Mónaco, 11 julio 2007. Foto JPQ.
Metamorfosis que comenzaron siendo descomunales metamorfosis inmobiliarias.
Mónaco, 30 marzo 2005.
La saga de los Pastor se confunde con la historia de tales metamorfosis.
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Hélène Pastor (Mónaco, 1937 – Niza, 2014) heredó un inmenso imperio inmboliario en su ciudad natal. Tras hacerlo fructificar, oculta tras las bambalinas de la gran opereta nacional del principado, ha muerto a la manera de algunos personajes del gran cine negro californiano, acribillada a tiros en un coche conducido por un hombre de mano, magrebí.
Hélène Pastor fue la nieta de un modesto marmolista, Jean-Baptiste Pastor, italiano de Liguria, avispado hombre de negocios, constructor, cuando Mónaco todavía vivía de las rentas de los príncipes rusos en el destierro. El príncipe Louis II le concedió la construcción del primer estadio de fútbol de principado. Con aquella legendaria operación inmobiliaria comenzó una estrecha amistad y complicidad entre los Grimaldi y los Pastor.
Gildo Pastor, el padre de Hélène, fue el más antiguo e íntimo de los cómplices empresariales del príncipe Rainiero, en varios momentos cruciales. Durante la Ocupación, la Roma mussoliniana y Hitler soñaron con anexionarse Mónaco. Los Pastor ya estaban con los Grilmaldi. Años más tarde, cuando se hundió el turismo de los príncipes rusos, Aristóteles Onassis llegó a soñar con adueñarse comercialmente de Mónaco / Monte Carlo. Gildo Pastor ya era un íntimo de Rainiero, que también estaba acosado por el general de Gaulle.
Rainiero salvó la independencia y solvencia financiera del principado fundado por sus ancestros, siete siglos antes, embarcándose en complejas operaciones de ingeniería financiera e inmobiliaria. Los Pastor fueron los primeros beneficiarios familiares de ese fabuloso negocio.
Hélène Pastor conoció desde niña esa fragilidad “estructural” de Mónaco / Monte Carlo. Creció y se hizo mujer en la intimidad de esos negocios, que culminaron con la acumulación de un inmenso patrimonio familiar, evaluado oficiosamente en 3.000 o 4.000 de los 20.000 apartamentos de alquiler que hay en el principado, en apenas 2,2 kilómetros cuadrados de territorio urbano, que se cotiza a unos 40.000 euros el metro cuadrado. En verdad, ese patrimonio inmobiliario solo es la parte visible del iceberg familiar, que tiene unas proporciones financieras mucho más vastas.
Hélène Pastor regentó esa fortuna de la manera más conservadora: limitándose a cobrar sus alquileres, e invirtiendo en los bancos y sociedades instaladas en Mónaco. Tuvo un marido, que fue consul de Rusia en Mónaco. La pareja se separó por razones nunca esclarecidas. La multimillonaria hacía una vida “casera”. Solo salía, sola, para pasear a sus perros. Nada de vida social, recluida en su mansión particular, oculta tras sus gafas oscuras.
El día 6 de este mismo mes de mayo, dos hombres jóvenes, en moto, se detuvieron ante su coche, en Niza, a la salida del hospital donde se encontraba uno de sus hijos, víctima de un accidente cerebral, y comenzaron a tirar a bocajarro con un fusil de caza con el cañón cortado. Los desconocidos dispararon en dos o tres ocasiones, fríamente, a muy corta distancia. Mohamed Darwich (64 años), el chófer de Hélène Pastor, murió en el acto. La millonaria sufrió heridas graves, en el cuello y en el pecho. Y murió la mañana del martes día 21, tras dos semanas de cuidados intensivos.
La muerte trágica de Hélène Pastor tiñe con sangre el rosa bombón de tarjeta postal del principado de Mónaco, quizá por vez primera en su historia, en circunstancias tan inquietantes.
- Mónaco y Fotografía en este Infierno.
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ABC, 22 mayo 2014.
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