su elección como jefe del Estado, el resto del mandato presidencial de François Hollande ha quedado literalmente hipotecado, caído de hinojos en un hoyo sin fondo conocido.
Apenas un 18 % de los franceses dicen tener buena opinión de Hollande. Récord histórico absoluto.
La impopularidad de Valéry Giscard d’Estaing nunca descendió por debajo del 37 %, en vísperas de ser sustituido por François Mitterrand. Antes de Giscard, de Gaulle y Pompidou siempre se beneficiaron de una estima superior al 40 %.
El paro y la deuda pública crecieron de modo inexorable durante los mandatos presidenciales de Mitterrand y Jacques Chirac. Pero la impopularidad de ambos nunca descendió por debajo del 30 %. Sarkozy llegó a ser el presidente más impopular de la V República. Pero su popularidad nunca bajó del 20 %.
Batido ese recórd histórico, Hollande ha atado su cuello político al cepo del paro, anunciando que no tendrá sentido presentar su candidatura a la reelección, en 2017, si el paro no bajase antes.
Mitterrand, Chirac y Sarkozy prometieron “ganar” la “guerra” contra el paro con sucesivos “gobiernos de combate”. El paro continúa creciendo en Francia, desde hace más de treinta años, con ligeras oscilaciones a la baja, siempre provisionales.
La gran novedad es que la OCDE, el FMI, la Comisión europea y el Tribunal de Cuentas pronostican, al unísono, un crecimiento económico bajo o muy bajo para los próximos años. Nadie anuncia una reducción significativa del paro, los próximos años. Bien al contrario. Los 3,35 millones de parados franceses (en torno al 10,9 % de la población activa) quizá sean un récord provisional, que pudiera empeorar inexorablemente.
Todos los presidentes de Francia, desde Giscard (1974 – 1981) han pagado a crédito un Estado “providencia” financiado con deuda pública. Y todos los presidentes de Francia, desde la creación del euro, incumplieron siempre todas las promesas de todos los pactos que prometían la “convergencia” europea.
La presidencia Hollande ha quedado literalmente hipotecada al cumplimiento o incumplimiento del Pacto fiscal europeo (2012). Hace dos años cortos, la Comisión y el Tribunal de cuentas pidieron a Hollande 65.000 millones de recortes presupuestarios. Con dos años de retraso, Manuel Valls ha anunciado 50.000 millones de recortes. Pero esas promesas de posibles recortes, durante los dos próximos años, han divido peligrosamente a la mayoría parlamentaria socialista, ecologista e izquierdista, cuando los escándalos políticos y personales han minado la credibilidad personal del jefe del Estado.
Hollande prometió una “presidencia ejemplar”. Al año y medio de ser elegido, su ministro del presupuesto tuvo que dimitir, tras revelarse que tenía cuentas en Suiza. A los pocos días del nombramiento de un nuevo “gobierno de combate”, presidido por Manuel Valls, la dimisión de Aquilino Morelle, su consejero político personal, continúa minando la credibilidad del equipo gubernamental.
Mitterrand y Chirac sobrevivieron al incremento del paro y la deuda, el estallido de sucesivos escándalos. Gran novedad histórica, Hollande ha sugerido que no será candidato a su propia reelección, si el paro continúa creciendo. Gran ventaja, eventual: el presidente podría ganar en credibilidad, si se produjese el milagro de la recuperación económica y el descenso del paro. Gran incertidumbre: nadie cree en tal posibilidad, situando el mandato presidencial en un estado de emergencia permanente.
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Monde, 19 abril 2014.
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