A juicio de Le Monde, Hollande es un presidente sin cartuchos, al frente de una Francia enferma, gran enferma de Europa.
[ .. ]
Plantu, Le Monde, 26 / 27 mayo 2014:
Dicho de otra manera…
La histórica victoria del Frente Nacional (FN, extrema derecha), en las elecciones europeas del domingo, aleja a Francia de los centros de decisión europeos, recorta su influencia internacional, dinamita los equilibrios políticos tradicionales y deja al descubierto un país angustiado, víctima de sus demonios ultra nacionalistas, donde los primeros electores de la extrema derecha son los jóvenes y los obreros.
En una alocución gravísima, retransmitida por todas las cadenas de radio y TV, François Hollande hizo la noche del lunes el más severo análisis de tal seísmo electoral: “Sería un error cerrar los ojos ante la realidad: ese voto traduce el miedo a la decadencia de Francia”.
Hollande usó la palabra “déclin”, que puede traducirse como “declive”, “ocaso” o “decadencia”. Hollande es el primer presidente en ejercicio que se ha atrevido a usar esa palabra en una alocución dirigida a la nación. Hace días, Valéry Giscard d’Estaing comentó “temer” la “decadencia” de Francia.
Tras tan amarga confesión, el presidente Hollande afirmó que la mejor manera de combatir tal inquietud es “reformar” Francia, ante una crisis que él resumió de este modo: pérdida de competitividad, aumento de las deudas nacionales, desindustrialización.
Hollande estima que el futuro de Francia pasa por Europa. Una Europa que afronte las secuelas de la crisis “con más crecimiento, con nuevas políticas contra la austeridad”.
En un terreno estrictamente nacional, Hollande insiste en que ha pedido a su primer ministro, Manuel Valls, “acelerar” nuevas reformas de fondo, comenzando por la gran reforma de la organización territorial de Francia: la reducción del número de regiones.
El seísmo anunciado por Manuel Valls, primer ministro, el domingo, y el miedo a la decadencia subrayado por el presidente Hollande, el lunes son un inquietante reflejo del pánico político precipitado por la ascensión de la extrema derecha.
El FN ya era el primer partido de los obreros de Francia, desde hace varios años. Las elecciones europeas han acentuado esa tendencia, dándole una dimensión juvenil.
Según varios estudios sociológicos concordantes, más del 40 % de los obreros franceses votaron al FN el domingo. Era tradicional, que la extrema derecha contase con el 30 o el 35 % del voto obrero. A los dos años de la elección de Hollande, esa tendencia se ha acentuado llamativamente. En apenas veinticuatro meses, el FN ha gando entre 10 y 15 puntos entre el electorado obrero.
El giro a la derecha y la ultra derecha de los obreros franceses tienen un alcance devastador para todas las izquierdas francesas. Apenas un 16 % de los obreros y empleados votaron socialista el domingo. Apenas otro 8 % votó comunista o extrema izquierda, cuando un 20 % del electorado popular votó por la UMP, el partido de Nicolas Sarkozy.
Gran novedad, así mismo: crece de manera significativa el número de jóvenes que votan por la extrema derecha de Jean-Marie y Marine Le Pen.
El 30 % de los electores de menos de 35 años votaron al FN. Por el contrario, solo el 15 % de los electores de menos de 35 años votaron PS el domingo. En ese marco comparativo, la UMP, el partido de Sarkozy, es un partido de “seniors”. Su núcleo electoral básico es el de los votantes de más de 60 años.
Apoyado por el voto joven y el voto obrero, el FN de la familia Le Pen no solo se convierte en el partido más votado de Francia, hasta las próximas elecciones (regionales y presidenciales, el 2015 y el 2017). El voto del domingo anuncia una metamorfosis excepcional del paisaje político nacional, con una extrema derecha apoyada por los sectores más afectados por la crisis: obreros y agricultores poco calificados, jóvenes de los suburbios.
El alcance diplomático de la implosión política en curso son evidentes.
En el nuevo Parlamento Europeo (PE), habrá más eurodiputados de extrema derecha que socialistas, centristas o moderados.
En el Consejo europeo, Hollande se ha convertido en el presidente más frágil de una UE víctima de los demonios ultra nacionalistas franceses. El presidente francés se encuentra en la delicada posición de un perdedor que lleva dos años incumpliendo todas sus promesas nacionales y europeas, condenado a pedir “socorro” a unos aliados que contemplan con inquietud la deriva de una Francia abandonada a sus negros fantasmas ultra nacionalistas, dejando al descubierto sus arcaismos.
- Francia en este Infierno.
ABC, 27 mayo 2014.
Josep Guixà says
No sé qué te parece, pero da la sensación que las manifestaciones de Valls («seísmo») y Hollande son tan dramáticas, que parecen encaminadas a que Europa no adopte las anunciadas medidas para tratar al nuevo «enfermo de Europa». Y que hundirían aún más al socialismo francés, claro.
JP Quiñonero says
Josep,
Pues vaya usted a saber… Antes de ser elegido presidente, Hollande prometió «cambiar» el rumbo de Europa (¡¡¡!!!) y dijo que Francia no aprobaría el Pacto fiscal europeo. Elegido presidente, Francia firmó el Pacto fiscal (la disciplina presupuestaria que decidieron adoptar los Estados europeos). Hollande comenzó diciendo que había «conseguido» no sé qué para «fomentar» (¿?) el crecimiento. Año y medio más tarde, el mismo Hollande tiene menos influencia que nunca. Merkel ya le advirtió, a finales del 2013, que hay que hacer reformas, ya que el euro «no puede ser eterno». Dicho de otro modo: disciplina prusiana.
Europa no impone nada a nadie. Fueron los Estados europeos los que adoptaron libremente el Pacto fiscal. Si a alguien le disgusta ese aceite de ricino, tiene la puerta abierta. ¿Son capaces de dar un «portazo»? ¿Son capaces de avanzar ideas o políticas distintas, que sean atractivas para los electores? Al día de hoy, NO.
Q.-